lunes, 25 de enero de 2010

Como me gusto ser infiel

Siempre me he considerado una señora recta, con buenos principios y ánimo familiar, al menos así me educaron en casa, me prepararon para llevar a cabo los deberes familiares y creo que hasta ahora los he cumplido fielmente. Somos una familia medianamente acomodada y pudiente.

Hola a todos. Mi nombre es Isabel, pero para mis amigos simplemente soy: Chabelly

Tengo 18 años de casada y 2 hijos, y a mis 36 años aun despierto el deseo sexual de muchos hombres. Soy alta, de tez blanca, de complexión un poco robusta y me encanta teñirme de peliroja. Lo mejor de mi cuerpo es mi trasero: grande y duro, los senos son de tamaño normal, mis piernas son torneadas y marcadas de tanto hacer gimnasio y en general tengo buen cuerpo. Soy una mujer frondosa. Me gusta vestir con ropa de marca y siempre sexy sin caer en lo vulgar, y claro, estar a la moda.

Me considero muy sociable y amiguera, y siempre he tratado de portarme bien y a pesar de que me casé muy joven nunca me ha desagradado sentirme deseada por los hombres, aunque ahora en mi papel de señora eso me excita mucho más. La verdad es que coqueteo muy bien cuando me lo propongo.

Con mi esposo no tengo excusas, es un buen padre, salvo que es mujeriego, aunque nuestra relación sexual y sentimental es muy poca debido a que apenas un año le comprobé la segunda infidelidad con una de mis amigas, y tal vez para remendar sus deslices ahora más que nunca me conciente mucho.

Tengo coche propio, salgo con mis amigas, voy de compras, me gusta asistir a reuniones, salir de viaje, la verdad es que mi esposo confía mucho en mí. En otras palabras me deja hacer todo lo que yo quiera, y eso me ha dado pie a tener muchos pretendientes y enamorados. Incluso, aceptar sus invitaciones a salir con algunos de ellos, que me chuleen con llamadas y mensajes de textos algo coquetos y atrevidos.

Pero en todos estos años de casada he tratado solo de coquetear con mis pretendientes y ya, dejarlos con ganas de tenerme y despertar sus deseos mas bajos conmigo, y como a veces me dice un buen amigo:
- Ay Chabelly, eres una calienta pollas solamente - Y claro que todo esto me prende.

En más de una ocasión he estado tentada ha entregarme en cuerpo y alma, dejar volar la excitación que despierto y dejarme hacer todo lo que ellos quieran. Aunque confieso que he tenido un par de deslices muy cachondos y excitantes que en otra ocasión si gustan les contaré con detalles.

Pero sucede que a pesar de tener tantas comodidades y pretendientes veía que mi vida era monótona: levantarse e ir a la escuela a dejar a mis niños, asistir al GYM, de compras al súper y de regreso por mis niños y atender al marido, en fin, una rutina. Sentía que mis emociones y mi cuerpo me reclamaban escapar de todo eso, y sin darme cuenta me empecé a volver mas desinhibida, y cada oportunidad que tenía de salir con mis amigas las aprovechaba al máximo.

Fue en mi último cumpleaños que junto con mi mejor amiga Marvi, que tenia una vida muy parecida a la mía, a pesar de ser muy bonita y atractiva, de tez blanca y alta, una silueta bien delineada y unos pechos envidiables. Caía en esa misma rutina de vida, pero decidimos soltarnos un poco más de las ataduras de un esposo y de un hogar, sin que fuera muy evidente. En primera decidimos beber un poco en nuestras salidas, hablarnos con palabras mas atrevidas, fumar más de 5 cigarrillos, vestirnos más provocativas y aceptar coqueteos de los hombres. Y sin darnos cuenta se nos dio muy fácilmente todo esto. Y aquí comienza una de tantas aventuras que hemos pasado.

Un viernes por la mañana temprano recibí un mensaje de texto de Marvi diciéndome:
- Hola amiguis, ¿apuesto que aburrida verdad?, ¿por que no salimos de traviesas a putear un rato en este viernes social?. Quiero irme también a comprar algo de ropa y comer juntas.

Quedamos de vernos antes de medio día en mi casa para irnos. Dejé todo preparado y pedí permiso para no llegar a comer, avisando que andaría con mi amiga. Ya que vivimos en provincia decidimos ir a la capital que nos queda a 1.5 HR de distancia, además que allí no éramos conocidas y podíamos soltar nuestras emociones. Una vez estando en una de las tiendas compramos ropas un poco atrevidas y decidimos estrenarlas allí mismo, ya que de nuestras casas salimos vestidas de manera normal.

Marvi se puso uno pantalón súper ajustado completamente a las caderas en color blanco, donde se le marcaba una diminuta tanga del mismo color y hacia resaltar sus redondas y bien paradas nalgas, una blusa rosa de tirantes y ombliguera que descubría su bien marcado abdomen ya que ella es esbelta y con una figura bien formada como de adolescente.

Yo por mi parte y para contrastar con ella, me puse un vestido de tela delgada en florecitas naranjas y verde olivo, con un tremendo escote en toda la espalda y en la parte de enfrente marcaba muy bien mis senos y los dejaba muy insinuantes, el vestido terminaba en forma de picos y me llegaba a media pierna y con una tanga roja solamente. Ambas no llevábamos sostén para mostrar nuestros pezones que en todo momento resaltaban.

Salimos de la boutique pensando que nos veíamos como dos putas con clase y nos dispusimos a empezar la aventura y correr los riesgos que buscábamos al andar vestidas así por una ciudad donde no nos conocían, por que en la nuestra jamás podríamos siquiera imaginar vestirnos así y andar como si nada, ya que somos muy conocidas por el trabajo de nuestros esposos.

Total que dejamos el coche en un estacionamiento y caminamos un poco buscando un buen restaurante para comer, y a cada paso que daba estaba llena de excitación de sólo imaginar que me encontraba casi desnuda andando así, que todas las miradas de los hombres me desnudaban y pedían devorarme. Mas de uno se atrevió a lanzarnos piropos, a veces agradables y otras un tanto groseros. Le pregunté a Marvi y ella se sentía igual:
- Ay Isabel, de veras que andamos solo calentando vergas y pidiendo a gritos que nos cojan ahora mismo.

En un momento de esos nos detuvimos en un aparador de zapatos, y me percaté que un chico bien vestido de aproximadamente 25 años y con una maleta de deporte en la mano andaba siguiéndonos discretamente. Al principio me asusté un poco pero Marvi me dijo que no pasaba nada, que ya se había percatado de él pero que no desconfiara. Mientras observábamos en el aparador se acerco detrás de mi y ahí se quedó. Y en el reflejo del cristal del aparador ví que había puesto su maleta en el suelo mientras él también observaba. Fue Marvi que me dijo en voz baja y en un tono sarcástico que traía una cámara escondida en la maleta, y fue entonces que comprendí que me estaba haciendo uppis, y dije a Marvi:
- Que te parece amiguita, el primer atrevido que no se aguanto más.
- Era de esperarse, con ese vestido y ese culo que te cargas que esperabas, ja ja ja.
- Pues entonces vamos a darle espectáculo.

Acto seguido me dispuse a entregarle mis mejores ángulos a aquel desconocido.
Le di por completo la espalda y abrí un poco el compás de mis piernas y arqueándome saque de manera provocativa mi trasero, puse mis manos en mis caderas y me quedé así un par de minutos para que su camarita grabara todo lo que quisiera. En esos momentos sentí que empezaba a mojar mi tanga. De sólo ver la cara de excitado y sorprendido del chico me dieron ganas de regalarle otro ángulo. Con tal descaro y sin importarme estar en plena calle mientras hacia plática con mi amiga y en plena complicidad dejó caer sus llaves en medio de nosotras para que me inclinara a recogerlas, cosa que hice muy lentamente abriendo un poco mas el compás y floreando así en todo su esplendor mis excitadas nalgas. Para ese entonces su maleta la tenia justo en medio de mis piernas.
Miré mis pechos y mis pezones estaban muy parados y se notaba demasiado. Después di media vuelta con mi amiga y ahora ella estaba de perfil ante aquel desconocido, ahora le tocaba a ella. El chico al notar nuestra disposición se descaró y empezó a tomarle el trasero a Marvi, casi le da la vuelta completa y grabó unos buenos frontales, que a decir verdad se le marcaba muy rico su raja con esa diminuta tanga que llevaba. En esas estábamos cuando se acerca un vigilante de la tienda, y el chico no hizo nada más que salir con pasos apresurados y perderse entre la gente. Por un momento nos asustamos, pero el de seguridad sólo paso de largo. ¡Vaya manera de cortarnos la cachondería!

Empezamos a caminar y a reírnos de lo que habíamos hecho, y por fin entramos a un buen restaurante. No había mucha gente, tal vez 6 o 7 mesas ocupadas, pero el lugar era muy agradable y elegante. Y desde que entramos hombres y mujeres no dejaron de mirarnos, ¿será que nos veíamos muy zorras?. Un mesero ya de edad nos atendió, y no dejo de mirar con descaro los pechos de Marvi una y otra vez, y después de ordenar suculentos platillos nos percatamos de una mesa con cuatro caballeros guapetones que no dejaban de mirarnos. Tanta eran sus miradas provocativas que decidimos cachondear un poco con ellos para ver que pasaba. Marvi se sacó un poco la tira de sus costados de su tanga para que se notara por encima del pantalón, y yo crucé mis piernas torneadas y blancas para enseñarlas al máximo, sin reparar en bajarme un poco el vestido que ya se me subía mucho por la posición.

Así pasaron unos minutos y decidimos ir al tocador de damas, claro que al pasar frente a su mesa moví mis caderas con mucha sensualidad, para que se deleitaran y chulearan mi culo. Marvi, pasó con un meneo de nalgas que su vaivén realmente atraía a todos y todas. Uno de los tirantes de su blusita lo dejo caer a propósito y sus pechos grandes y firmes parecían que salían. De regreso nos agradecieron el espectáculo alzando sus copas. Nosotras les sonreímos coquetamente.

Una vez que empezamos a comer se acerca el mesero entregándonos una nota de papel y una botella de vino, diciendo que era cortesía de la mesa de los caballeros, la nota decía:
- Ante tanta belleza y sensualidad desbordada nos atrevemos a invitarlas a compartir en nuestra mesa, por favor, cúmplanos el deseo de consentirlas y conocerlas

Eso era justo lo que andábamos buscando, agradecimos con una sonrisa coqueta y nos paramos para ir donde ellos. Todos muy educados y atentos se presentaron dándonos tronados besos en las mejillas y después nos sentamos de lo mas agradecidas, realmente todos eran simpáticos y muy elegantes, hombres jóvenes maduros y con clase. Se decían un grupo de médicos que estaban en un curso en la ciudad por unos días.

Nosotras correspondimos también presentándonos, obviamente mentimos en nuestros nombres y lugar de origen, dijimos que acompañábamos a nuestros esposos en un viaje de negocios y estaban de trabajo. Que se desocupaban muy tarde y pues para no aburrirnos esperando en el hotel salíamos a conocer la cuidad. Las miradas de todos eran muy insinuantes y provocativas, con tal descaro no paraban de mirarnos los senos, y a mi en especial las piernas, me sentí muy deseada y con ganas de más, ya que una ligera sensación de liquido salía para humedecer mi tanga. La plática transcurría con más confianza y los piropos subían de tono, insinuaciones a Marvi como:
- No entiendo como esta preciosidad pueda andar sola, si yo fuera el esposo la tendría ocupada amándola todo el día.

Para todo agradecíamos con cachonderia y provocativamente. El tiempo pasó de lo más ameno hasta que uno de ellos sugirió ir a un bar, cosa que aceptamos de manera gentil, salimos del restaurante y mientras nos dirigíamos al estacionamiento uno de ellos, Juan Carlos, que había sido el más atrevido conmigo me susurra al oído, a la vez que me ponía las manos por detrás de mis caderas y apretaba fuerte:
- Nunca había visto una pelirroja con tan buenas nalgas. ¡me encantan!
- Gracias. que lindo eres y que bueno que te gusten.

Sentí que un escalofrió muy caliente recorría mi piel, y no sabia mas que decir, así que solo le regale una sonrisa muy coqueta, y nos dispusimos subir a su camioneta, solo que dos de ellos en el momento se despidieron pretextando otra salida. Marvi se fue en la parte de atrás con Mario y se sentaron muy pegados, y yo adelante con Juan Carlos. El muy amablemente me abrió la puerta y al momento de subir abrí un poco más de la cuenta mis piernas para mostrarle mi raja cubierta con mi tanga ya muy húmeda. Mientras daba la vuelta para tomar su lugar en el volante, me senté rápidamente y ya sentada me subí el vestido descaradamente para mostrar mis piernas en plenitud y un poco de mi tanga que asomaba por debajo del vestido. Juan Carlos sólo me miro de pies a cabeza y a distancia me envió un beso silencioso, que yo respondí mordiéndome el labio inferior. Realmente me sentía como una señora muy zorra haciendo eso.

Llegamos a un bar muy tranquilo y acogedor, buscamos un rincón muy privado y ya en pareja nos soltamos un poco más, y entre tanta platica cachonda, cigarros y un poco de alcohol deje soltarse y consentir a Juan Carlos, primero que me pusiera una mano en la pierna, poco después que la acariciara desde mis rodillas hasta por debajo del vestido y por último me diera besos en la mejía y en el oído, a la vez que me decía cosas muy excitantes y provocativas:
-Eres un mujerón, te vez como una hembra inquieta y hambrienta. Como se nota que en casa no te dan lo que te mereces.

Sin duda tantas caricias me estaban calentando, y no sabía cuanto tiempo mas podría aguantar así. Recordaba mi papel de señora casada y titubeaba, pero ya había llegado lejos y ese juego me estaba gustando mucho. Marvi por su parte no la pasaba mal, estaba muy pegada a Mario y éste la abrazaba por la cintura y se dejaba besar en el cuello y en los hombros desnudos porque ambos tirantes de su blusa habían ya caídos, y la mitad de sus pechos grandes y firmes se salían pidiendo ser devorados. No saben cuanto disfrute ese momento, estar cachondeando con un desconocido atractivo y simpático, lejos de casa, me sentí libre y estaba haciendo algo que hacia mucho tiempo deseaba: comportarme como una verdadera puta, ya que mi marido siempre me ha respetado mucho.

En un momento de esos sin decirme más Juan Carlos tomo mi mano por debajo de la mesita y la llevo a su verga. Y me dijo al oído:
- ¿Ya viste como me pones mi chula?
- Oh, la tienes bien parada y dura.

- Así es mi pelirroja, y no sabes cuantas ganas tengo de que me la pongas más dura.
- Ay Juan, no creo que se pueda mas, la siento bien parada. ¿Quieres que lo consienta un poco?

- Claro mi chula, mi verga te necesita.

Acto seguido me abrazo hacia él por la cintura, y con la otra mano me tomó del mentón y me empezó a besar las mejías muy rico. Con la punta de su lengua me acariciaba el oído, pensé:
- Este hijo de puta realmente sabe como calentarme.

Me dejé llevar y cerré los ojos y no hice mas que poner una mano por encima de su pantalón y empezar a sobarle la verga, acariciarlo de arriba abajo y apretarlo fuerte. Quería bajarle el zipper y meter mi mano para sacárselo y así darme gusto, pero finalmente no estábamos solos y eso me detenía un poco, pero también me excitaba que nos pudieran estar viendo. Aunque tengo que confesar que soy un poco exhibicionista. De pronto abrí los ojos y mire enfrente de mí a Mario con unos ojos de excitación que veía todo con interés y ganas de participar, ya que Marvi se había levantado al baño, le sonreí coquetamente y seguí un poco más con lo que hacia para darle espectáculo, pero llegó un momento que ya no podía más y dije:
- Juan, sácame de aquí por favor. Llévame contigo a donde tu quieras, pero hazlo rápido por que si no, te saco la verga aquí mismo y te la empiezo a mamar.

Rápidamente nos levantamos después de poner un billete en la mesa y dejar pagada la cuenta, caminamos hacia el baño que estaba escondido y quedaba hacia la salida para esperar a Marvi, me pegué de frente a Juan Carlos mientras me decía cosas calientes y seguía sobándole la verga disimuladamente. De pronto sentí la mano de Mario acariciarme las nalgas, lejos de molestarme me calentó mas y no hice nada para detenerlo, como la tela del vestido era muy delgada sentía que me acariciaba el culo por encima de mi piel. Juan no se dio cuenta de nada por que el lugar estaba semi-oscuro. Todo terminó cuando salio Marvi sorprendida de vernos allí parados. Le dije que ya no aguantaba más y necesitaba sentir una verga dentro de mí, ella me dijo que quería lo mismo desde hacia rato, que ya no podía con tanta calentura y traía empapada su tanga.

Una vez en la camioneta nos dirigimos a un motel los cuatro juntos, nos dieron una suite y le pedí a Juan que nos quedáramos afuera, en el garaje, que dejáramos a Marvi y Mario agasajarse en el cuarto, que yo quería algo más duro, cosa que le éxito mucho al escucharlo. Me despedí de Marvi en la puerta y apagamos nuestros celulares.
-Es hora de consentirnos amiga. Comportémonos como dos perras en celo, hambrientas de verga y pasión.
-Por supuesto Chabelly, ahora sentiremos una verga diferente a la de nuestros maridos. y creo que nos va a gustar mucho.

Vi cuando Marvi se colgaba a Mario del cuello, y éste la cargaba de las nalgas para que ella con las piernas se enrollara en su cintura, y así cerraron la puerta.

Juan tomo mis dos manos con las suyas y las puso en mi cintura por la espalda, me abrazó con fuerza mientras me hacia caminar lentamente hacia atrás hasta topar con la camioneta, yo tenia los labios entreabiertos pidiendo me comiera a besos.
- Empezaré por mamarte esos labios carnosos que tienes mi chula. te voy a besar en cada rincón de este cuerpo de tentación que te cargas.
- Si Juan, chúpame todo lo que quieras. soy toda tuya mi amor.

No esperamos más y empezamos a comernos a besos, primero me beso despacio, como saboreando, me mordía suavemente los labios y así estuvimos un rato, después con más fuerzas, me metió la lengua hasta la garganta, la sacaba y volvía a meter con un ritmo muy rico. Pasó poco a poco a mi cuello, mordisqueando y besando, bajó más la boca y con gran maestría me separó el escote y se fue con mis pechos, que ya las había puesto a punto y los pezones estaban mas que duros.
- Oooh. que rico me lo haces amor. no te detengas y mámame las tetas todo lo que quieras.

Su boca era una aspiradora, mordisqueaba mis pezones y chupaba todo mi pecho, mis tetas estaban babeadas. Para ese entonces sus manos me estaban dando un rico masaje de nalgas. Las recorría toda en forma de círculos, por momentos me las apretaba fuerte con esas manos tan viril que tenia, y sus dedos trataban de abrirme las nalgas para meterse en mi hoyito que ya sentía que se dilataba. Me estaba agasajando de lo más rico, hacia tantos años que nadie me agarraba así que no aguante más y tuve mi primer orgasmo, fue tan evidente que se dio cuenta y me dijo:
- Hay chula, se ve que ya estabas necesitando de esto y que lo estas gozando.
- Si amor, me tienes bien caliente y solo quiero mas.. No te detengas y sigue fajándome así mi rey.

-Claro que si mi amor. te daré todo lo que me pidas. ya muero por meterte la verga.
-Si Juan, ya quiero sentirte dentro de mi.

-Te lo meteré hasta el fondo chula. pero antes quiero saborear este rico culo que te cargas y que me vuelve loco.

Me volteó de espaldas y abrí mis manos para agarrarme de la camioneta, mis piernas de manera natural se abrieron y quedé a merced de él. Me aprisionó con fuerzas y empezó a restregarme su verga en mi culo, mientras mordía mi cuello y con sus manos me masajeaba las tetas. No sabía más, estaba rendida a aquel desconocido que solo lo que hacia era hacerme sentir como un hembra. Sus palabras fuertes y groseras lejos de incomodarme me estaban excitanto y gustando. Me tenía a su merced, estaba como una puta dominada.

Poco a poco fue bajando su boca por mi espalda, el gran escote del vestido le permitió ir chupándome toda, es una parte débil y se dio cuenta, lo hacia con tanta delicia que se me puso todo el cuerpo chinito. Fue bajando hasta llegar a mi trasero, me alzo el vestido hasta la cintura y con la pura boca me puso la tanga a media pierna. Me besó toda la nalga, me dio besos muy calientes y tronados, lengüeteadas riquísimas. Hasta que me abrió las nalgas y empezó a lamer de abajo hacia arriba, una y otra vez, se detenía por momentos en mi hoyito y allí se quedaba con su lengua perforándome, y yo seguía en la misma posición. Fue tan maravilloso ese momento que me sentí la hembra mas agradecida del planeta. Empecé a gemir de placer:
- Amor, tienes una lengua maravillosa. chúpame más por favor, no te detengas que quiero mas. auugh. así. auugh.
- Nunca había probado un culo tan rico mi pelirroja. realmente es grande y delicioso, digno de una perra como tu.


Así estuve unos minutos, sin moverme y disfrutando de lo que me hacia, hasta que le dije:
- Méteme la verga cabrón, ya quiero sentirla, por favor. ¡¡Quiero verga...!!
- Si mamacita. Te daré gusto hasta que estés satisfecha.

No dejó que me volteara y comenzó a bajarse el pantalón, sacó su verga y me lo restregó en el culo. me lo pasaba lentamente por todo mi trasero.
- Siente lo que te vas a comer mamacita.
- Ayyy Juan, la tienes muy grande, que rico mi rey. Dámela ya por favor.

Y sin más que decir me fue metiendo la cabeza primeramente en mi raja. No tuvo problemas para entrar hasta el fondo porque ya me tenia muy lubricada. Me empezó a bombardear muy rico, primero suave, agarramos un ritmo muy delicioso que me prendía. Pero le pedí más:
- Métemelo todo mi rey. Quiero sentirte hasta el fondo por favor. Mira que me tienes chorreando.
- Gózalo mi reina. Sólo que tienes las nalgas muy grandes.

- Entonces ábreme todo el culo y entiérramelo con ganas papi.

No se lo pedí dos veces, sabia como hacer su trabajo y yo estaba entregada a él. Por un momento la culpa por entregarme a otro hombre apareció, pero recordé tantas engaños de mi esposo y gocé de una venganza que inconcientemente había provocado. Al fin de cuentas se lo merecía y lo que estaba sintiendo entre mis piernas era tan irresistible que pudo más. Aquella daga perforaba cada vez más aprisa, mi respiración se agitaba y sudaba sin parar, mis piernas tensas empezaban a temblar y mis gemidos se hacían más fuertes:
- Así Juan, oooohh. Que rico me coges papi, no te detengas
- Desde que te vi llegar me encantaron esas nalgas y ese rico meneo que tienes al caminar.

- ¿Era lo que querías verdad cabrón? Meterme la verga hasta el fondo. Pues ya me tienes entonces. ¡Ya soy tu puta!
- ¿De veras eres mi puta?

- Soy tu puta, tu perra, tu hembra. Todo lo que tú quieras pero por favor no me saques la verga.
-Oírte esas cosas me calientan. Oye reina. Pero ahora yo quiero mas ¿me dejas metértela por el culo? Anda di que si.
-Ahorita no te puedo negar nada cabrón, hazme todo lo que tú quieras.

Enseguida empezó a lubricarme mi hoyito con mis propios líquidos que salían de mi vagina. Seguíamos en la misma posición: parada y pegada a la camioneta por enfrente, con el vestido enrollado en la cintura, las piernas abiertas, mi tanga a media pierna y con las tetas descubiertas, bien arqueada sacando las nalgas. y él detrás de mi. ¡que rica posición para coger!.

Lentamente introdujo su verga en mi culo. Primero su cabeza se abrió paso y forzó la entrada, así se metió poco a poco por completo. Lo sentí realmente cuando estuvo toda dentro de mí que me hizo gritar de dolor y placer. No era mi primera vez, ya que mi esposo le encantaba darme siempre por allí, pero yo me ponía tensa y nunca pudo metérmela completo, y se conformaba con introducir un dedo para masturbarme. Así que sin querer me estaban desvirgando el culo por primera vez con una polla, que a decir verdad era más grande que la de mi esposo. Me sorprendió que pudiera entrar a placer, y sin más se estaba convirtiendo en una brutal y plácida experiencia. Con tal maestría me empezó a mover en un ritmo que el dolor se quito para convertirse en puro placer.
- Así papi, ayyyyy. ayyyy.
- ¿Te duele mi puta? ¿Quieres más despacio?

-Nooooo, dámelo duro mi rey, quiero mas fuerte, nalguéame por favor.

Me tenía tomada de las nalgas con sus dos manos, y enterraba sus dedos en toda mi carne, hasta que sentí la primera nalgada que me hizo abrir los ojos y aferrarme con más fuerzas del costado de la camioneta. Estaba extasiada de placer y solo quería más y más. Las nalgadas continuaron unas tras otras por varios minutos, alternando las dos manos, y con la piel mojada de sudor dolían más y se escuchaban muy fuertes, no se si mas que mis gritos y gemidos hasta que le pedí que parara, me estaban ardiendo las nalgas y los empujones de su verga en mi culo iban en aumento. Sentí mi hoyito muy caliente, cosa que nunca había sentido antes, los ojos las tenias en blanco y con tanto calor mi respiración se convirtió en agitación y me faltaba el aire.

Fui perdiendo el sentido del tiempo poco a poco. Solo alcanzaba a oír murmullos de Juan sin comprender exactamente que me decía, pero las embestidas de su verga me mantenían en pie. Entré en reacción cuando un jalón de cabellos me hizo mover la cabeza, era una mano de él que con sus dedos entrelazaban mi cabellara roja y jalaban hacia atrás al mismo tiempo que nuevamente me empezaba a nalguear, con tanta agitación no sentí dolor. Sólo sentí el golpe de sus manos grandes y fuertes posarse en el bulto de mis nalgas, así permanecimos unos minutos hasta que no aguantamos más y nos venimos al mismo tiempo.
-Augggh. Me haces gozar de placer cabrón de mierda, eres un buen semental.
-Y tú una buena perra para coger mi reina. Se ve que te encanta hacerlo por el hoyito, me vaciaste toda la leche.

Así nos quedamos un rato mientras disminuía nuestros latidos del corazón, me abrazaba por la espalda y yo le agradecía lo que me había hecho sentir. Y claro, mientras terminaba de vaciarse en mi culo.

Nos metimos en la camioneta en la parte trasera y bajamos los cristales, reposamos abrazados dándonos un buen agasaje de besos mientras nos desnudábamos por completo. Me acariciaba toda y me decía cosas lindas y bonitas, y otras más calientes y excitantes. Así pasaron unos minutos, nuestra piel se fue enfriando y dejamos de sudar. Pero de pronto me empezó a besar tan rico que me fui prendiendo, mis pezones se endurecieron y no dude en agarrarle su polla otra vez y empezar a pelársela.
- ¿Me dejas probártelo un poco amor? Estoy hambrienta.
- Un poco no mi chula, quiero que te lo tragues todita.

Me acomode bien y baje mi cabeza hasta encontrar su polla que para mi era un dulce. La agarré con mis dos manos del tronco, ¡Y vaya que si era grande!. Me mojé los labios y empecé con mi lengua a pasárselo en todo el tronco, hasta llegar a la cabeza que es lo que mas me gusta. Realmente lo saboreaba muy rico.
-Ay papi, este dulcecito que me estoy comiendo sabe esplendido, ¿lo puedo morder tantito?
-Haz lo que más te guste chula, es todo tuyo.

-Mmmm. que rica verga te cargas cabrón. me esta encantando mamártelo, y eso no es bueno, porque después siempre voy a querer que me lo des.
-Eso no es problema, para mi seria rico que me la mamaras siempre.

Para ese entonces ya lo estaba mamando con descaro, lo chupeteaba, lo mordía, me lo metía en la boca todo lo que podía y lo sacaba lentamente. Y volvía a empezar.
-Oooooh mami, que buen trabajo me estas haciendo, se ve que eres una buena mamadora de vergas también.
-Me apenas que sea tan evidente, pero es algo que disfruto hacer y más con esta verga tan grande que tienes.

Así seguí un buen rato, a veces sentía que ya se iba a venir en mi boca pero es de largo aguante, confieso que por mas que intente meterme toda esa polla en mi boca nunca lo logré, y eso que me lo metía hasta la garganta. Durante la mamada monumental que le estaba dando me acariciaba el trasero, y a ratos me nalgueaba con palmaditas, metía hasta cuatro de sus dedos en mi vagina y me masturbaba. No pude más y me vine nuevamente.

Juan Carlos al darse cuenta que me estaba chorreando bajó su boca a mi vagina y me chupo toda, me abrió las piernas de par en par como pudo y siguió dándome placer un buen rato. Exploraba con su hábil lengua todos los rincones de mi vagina, se abría paso con sus dedos y la metía hasta donde podía, yo solamente agradecía con los ojos cerrados mientras me pellizcaba los pezones. Pero después de un buen rato le pedí que me cogiera nuevamente:
- Por favor Juan, necesito esa rica polla dentro de mí otra vez. No me hagas sufrir más.

Se acomodó bien en el asiento de atrás y yo me monte sobre su verga, me arqueé todo lo que pude y comencé a cabalgarlo. Mis movimientos iban aumentando, primero en forma de círculos y después arriba y abajo. Estaba sorprendida de su aguante, ya que con mi esposo nunca pasábamos de 15 minutos, no sé que tenía ese hombre que yo le pedía más y más. le rogaba para que me follara:
-Así papi. Dame toda tu polla.
-Me encanta tu meno mi puta. Te mueves muy rico.

Los movimientos cada vez eran más aprisa, sus embestidas empujaban con más fuerzas en mi coño. Me metía su polla en mi vagina como si siempre hubiera sido de él. Al mismo tiempo que le restregaba mis tetas en su cara:
-Cómetelas mi papi. Devórame mis tetas que están duras de tanto placer que me das - le decía

Sin reparar en nada el muy cabrón comenzó una comida de tetas increíble. Me las mamaba con maestría, me succionaba los pezones y a ratos me los mordía. Yo misma con mis manos me agarraba las tetas y le daba de comer en su boca, estaba toda babeada que su saliva me escurría por en medio de mis pechos y se confundía con el sudor que nuevamente salía de mi cuerpo caliente. Tenia el un cuerpo de perra hambrienta de verga.

Con sus manos me abría las nalgas y hacia que me sentara con más ganas en su polla, que estaba muy caliente. Sentía que en cualquier momento me iba a partir en dos y hábilmente fue introduciendo su dedo índice en mi culo. Hasta que logro meterlo todo.
- ¡¡¡ Ohh Dios mió que placer.!!!

No quería que eso terminara y le pedí nuevamente que me nalgueara, que me tratara como a una verdadera puta, como nadie antes me había tratado. Todo eso era muy excitante para mi y le rogaba que me diera mas y mas. Ahora mi culo quería ser penetrado.

-Por favor Juan. Méteme la verga en el culo. No aguanto más. Ooh te quiero sentir por detrás papi.
-Voltéate de espalda mi chula. Así te podré romper el trasero a mi gusto.

-Claro que si cabrón. Dime como quieres que me ponga para que me penetres el trasero.

Me colocó a su antojo, ahora quedaba montada de espaldas. Me agarré como pude de los asientos delanteros mientras me lubricaba el culo con mis propios líquidos, lentamente empecé a sentir la punta de su cabeza entrar. No sé porque, pero ahora la sentía mas grande, más gruesa, más rica. Me fui sentando en su polla poco a poco hasta que lo tuve en todo su esplendor en mi interior. Como pude ahogue un grito de dolor y me enterró sus dedos en mis nalgas y las empezó a mover en círculos. Suave, rico. Así nos quedamos unos minutos, en total silencio, yo con los ojos cerrados lamiendo mis labios y mordiéndomelos. Era un placer total, algo que nunca me había dado mi esposo en tantos años de casada.

El silencio se fue cuando sentí una de sus manos golpearme las nalgas, un golpe en seco que me hizo saltar y escapar un gemido de placer a la vez que jalaba de mi cabellera hacia atrás. Ahora si me tenía bien clavada la verga, era una posición que le permitía hacerlo con tal descaro.
- Vamos mi puta. Muévete más, quiero romperte el culo como nunca antes te lo han hecho.

Me excitaba mucho escuchar cosas sucias y groseras. Me sentía una cerda que ni a mi esposo le habría permitido hablarme así nunca. Pero en ese momento estaba rendida y dominada por aquel desconocido.
- Eres un cabrón de mierda. Me haces comportarme como la más puta de todas las mujeres. ¡Cógeme más por favor!
- Eres la zorra más ardiente que he tenido. Una señorona para coger. Que culo.

-Fóllame muy rico cabrón. Como solo tú lo sabes hacer. No como al pendejo que tengo en casa.
-A ese cornudo le sobra vieja para coger. Eres mucha hembra para ese pendejo de puta.

Estaba en el clímax. Extasiada de un dolor en el culo por tantas embestidas de su verga, ardiendo de las nalgas por tantas nalgueadas, con la boca abierta tratando de donde sea sacar aire para respirar. No tenía noción del tiempo. Solo deseaba que ese semental nunca más dejara de cogerme.

Me vine dos veces en esos bellos minutos que duró la culeada, hasta que me apartó y colocó mi boca otra vez en su verga caliente.
-Mama mi polla zorra, trágatela toda.
-Si papi, quiero lechita. Anda por favor. Dame leche.

Sin pensarlo mas me llenó de leche caliente la boca. Eran chorros y chorros que salían de aquella verga, me apresuré a tomarla toda, abría mi boca lo más que podía. Aun así deje escapar unas gotas que escurrían por mi mentón y después caían en mis pechos.
Me la tragué toda de un solo golpe, el sabor espeso, salado y caliente quemaban mi garganta y todas mis entrañas. Rápidamente me llevé su polla otra vez a mi boca, mientras chorreaban unas últimas gotas. La exprimía succionando con fuerzas, hasta que no quedó nada.

Debo confesar que nunca antes había tragado semen. Fue mi primera vez, me gusto tanto que ahora es algo que siempre pido al follar.

Me quedé recostada en sus piernas. Exhausta de tanto coger, saboreando aún el semen caliente en mi boca mientras recobraba el sentido y la noción de las cosas. Sus manos acariciaban mi cabellera roja y le pedía que nos siguiéramos viendo, que tenía que volver a repetir esa culeada tan mortal que me había dado. Tuve que confesarle mi verdadero origen y le conté lo desdichada que en mi matrimonio era.

Me escuchó con atención y coincidimos en volver a vernos pronto. Nos vestimos y me pidió que le regalara la tanga que traía, cosa que se me hizo muy morbosa y no dude en entregárselo, nos acomodamos en la camioneta mientras nos abrazábamos y besábamos a placer.

Marvi después de unos minutos salio con Mario recién bañados. Sin decirnos mucho salimos de eso motel en el que tanto placer había sentido y nos pasaron a dejar al centro, donde habíamos guardado nuestro auto. Eran a las 7.30 p.m. Intercambiamos números telefónicos y nos quedamos de hablar al siguiente día.

Me despedí de Juan con un apasionado beso y manoseo de nalgas, que hasta ese entonces reparé en el ardor que ya sentía, y que en los dos días siguientes no se me quitó y no pude sentarme por la culeada y nalgadas recibidas.

Llegué a casa con mi cuerpo aun sudoroso, con olor a semen y sin ropa interior. Mi esposo veía entretenido TV y solo me preguntó que si todo había salido bien. Cosa que acepté con una sonrisota. Ay grandioso carnudo, si supieras la culeada que me acaban de dar. Después fingí estar cansada, me duche y me dispuse a dormir pensando en la rica polla de Juan Carlos.

Alicia mmm¡¡¡

Hace tiempo que la conozco, en la actualidad tiene 19 años y está recién casada. La conocí desde que ella era estudiante de secundaria, vive en una colonia aledaña a donde yo vivo y su familia y la mía se conocen desde hace un buen de tiempo.

Alicia es delgada, de buenas nalgas, senos pequeños, blanca y de pelo rizado, tiene ojos claros y una boquita deliciosamente mamadora. Hace unos días la encontré en el super ya que, generalmente, yo me encargo de las compras y ella andaba en lo mismo, al verla de lejos y reconocerla, me acerqué saludarla, ella me correspondió al saludo con un beso en la mejilla y mientras hacíamos las compras platicamos de algunas boberías y de nuestras respectivas parejas. Me comentó que se sentía decepcionada de haberse casado tan joven porque su marido casi no la dejaba salir y que era muy celoso, al verla tan atractiva con minifalda, blusa escotada y medias muy transparentes, pensé que era imposible no celarla y cuidarla pues se veía muy hermosa y deseable, de hecho, tenía el pito bien tieso pensando en lo que podría hacer con ese cuerpo y esa boquita. Ya para despedirnos le dije de repente y, lo confieso, deseando que aceptara:

- Pequeña, ¿Te gustaría salir conmigo a comer o a tomar un trago uno de estos días?
- ¡Si, claro!... pero debo hacerlo un día que no esté mi esposo para poder salir a gusto.

Decidimos ponernos de acuerdo, le dejé el teléfono de mi oficina para que me llamara en cuanto pudiera y como a los tres días, recibí su llamada. Recuerdo que era viernes y me comentó entusiasmada que su esposo, por cuestiones de su familia que vive en Morelia, debía salir todo el fin de semana y regresaría el martes siguiente. Esta situación nos permitió acordar nuestra cita para ese mismo día por la noche, me comentó que me llamaría al móvil para avisarme cuando su marido ya se hubiese marchado y que en un lapso de tres horas después debería recogerla en determinado lugar, así lo hicimos y como a las nueve de la noche ya la estaba recogiendo.

La imagen que vi me dejó turuleco, vestía de manera muy provocativa, zapatillas de color azul claro, mini-vestido del mismo color, medias blancas, el pelo suelto y con un maquillaje muy tenue que resaltaba la belleza de su cara. La saludé con fuerte abrazo, un beso casi sobre la boca y unas caricias un tanto atrevidas sobre sus caderas. Notando que no oponía resistencia, la tomé por la cintura, nos subimos a mi auto nos dirigimos a un bar del centro de la ciudad. Al llegar, algunos clientes voltearon a ver a mi linda acompañante y no faltó un discreto silbido, nos sentamos en un apartado, uno al lado del otro y pude ver a la tenue luz del bar, cómo su mini-vestido se recogía sobre sus piernas y noté que sus medias estaban sostenidas por un liguero bastante sensual, de encaje.

Pedimos unas copas y mientras yo pensaba en la forma en que la abordaría para poder seducirla, aunque mis chaquetas mentales, después descubrí, no eran necesarias pues ella estaba decidida a darme todo lo que yo quisiera. Entre bromas y risas fuimos consumiendo algunos tragos más, ya un poco achispados nos acercábamos y nos abrazábamos sin mucho recato ya que estábamos en un lugar en donde ese tipo de cosas no escandaliza a nadie, al menos, eso creo. En determinado momento me dijo que iría al tocador, ese abandono momentáneo lo aproveché para acomodarme la pinga, pues estaba muy incomodo por la erección tan fuerte que estaba experimentando. Cuando ella regresó, sin más ni más, se sentó en mis piernas y me dijo, casi mordiéndome una oreja: ¡Estoy ardiendo, me encanta estar contigo, nunca había salido a un sitio como este, gracias por traerme!

Esta reacción de Alicia, me dio la pauta que esperaba y tomándola por las caderas, le acaricié discretamente sus piernas, ella entrecerró los ojos y permitió mi avance lento debajo de su vestido, sentir la suave calidez de esos muslos deliciosos me provocó dolor en los testículos y la verga, seguí mi avance debajo de su ropa y al momento de llegar a tocar su puchita, ella me entregó sus labios en un beso tan candente que sentí que me venía ahí mismo. Traté de tranquilizarme y retirándola de mis piernas, pedí la cuenta, pagué y salimos abrazados de ese lugar y nos dirigimos a mi departamento de solterito. Al llegar, solamente encendí una luz de pedestal para poder mantener la cachondería que nos llenaba a ambos, nos pegamos en un apretado abrazo y mientras nos comíamos a besos mis manos se regodeaban con sus nalguitas, le levanté el vestido y mi dedo medio servió de guía a mi mano derecha que se introducía entre sus nalgas toqueteándole el culito y todo lo demás.


Alicia gemía como una perra en celo y afanosamente trataba de abrir mi pantalón; cuando alcanzó a abrir mi bragueta, metió su manita caliente entre mis calzones y tomó el tronco que tenía oculto ahí. Por un momento la dejé hacer lo que estaba haciendo, después la retiré y la volteé de espalda, la llevé hacia un sillón y la acomodé de tal forma que su culito quedara levantado, me quité completamente el pantalón y demás ropa, ella movía de un lado a otro sus caderas, le subí el vestido y pude apreciar una tanga blanca de encaje y sus medias sujetas por el liguero, al acariciarla sentí la tersura y calidez de su cuerpo. Me incliné un poco atrás de ella y mi lengua se incrustó entre sus nalgas, aún sin quitarle la tanga, lamí y mordisquee todo lo que pude, Alicia abrió sus piernas y se agachó más, esto me permitió llegar a su puchita, me puse de rodillas completamente y sobre la tanga, le propiné una serie de mordidas mas o menos fuertes pero sin llegar a dañarla, ella gimoteaba más fuerte cada vez y con una mano, se empezó a liberar de su tanguita, le ayudé a quitársela y al fin pude ver completamente esa panocha tan rica que se me estaba ofreciendo.

Al tenerla sin calzones y agachada, pude acomodarme mejor detrás de ella y mi lengua y labios empezaron un trabajo de chupeteo riquísimo, se arqueaba, se retorcía, gritaba pero no cambiaba de postura, esta sesión de lengüeteo y mordiscos logró que mi deliciosa amante llegar a un orgasmo fenomenal, sus espasmos acompañados de agonizantes gritos me indicaron el momento en que se venia a raudales, pegué mi boca con mas fuerza a su panochita y sorbí su caliente humedad hasta la última gota recorriéndole con deleite hasta su rosado culito que se estremecía con cada lengüetada que recibía.


Para esos momentos, mi pene ya era un brasa ardiente y doloroso, sentía la enorme necesidad de metérselo todo para saciar mis ansias pero, con todo y mi deseo incontenible, la dejé reposar un momento acariciando suavemente sus nalgas y su rajadita húmeda. Me puse de pie, la coloque de frente a mí y nuevamente nuestras bocas se juntaron en un apasionado beso, mis manos buscaban, temblorosamente, la cremallera de su vestido y al ir quitándoselo, pude apreciar sus senos pequeños y rosados sin sostén, los pezones se erguían retadoramente y debido a su acompasada respiración subían y bajaban provocadoramente. Mi mano derecha se acomodó sobre una de sus chichitas y la otra se deslizó sobre su calientita rajada, esto ocasionó que mi pequeña putita iniciara un nuevo jadeo entrecortado y lujurioso. Tenerla desnuda, solamente con medias, liguero y zapatillas era algo más que un sueño hecho realidad, era divinamente celestial y sus gemidos eran música para mis oídos.

Al poco tiempo de estar jugueteando con su panochita, su culito y sus senos, la llevé a otro sillón mas largo, le pedí que se recostara utilizando de cabecera uno de los posa-brazos, al hacerlo, me coloqué frente a su cara y le ofrecí mi caliente verga mientras con una mano le seguí tocando su pucha y sus chichitas, ella se acomodó mejor y tomando con una de sus manitas mi tronco, lo empezó a lamer delicadamente, mis dedos seguían hurgando el interior de su rajadita y observaba como su lengua caliente recorría, desde los testículos hasta la cabeza, todo mi pito. Le dije que se lo metiera en la boquita y ella no lo dudo, abriendo lo más que podía sus labios, lo engulló casi todo, mis dedos continuaban introduciéndose en su cosita y empecé el movimiento de mete y saca dentro de su boca, la tensión que se había acumulado en todo mi cuerpo estaba por reventar y no dudaba en que me vendría dentro de su caliente boca. Intenté contenerme lo más que pude y contrayendo el ano lo logré en gran medida por unos dos o tres minutos, esta acción me permitió disfrutar al máximo la mamada que mi putita me estaba dando. Después de unos momentos, al sentir que no podría contenerme más, le introduje lo mas que pude dos dedos en su cosita caliente, le frote con intensidad interior y con un espasmo doloroso y un gemido ahogado, descargue una generosa ración de esperma en su boca. Ella se aferró a mis caderas y sin soltar media verga se tragó lo más que pudo de mi leche hirviente, le sujeté el pelo y con palabras un tanto duras la seguí follando hasta que terminé de arrojar toda mi carga de esperma. Un hilillo le escurría por la comisura de su boca y mirándome juguetona, me dijo que quería más.

La tomé de las manos y la llevé al baño, nos metimos bajo la ducha y delicadamente le di un delicioso baño. Lavé con suavidad sus senos, su puchita y su culito, le mordisqueaba las orejitas y el cuello, después, ella se sentó en un banquito de baño y amorosamente me lavó la verga y los testículos, me chupeteo nuevamente de tal manera que, en poco tiempo, estaba listo para seguir cogiéndomela. Como es una chavita mas bien chaparrita, no me costó trabajo levantarla en mis brazos y llevarla a la recámara, la coloqué en el suelo y sequé su hermoso cuerpo con una gran toalla, tomé un tarro de vaselina perfumada y la embadurné toda, desde los dedos de sus pies hasta su cuello y carita, ella se dejo hacer. Pasaba uno de mis dedos constantemente en su culito y se lo oprimía, al sentir esto, ella gemía y se reía preguntándome que qué es lo que me proponía, lo sabía bien, pero su juego lograba que la cachondería regresara a nuestros cuerpos con más fuerza.

Después de esto, fue Alicia quien me cubrió de vaselina el cuerpo y tentadoramente masajeaba mi verga llenándola desde la base hasta la punta, sospechaba que yo quería penetrarla por el culo pues se esmeraba en dejar muy lubricado mi pito. La llevé a la cama y sentándola en el borde la recosté haciendo que sus piernas se levantaran y quedaran sobre mis hombros, me acerqué a su cara y la besé mientras buscaba su raja con la punta roma de mi miembro, al notar mis esfuerzos, tomó el tronco ardiente y lo encamino con dulzura a su rajadita. Teniéndola de patitas al hombro fue relativamente fácil introducirle toda la verga. Empezamos con lentitud y suavidad, mis metida eran lentas y firmes, ella cerró los ojos y cruzó las piernas en mi espalda, sus gemidos ahogados llenaban la habitación, poco a poco mis movimientos se hicieron mas rápidos y rudos, ya no gemía, gritaba como desesperada pidiendo mas verga, retorciéndose experimentó otro orgasmo descomunal, sentí como sus jugos mojaban mi pene y se escurrían por su entrepierna, seguí empujándole el pito mientras terminaba de venirse, al concluir, relajó las piernas, las dejó resbalar hacia el suelo y mi dura y caliente verga quedo fuera de su cosita, me incliné sobre ella y lamí sus juguitos, metí mi lengua lo mas que pude en su raja, se retorcía y reía mientras yo me deleitaba con el sabor salado de su orgasmo.

Al terminar de limpiar su cosita, levanté nuevamente sus piernas pero sin ponerlas en mis hombros, sosteniéndolas con mis manos le lamí su culito rosado, respingó al sentir mi lengua sobre su hoyito, seguí en esta forma por un momento hasta que quedó bien lubricado, la levanté, la puse agachada contra la cama y abriéndola, le metí de un golpe el pito en su pucha, gimió y me dijo que fuera suave porque así le dolía, eso me encendió aún más y en vez de contenerme arremetí con mas fuerza mientras le decía que a las putas como ella se les trataba de esa manera, no se quejó más, solo gemía, se levantó y se sacó la verga, esto me desconcertó pero ella se encargó de tranquilizarme ya que lo que pretendía era montarme a mí, me empujó sobre la cama, se paró abierta sobre de mí y poco a poco se fue sentando en el tronco de mi pene, sentí como se ensartaba ella sola y haciendo círculos, intentó hacer que llegara yo al orgasmo, esta postura me permitió aguantar un tanto más que la primera vez, ella intentaba a toda costa conseguir su fin, me divertí y gocé sintiendo su caliente raja sobre mi verga.

Con un empujoncito la derribé sobre la cama, la puse boca abajo, le coloqué un cojín bajo su pubis y logré que su culo quedara levantadito, le abrí las piernas y recostándome sobre ella, le empuje nuevamente la verga, gimoteó pero no se quejó y el mete y saca que empecé me prendió más, la fui jalando hasta colocarla de a perrito, mis manos la tomaron de sus chichitas mientras le atravesaba su cosita, le saqué la verga y le lamí la panocha y el culo como si fuese un perro en celo, me coloqué otra vez en posición y agachándola contra la cama, deje su culo abierto, dos o tres lengüetazas más y le coloqué la punta de la verga, ella trató de incorporarse pero yo la obligué a que se mantuviera en pose, empujé con fuerza tratando de romper ese culo rico, ella gemía y pedía que no lo hiciera, la volví a insultar diciéndole que putas como ella debían sentir la verga por todos lados, seguí empujando pero me era muy difícil entrar, la paré, vi que lloraba un poco, la recargue contra la cama y le di la verga para que me la chupara un poco, ella sabía que no cedería en mis intentos y llenó lo más que pudo de saliva la cabeza morada de mi pito, se lo saqué de la boca y se lo coloqué en el culito nuevamente, un empujón bastó para que, con un grito feroz, ella recibiera en sus entrañas la mitad del pito.

Me detuve un momento para dejar que su cuerpo se acostumbrara al grosor de la verga, no se movía , le metí otro tanto el pene y volvió a gritar pero con menor intensidad, me sorprendió de momento porque ella, en un reculón dado a propósito se ensartó toda la verga, volteó a verme y de sus ojos escurrían lágrimas pero aun así sonreía satisfecha, quedamos empalados los dos por un momento más, le acaricie las nalgas, las tetas y la espalda mientras le sacaba un poco el pito, ella se movió y volví a enterrárselo todo, sólo pujó un poquito, se lo saqué nuevamente a la mitad y fue ella quien, nuevamente, , se volvió a ensartar. Empezamos el mete y saca lentamente, seguía llorando pero ya no se resistía, disfruté al máximo al enterarme que yo era el primero que le metía la verga en su rosado y apretado culo, me decía gimiendo que le dolía mucho pero que siguiera, que sí era una puta y que deseaba que la tratara como tal, que era una perra deseosa de verga, que le rompiera bien el culo.

Sus palabras me incitaron a seguir follándola por el ano con mas fuerza, sus gritos se convirtieron en gemidos agónicos, ya no lloraba sólo gemía y gemía. Sentí que el próximo orgasmo de ella estaba a punto de llegar pero yo quería también terminar, así que le saqué toda la verga y se la introduje dentro de su cosita ardiente, se contrajo con fuerza y llegó al final, al sentir su flujo orgásmico no me contuve y a riesgo de lo que pasara, eyaculé con potencia dentro de su panochita caliente, se retorció más y no intentó separarse de mí, se fue doblando sobre la cama y yo seguí detrás suyo, mi verga quedo guardada dentro de su puchita mientras los espasmos de placer y los últimos restos de semen quedaban adentro de mi hermosa y ardiente puta.

Mi esposa con otro

Hace 4 años que estoy casado con ana y si bien nuestras relaciones siempre fueron buenas, en un momento empecé a tener fantasías con ver a mi esposa cojer con otro hombre; en mis pensamientos la veía disfrutar de una buena pija, haciendo todo tipo de chanchadas, ya que la mía mide apenas 12 cm y si bien... nunca se quejó, una vez escuché decirle a una amiga por teléfono que se había cruzado con un ex-novio de la secundaria y para recordarle cual era, le dijo que era el de la pija de 19 cm que tantos dolores y satisfacciones le había dado.

El problema era que nunca me atreví a comentarle mis fantasías ya que pensaba que se iba a enojar y decir que era un deprabado.

Sin embargo, la situación se resolvió de una manera increíble.
Mi esposa que es contadora y lleva los libros, entre otros, de un gimnasio, me llama una noche y me dice que no la espere a cenar debido a que después de salir de su oficina tiene que discutir unos asuntos con la dueña del gimnasio. le dije que no se preocupara ya que estaba cansado y me iba a ir a dormir temprano. sin embargo cené rápidamente y decidí ir a buscarla, ya que no quería que regresara sola.

Cuando llegué, se estaban llendo los últimos clientes, por lo cual el gimnasio quedaba vacío; busqué a mi esposa, pero no pude hallarla, como así tampoco a nadie de la supuesta reunión. En eso siento la voz de Gerardo, uno de los instructores, que dice: apurate preciosa que no tenemos mucho tiempo; grande fue la sorpresa a escuchar la risa de mi esposa que venía bajando las escaleras. Me escondo en uno de los vestuarios mientras ana cierra las puertas del gimnasio y retornaba al piso superior.

Sentía una mezcla de bronca y curiosidad de saber lo que estaba pasando, por lo cual subí sigilosamente y me dispuse a espiarlos. Gerardo estaba ya desnudo de rodillas sobre una colchoneta. Mis ojos no podían creer lo que veían, al margen de su cuerpo musculoso y bronceado, pendía entre sus piernas un pedazo de carne impresionante. Mi esposa se arrodilla junto ha el y le dice: hoy quiero toda tu verga en mi culo, y le empieza a hacer una espectacular mamada. La pija de Gerardo una vez erecta tomó dimensiones monstruosas que le producían arcadas a mi esposa.

Para ese entonces mi bronca había dejado paso a una calentura terrible y sólo quería ver como se revolcaban. Cuando la tuvo bien parada colocó a ana en posición de perrito le pasó una crema por el ano y lentamente se la fue colocando. Mi esposa entre gritos de dolor le decía que nunca supo lo que era realmente el placer hasta que lo conoció. El comenzó a cabalgarla con más fuerzas y realmente yo no entedía como podía entrarle todo eso en el culo. El le presto la pija de el parecía querer más y aunque mi esposa parecía dispuesta a seguir, le dijo que mejor que paren ya que se le hacía tarde y no queríe que yo entre en sospechas, así que se levantó y se dirigió a las duchas; el la siguió por detrás y juntos se metieron en el baño. Cuando cierran la puerta, decido que es hora de irme, y aunque si bien ahora no podía mirar, por lo menos quería escuchar lo que decían. Por lo que oí antes de marcharme, deduzco que ana va a llegar más tarde. Gerardo le decía que quería despedirse de su culo.....y empezaron los gemidos de dolor y placer nuevamente.

viernes, 22 de enero de 2010

Mi Prima

Hola, soy Maria, Soy blanca, cabello rubio, tengo un cuerpo bastante atractivo debido a todo el tiempo que le dedico con dietas y ejercicios. Mis senos son grandes, me los puse a principio de año.

Esta historia es de mi vida, paso un 31 de octubre, Fecha que todo el mundo conoce como el día de brujas, fiesta que se celebra desde hace muy poco tiempo en mi país.

Este año por primera vez tomé la decisión de ir a una fiesta de disfraces con mi prima Ana, ella es muy parecida a mí. Siempre nos confunden, cosa que me encanta por que ella es una muñequita de 20 añitos con prótesis también en los senos. Tiene el mismo corte escalonado al mío, pero algo más claro.

Un día antes de dicha fiesta decidimos ir a comprarnos los disfraces. Teníamos una fiebre de exhibir nuestros senos, y elegimos los más sexis. Ella se compró un disfraz de Diabla que dejaba poco a la imaginación y yo me compré uno de Batichica. Cada uno con sus respectivas máscaras.

Ana siempre me pareció una niñita muy tranquila y con poca malicia incluso muchas veces aunque era muy sexy me parecía muy inocente. Nosotros somos buenas amigas pero jamás hablamos de nuestras intimidades.


Bueno esa noche Juan, un amigo de Ana fue con nosotras a la fiesta. El también estaba disfrazado, había escogido el de Batman. Debajo del antifaz se veía como un muchacho bastante guapo de más o menos 22 años alto, con un buen cuerpo. Es muy caballero y muy atento.

Llegamos a la fiesta en una disco de la ciudad, bailamos tomamos mientras pasaba el tiempo el ambiente se puso más intenso. Ana y Juan se comían a besos mientras yo los veía con disimulo. Al verlos me entró como un fuego intenso en mi vagina.

De repente Ana me mira con picardía y me pide que la acompañe al baño. Esto me calmó un poco. Al llegar al baño Ana cerró la puerta con llave y se quitó toda la ropa. Me dijo:
- Cambiemos de disfraz, hazme la suplencia. Quiero comprobar si Juan se da cuenta.

Yo con lo cachonda que me encontraba no lo pensé ni un segundo. Sólo me cambié de disfraz y cuando salí del baño sólo salté sobre él.

Llegó la hora de irnos. Yo tenía todavía el disfraz de Ana y seguía haciendo el papel de ella. No sabía que responder a muchas de sus insinuaciones, por que no conocía la vida sexual de Ana. Para mi Ana seguía siendo virgen.

Cuando nos montamos en el carro que Juan preguntó que hacer. Ana dijo que su casa (realmente mi casa), estaba sola. Que podíamos ir para allá pero con la condición que en ningún momento nos quitáramos los antifaces. Juan accedió a ir a mi casa sin decir mucho.

Mientras Juan manejaba, me acariciaba las piernas muy suavemente. Con disimulo metía su mano lo más cerca de mi vagina, yo estaba excitadísima pero tenia miedo por Ana.

Después de llegar a casa decidimos abrir unas botellas de vino. Al cabo de unas cuantas copas y unos cuantos cigarros mi prima se levanta a preparar comida.

En eso Juan saltó hacia mí. Era la primera vez que sentía un beso así con tanta pasión. Tuve mi primer orgasmo con tan solo un beso. ÿl empezó a besarme la oreja y poco a poco fue bajando al cuello y a mis senos. Disfrutaba mucho por que se quedó un buen rato en mis senos. Mientras besaba uno jugaba con mi otro pezón. Al cabo de unos minutos bajo muy lentamente a mi ombligo y fue bajando.

Yo estaba súper asustada porque no sabía de Ana. Me excitaba mucho pensar que me estaría viendo. Cuando el se bajó el pantalón y ví su pene. Era el más grande que había visto en mi vida. Sin pensarlo ni un segundo me lo metí a la boca. Mientras jugaba con sus testículos, me encargué de su pene, lo lamía, lo chupaba, lo mordía, lo apretaba, y lo masturbaba.

Estaba loca por sentir su semen en mi boca. Al cabo de un rato el me quitó la ropa y me obligó a que me sentara sobre su cara. Era la primera vez que me hacían el sexo oral de esa manera. Sin pasar mucho tiempo tenía su lengua en mi ano. Estaba tan excitada que yo le abría mis nalgas para que el pudiese meter su lengua más y más adentro.

Mis gemidos eran bastante fuertes. Tuve que inclinarme hacia su pene para seguírselo mamando, mientras el seguía besándome mi vagina. No se veía la puerta de la cocina así que de verdad no sabía nada de mi prima. Pero igual ya no me importaba mucho. Me excitaba mucho.

No paso mucho tiempo cuando empecé a sentir algo extraño. Tenía una boca en mis nalgas besándome y tenía otra boca en mi vagina. Me asusté muchísimo y me dio hasta miedo voltear. Pero no tuve otra opción, tuve que hacerlo.

Era mi prima Ana. Esto me impresionó muchísimo. Yo nunca había sentido el beso de una mujer. Pero era algo que siempre me había excitado mucho y siempre lo había tenido en mi mente.

No aguanté más y quité a Juan de mi vagina. Me fui directo a Ana, ella ya estaba desnuda, pero con la máscara puesta. Los tres seguíamos con las máscaras, tal cual habíamos quedado. Me senté encima de ella y nos quedamos viendo a los ojos por pocos segundos.

Por su mirada ella tampoco había estado con otra mujer. Nos acercamos muy lentamente. Podía sentir su respiración suave pero profunda. No sabía si era su corazón o el mió que palpitaba a gran velocidad.

Cuando nuestros labios se unieron, sentí un hormigueo estremecedor en todo mi cuerpo. Fue el beso más tierno y más ardiente que alguien me haya dado. Nos besamos por un rato mientras Juan nos veía con cara de impresión.

Ana con su inocencia y delicadas manos me arrimó para que me acostara en el sofá. Ella se acostó encima de mí, yo no lo creía. Ella fue bajando muy lentamente hacía mi vagina. Cuando llego a ella, se estremeció mi cuerpo. Era un mezcla de sensaciones que jamás había sentido.

En ese momento le pedí a Juan que se acercara. Juan muy delicadamente se arrodilló detrás de Ana y suavemente le empezó a lamer su vagina y su ano.

Ana empezó a gritar de placer. Sus gritos me volvían loca. Juan sacó su boca y muy delicadamente puso la punta de su pene en su vagina. Ana desesperada por lo que sentía se afincó hacia él.

Era la primera vez que veía la cara de alguien con ese gesto de placer. Ella estaba puesta en cuatro, con un pene enorme dentro de su vagina. Lo estaban disfrutando mucho. Yo me dí la vuelta y me metí debajo de ella. Al principio sólo observaba ese espectáculo, como entraba y salía ese pene enorme de esa vaginita linda rosada recién depilada.

Decidí probar a que sabía una vagina. Apenas puse mi lengua en ella, entendí por que gusta tanto. Ana cuando sintió mi lengua en su vagina dejó de moverse y se inclino más hacia mi boca. Mientras tanto Juan se movía con mucha suavidad.

Los gemidos cada vez eran más y más fuertes. De repente Ana le dijo a Juan que yo también quería. Juan se sentó a un lado y yo me senté sobre él. Agarré su pene y me lo introduje muy lentamente en mi vagina. Ana estaba masturbándose a un lado de mí.

Yo estaba cara a cara con Juan, cuando me dijo al oído:
Te quiero coger por el culo.

Yo no sabía que hacer, porque nunca había tenido relaciones anales. Mi prima me dijo que ella lo ayudaría.

Ana empezó a jugar con mi ano y fue metiendo poquito a poquito un dedo en mi. Yo todavía estaba sentada encima de Juan con su pene dentro de mi vagina. Poco a poco me fui levantando, ana agarró el pene de Juan, lo puso en mi ano y yo intentaba meterlo.

Sentí un dolor fuerte, pero igual, con lo excitaba que estaba no le dí mucha importancia. Ana sacaba el pene de mi ano, lo escupía, luego escupía mi ano y volvía a meterlo.

Al cabo de un rato ya tenía todo el pene dentro de mi ano. Era otro placer que había descubierto esa noche. Empecé a moverme y a moverme cada vez más y más rápido.

No sé como lo llegamos a hacer, Juan se levantó y me acostó en el sofá sin sacarlo de mi ano. Ana se arrodilló cerca de mi boca, para que le mamara la vagina. Yo me estaba volviendo loca y mucho más al momento de sentir como Ana me estaba acariciando el clítoris con sus dedos y su boca.

Sentía que mis gritos los escucharían hasta la esquina. Estábamos sincronizados, cada vez que salía el pene de Juan, Ana me chupaba y ella volvía a poner su pene en mi ano.

Juan dijo que iba a acabar. Ana le pidió que acabara fuera de mi vagina. Juan sacó el pene y se masturbó hasta acabar sobre mis senos. Los gritos de Juan junto eran súper excitantes. Mientras el gritaba, Ana me hizo llegar con una rica chupada sobre mi clítoris y vagina.

Ana terminó de esparcir el semen de Juan sobre mis senos y mis labios.

Luego de todo esto, yo abracé a Ana y la recosté hacia mí.

Hoy en día no sé quién es Juan y probablemente él no sabe quien soy yo. Ana y yo nos seguimos viendo pero no hemos vuelto a hablar del tema. Tampoco lo volvimos hacer, pero fue un experiencia inolvidable.

jueves, 21 de enero de 2010

Colegiala

Susana, Ángela y Andrés vienen de regreso del centro comercial. Ellas ya están haciendo planes para pasar una entretenida velada con él tras su regreso del viaje de estudio que hizo con su colegio. Te echamos mucho de menos estos días le dice Susana que abraza a su hermano, ¿A mí o mi verga? le pregunta él, En realidad a los dos le contesta Ángela, Andrés solo mueve la cabeza.

Ya están cerca de la casa cuando avistan un camión de mudanzas por el otro lado de la calle. Al parecer llegaron nuevos vecinos comenta Susana, Esa casa llevaba bastante tiempo desocupada, pero desde antes que saliera de viaje ya estaban trabajando en ella agrega Andrés. Los tres se detiene un momento a observar de quien se trata. Vaya pero que tenemos aquí, nuevos vecinos y por lo visto están bastante guapos dice Ángela y Susana rápidamente la secunda. Ayudando a bajar las cosas se ve a un par de tipos de unos 25 años más o menos y bien parecidos. Ellas de inmediato empiezan a hacer comentarios y a ver la posibilidad de ir a conocerlos más tarde, pero al final deciden seguir rumbo a casa, Vamonos mejor, o ¿Acaso te gustaron los vecinos? le dice Susana en broma a su hermano al verlo que se queda atrás, Mas bien parece que la nueva vecina le llama la atención dice Ángela y Susana de inmediato se da media vuelta.

Efectivamente ahí se ve a una muchacha, pero no es una chica cualquiera y eso pronto es advertido por Susana, ¿Y esta, de donde salió? comenta ella al ver a esa chica de piel negra que conversa en ese momento con la madre de Andrés y Susana, que esta conociendo a los nuevos vecinos. Para sorpresa de Susana, Andrés cruza la calle decidido a conocer a su nueva vecina, mientras Ángela y Susana se quedan paradas, ¿Y a este que le dio?, ¿De cuando aca se ha vuelto tan sociable? dice Susana sorprendida aun por la reacción de Andrés, ¿Será el amor? le dice Ángela, Susana se voltea y la mira con cara de pocos amigos.

Andrés normalmente es bastante tímido con las mujeres y Susana no le recuerda ninguna novia, de hecho él apenas le habla a otra chica, pero ahora va, se presenta con toda confianza, al poco rato ya esta habando con esta muchacha y ella se muestra muy amable con él. Por lo visto Andrés ha aprendido bastante con nosotras, míralo, es todo un Casanova, al parecer pronto vas a tener cuñada le dice Ángela mientras Susana sigue bastante seria, ¡Cierra el pico quieres! es la seca respuesta de la morena, ¡Oh vamos, no me digas que estas celosa! insiste Ángela pero a Susana no le ha gustado nada el ver a su hermano hablando o más bien coqueteando con otra chica.

Al cabo de un rato Andrés se despide de sus vecinos y de la negra, como le dice Susana de forma despectiva, con un cariñoso beso que pone verde de celos a Susana. Andrés pasa al lado de ambas con una sonrisa de oreja a oreja ignorando por completo los reproches de Susana. Ven acá y cuenta todo, ¿Cómo se llama tu nueva novia? le dice Ángela obviamente fastidiando a Susana que esta más seria que nunca. Primeo que nada no es mi novia, aun, y segundo se llama Layla responde él aun bastante sonriente, Layla, que bonito nombre, pero hay algo que no entiendo, si ella es negra como sus hermanos son blancos, Es que ella es adoptada, Ah, ya veo, ¿Y tu Susanita? ¿Qué opinas?. La cara de Susana lo dice todo, esta más seria que nunca, aunque no lo admita los celos se la comen viva por dentro, No te quiero cerca de esa negra fue lo único que atina a decir, ¿Y acaso tú me vas a prohibir que la vea? le pregunta Andrés a su hermana mayor, ¡Sí, yo te lo prohibo!, en ese momento se pone de pie, ¡Y si crees que lo íbamos a pasar bien esta noche pues estas loco! agrega después, Que va, si ahora Andrés tal vez quiere incluir a Layla para que participe en nuestra pequeña fiesta le dice Ángela que lo único que consigue es fastidiar aun más a Susana que sube hecha una furia a su habitación.

Será mejor que te prepares, Susana no te va a dejar en paz le advierte Ángela a su primo, Ya me di cuenta, pero me importa un cuerno, además se da la casualidad que Layla va a ser compañera de curso, aunque no es necesario que Susana se entere de esto, por ahora, Andrés se va también a su habitación, Esto se va a poner bueno dice Ángela.

Un día Sábado los tres están en la casa, Ángela va a salir con Susana, van a ir a buscar a Julia y Natalia para ir al centro. Andrés viene saliendo de la ducha y se arregla como nunca lo hace, Tenemos cita al parecer le dice su prima, Andrés solo le responde con la cabeza. Susana esta en el living cuando se oye el timbre de la puerta y Susana va a abrir, para su total sorpresa se encuentra cara a cara con Layla. Hola, tú debes ser Susana, me llamo Layla y vengo a buscar a Andrés, Susana se controla y la hace pasar, la saluda de forma fría pero decide no hacer ningún comentario más, el otro día soltó un par de dichos bastante groseros contra Layla y Andrés le levanto la voz como nunca lo había hecho, así que por ahora la morena prefiere cerrar la boca.

Ángela aparece en ese instante y la saluda de forma más efusiva y la invita a sentarse en el living. Andrés se esta vistiendo, si quieres verlo desnudo pues ve a su habitación le dice la pelirroja en broma, No gracias, prefiero esperarlo aquí. Susana le da una fría mirada a Layla mientras ella conversa con Ángela, a pesar de todo Susana admite, al menos para si misma, que Layla es bastante guapa por lo demás. Su piel oscura, sus grandes ojos negros que lleva ocultos tras unos lentes, su cabello negro largo casi hasta la cintura tomado en un simple moño, las suaves facciones de su rostro y su buen cuerpo le dan un aire muy exótico y sensual.

Layla viste una polera con tirantes de color celeste, Susana se percata que Layla posee un busto de tamaño comparable al suyo por lo que la morena cruza sus brazos para realzar su propio busto frente al de su cuñada, como le dice Ángela. La minifalda blanca de Layla contrasta con el color de su piel, posee unas impresionantes piernas y al ponerse de pie para saludar a Andrés se le ve un gran culo. Aunque Susana no lo dice en voz alta debe admitir que su hermano posee un buen gusto después de todo. Layla y Andrés se saludan con un beso en la boca y tras despedirse de ellas se van juntos tomados de la mano, ¡Ahhh, el amor, que lindo ¿no?!, le dice Ángela a su prima que esta más seria que nunca.

Susana y Ángela volvieron a la casa a eso de las 10 de la noche y Andrés aun no ha llegado. Debe estar pasándolo muy bien le dice Ángela solo por molestar a su prima. Al cabo de una hora Andrés aun no llega, sus padres no se muestran preocupados y Ángela, que esta cansada, se va a dormir. Susana se queda esperando un rato, a ella aun le cuesta aceptar que Andrés tenga novia, en realidad los celos de Susana son más que nada causa de su propia inseguridad y del afecto que tiene por Andrés y esto sumado a su terquedad y obstinación la han hecho volverse bastante desagradable el último tiempo.


Tras esperar un instante Susana decide ir a espiar a la casa de Layla a ver si esta ahí. Aprovechando la oscuridad de la noche Susana sale de su casa en silencio y rápidamente cruza la calle sin que nadie la vea. Susana se acerca a la casa de Layla, no ve ningún auto cerca por lo que estima que si están ahí, están solos. Ella le da un vistazo a la casa desde todos los ángulos, al principio no ve ninguna luz que indique que hay alguien hasta que finalmente ve una en una ventana que da hacia el patio de la casa. Tras asegurarse que no hay ningún perro Susana salta el cerco y entra al patio de la casa, ella se acerca en silencio hasta la ventana. A medida que ella se aproxima escucha una música que se hace cada vez más fuerte, es una música suave, algo romántica incluso.

Susana ve las cortinas cerradas, pero un pequeño espacio entre ellas le permite ver hacia dentro. Layla esta sobre la cama su peto esta subido y Andrés de forma ansiosa le devora sus impresionantes pechos mientras mete una mano bajo su minifalda. Andrés va descendiendo por su cuerpo hasta hundir su rostro entre los muslos de la negra que no disimula el placer que Andrés le esta dando. Durante unos instantes Susana los espía, la morena esta bastante excitada, ciertamente Layla es muy ardiente y muy guapa además, Por lo visto Andrés ha aprendido bastante comenta en voz baja al ver follar a su hermano.

¡¿Y tu quién rayos eres?!, al escuchar esto Susana se lleva un susto de aquellos, de inmediato se da media vuelta, dos tipos la miran con cara de pocos amigos, Susana no sabe bien que responder, Bueno este, yo soy la hermana del novio de Layla les dice ella con una gran sonrisa forzada. Ambos se miran entre si y luego se acercan a la ventana. Layla esta haciéndole una tremenda mamada a Andrés, Vaya idiota, míralo, se coge a Layla, el infeliz, Que suerte comenta el otro. Viendo una oportunidad Susana trata de escabullirse pero ellos la ven, ¿Pero cómo? ¿Te vas tan rápido? ¡Espera un poco! le dice uno de ellos que la sujeta del brazo.

Ambos la rodean, Susana trata de alejarse pero se lo impiden, ellos son los hermanastros de Layla, Víctor, el más alto y de contextura más fornida, es el más atrevido y acosa continuamente a Susana mientras su hermano Rubén lo secunda. Oye estas bien buena le dice Víctor mientras mira a Susana de arriba abajo, la morena viste una polera holgada y jeans ajustados, Sabes... podríamos hacer un intercambio, tu hermano se coge a Layla y en contrapartida nosotros te cogemos a ti le propone Víctor con toda soltura, para Susana eso fue demasiado, ¡Si creen que voy a dejar que un par de imbeciles como ustedes me pongan un dedo encima deben estar completamente chiflados! ruge la morena furiosa. Vaya, pero que genio tienes preciosa, no te sulfures... solo queremos divertirnos contigo le dice Rubén que descaradamente le soba el culo a Susana, en ese momento Víctor trata de tomarle los pechos, para la morena eso fue suficiente, un fuerte golpe en los tobillos para Víctor y un violento pisotón para Rubén fue la respuesta de Susana que de inmediato se echa a correr pero ellos la atajan antes que pueda escapar.

¡Condenada pero que carácter, eso dolió! exclama Víctor que aun siente bastante dolor en sus tobillos, Rubén se le une de forma inmediata y entre ambos sujetan a Susana que forcejea con ellos, A esta yegua hay que domarla para que se comporte, Tienes toda la razón, con una buena cogida que le demos y listo secunda Víctor, ¿Cogerme?, ustedes dos par de idiotas a duras penas saben como hacerse una paja y me van a coger, ha por favor no me hagan reír, yo he follado con hombres de verdad y ustedes están bastante lejos de eso les dice una furiosa Susana con un tono muy despectivo. Para ellos ese comentario es intolerable, ella los ha golpeado, insultado y ahora, pone en duda sus capacidades ante esta situación Víctor y Rubén reaccionan de inmediato.

Víctor comienza a besar a la fuerza a Susana, junto a su hermano le toman las manos y la ponen contra la pared del garaje para sujetarla, teniendo una mano libre, ambos le recorren cada curva de su cuerpo con total descarado mientras la morena opone una tenaz resistencia. Susana siente como le soban su culo y una mano tomándole sus pechos con algo de brusquedad. Trata de evitar que le abran sus jeans pero Víctor lo consigue aunque con dificultad para meter una mano bajo este y sentir el sexo de Susana. La punta de sus dedos la hunde sobre el coño de ella mientras la morena se mueve forcejeando aun, Rubén aprovecha la ocasión y le mete la mano por el culo, consigue apartarle su ropa interior y desliza sus dedos entre sus nalgas hasta llegar a su ano y a la fuerza mete un dedo en el.

Ambos hermanos no le dan tregua a Susana que poco a poco comienza a ceder, a pesar de la brusquedad con que la tratan la respiración de ella se vuelve entrecortada y ocasionalmente se le escapa un suspiro mientras siente como esos dedos se mueven sobre su coño y en su culo. Víctor le ha subido la polera y como Susana no usa sostén sus pechos se aprecian con pezones erectos y duros. Tienes una boquita bien rica, ya me gustaría ver mi verga metida ahí le dice Víctor mientras sigue frotando el coño de Susana, Si me sueltan les haré una mamada les dice la morena de forma sorpresiva con una lujuriosa mirada en sus ojos.

Ellos se miran las caras, no le creen mucho y temen que ella pueda hacerles algo, pero finalmente la sueltan. Susana se sube más su polera para que sus pechos queden más libres, luego ella se hinca frente a ambos y les abre sus pantalones. En sus manos Susana toma ambas vergas duras y erectas, ella los mira a los ojos y se las empieza a frotar, ensaliva sus manos y les frota con fuerza sus vergas. Susana las siente palpitar. Lentamente ella va metiendo la verga de Víctor entre sus labios, la envuelve con su boca y la recorre de extremo a extremo para luego hacer lo mismo con el miembro de Rubén, Vaya pero que bien lo haces le dice Rubén maravillado por la forma en que Susana le hace una mamada. Las vergas de ambos se turnan entre los carnosos labios de Susana. Les hace una mamada espectacular dejándoles en claro que ella no es una chica cualquiera.

Cerca de ahí hay una mesa y unos muebles típicos de jardín, Víctor se sienta en una banca con su verga bien erecta, Ven acá preciosa, siéntate aquí haciéndole un gesto indicando su erecto miembro, Susana se le acerca, se da media vuelta y se baja sus jeans y su pequeño calzón, Víctor la toma de las caderas y la empala en su verga de una vez. ¡Idiota, más cuidado, debiste lamerme el coño primero! le grita a la cara molesta por la rudeza con que la penetró, Te quejas demasiado, aquí tienes para que mantengas tu boca ocupada, Rubén toma de la cabeza a Susana y se la mete hasta el fondo de su boca casi atragantando a la morena.

Los gemidos de Susana apenas se escuchan a causa del miembro de Rubén, sus pechos se agitan salvajemente mientras Víctor le da bien duro, el coño de Susana se siente muy húmedo y cálido. Ella también se agita con vigor y Rubén le toma sus pechos para después pasar su miembro entre los senos de Susana, ella le hace una gran paja rusa y después se la vuelve a mamar. ¿Quiéres cambiar hermano? le dice Víctor a Rubén, Pero claro, ya estoy ansioso por coger a esta yegua. A tirones le sacan los jeans a Susana y los tiran al suelo, ¡Que imbeciles! ¡No me ensucien la ropa! les llama ella la atención. Sobre la mesa la hacen recostarse y Rubén le separa sus piernas, Susana pronto siente su verga entrando en su coño, él la toma con firmeza de sus muslos y la empieza a bombear con mucha fuerza una y otra vez casi dejándola sin aliento. Víctor se la pone en la boca y ambos al mismo tiempo se follan a la morena que se ve abrumada por ambas vergas.

Sobre la mesa Susana se monta encima de Víctor, ella le pasa sus tetas en la cara mientras se la esta mamando a Rubén, a pesar de todo el mal rato Susana esta follando como loca y ellos se impresionan por lo ardiente que es cuando coge. Los tres están en lo mejor cuando de forma sorpresiva se oyen unos ardientes quejidos de parte de Layla, Por lo visto, tu hermano la esta cogiendo como nunca le dice Víctor, Susana, sacando un momento la verga de Rubén de su boca le responde, Mi hermano sabe follar bastante bien, Rubén y Víctor se sorprenden por la respuesta. Rubén, muy curioso, decide ir a espiar a la pareja. Ambos están desnudos en la cama y Layla esta recostada con su gran culo bien expuesto, Andrés se ha puesto sobre ella y su miembro se pierde entre las nalgas de la negra, el contraste del color de piel de Andrés (que es bastante blanco) con el de Layla es evidente. Teniéndola bien empalada Andrés se la folla bien duro por el culo a su novia y Layla lo disfruta una barbaridad.

Rubén regresa donde Susana y Víctor están cogiendo, él se pone tras la morena y de inmediato le separa sus nalgas, Vamos a ver como se siente ese lindo culo que tienes le dice a la morena. Oye, espera un poco así no se hace le empieza a decir ella al ver que Rubén la comienza a penetrar ya buenas y primeras, ¡Ahhhh! se oye con toda claridad el grito de Susana cuando Rubén la va penetrando analmente, su hermano le ayuda abriéndole al máximo las nalgas a la morena, pronto Rubén tiene su verga metida hasta el fondo y entre ambos penetran simultáneamente a Susana que libera toda clase de gritos y quejidos que algunas personas escuchan con asombro al pasar por la calle frente a la casa.

Yo también quiero probar ese culo dice Víctor, los tres se ponen de pie y se apoyan contra la pared de la casa, Rubén la besa y le toma una pierna para poder penetrarla, luego aprovechando su fuerza física decide tomar en brazos a Susana que esta firmemente empalada en su miembro, la morena esta expectante pues jamás la han follado así. Víctor le lame el culo y se lo lubrica un poco para penetrarla mejor. Susana se sobresalta cuando siente el otro miembro abriéndose paso en su trasero, nuevamente ella deja escapar toda clase de gritos y gemidos que se confunden con los de Layla. Susana sube y baja por ambos miembros, ellos la tiene bien sujeta y la morena se entrega por completo, esta en el aire y la sensación de ser penetrada por dos vergas de esa forma la enloquece. Susana se mueve y se retuerce mientras ellos le dan una y otra vez. Queremos corrernos en tu cara le dice Rubén y Susana acepta encantada en medio de sus gemidos.

Susana se hinca frente a ambos y pronto recibe dos abundantes descargas de semen que cubren su rostro y se escurren hasta caer sobre sus pechos, Susana se saborea y vuelve a mamar sus vergas tras alcanzar un completo orgasmo.

Tras terminar Susana de inmediato comienza a vestirse, sabe bien que Andrés regresara pronto a casa y no quiere que la vea aquí. ¿Y bien, te convenciste que sabemos coger? le pregunta Rubén, Sí, bueno, no estuvo mal, las he tenido mejores pero no esta mal para un par de novatos con aires de grandeza, el día que aprendan a ser más delicados y no tan brutos con una mujer, lo harán mejor les contesta Susana que se va corriendo, ¡Maldita sea! exclama Víctor.

Ya en la casa Susana se arregla para que nadie se de cuenta de lo ocurrido, en ese momento llega Andrés, No quiero sermones le dice de inmediato a su hermana, pero ahora Susana muestra otra actitud y acuerda hacer las paces con él. Si quieres mañana podemos ir los cuatro al centro comercial en la tarde le propone Susana, Andrés sorprendido por este cambio de actitud, acepta aunque con ciertas reservas.

Al día siguiente los cuatro salieron, Layla y Susana congeniaron bastante bien y junto con Ángela continuamente le hacían bromas a Andrés. Volvieron por la tarde a la casa y mientras Andrés fue a buscar algo para beber a la cocina ellas conversan en el living. Anoche cuando con Andrés estábamos divirtiéndonos en mi habitación ocurrió algo bien cómico dice la negra, Susana se pone bastante incomoda, algo que a Ángela advierte, Mientras cogiamos, afuera se escuchaban los gritos y gemidos de una tipa, estaba totalmente extasiada mientras mis hermanos se la follaban con todo comenta con gracia Layla, ¿Y no viste quién era?, pregunta Ángela con suspicacia, No, además ha de ser alguna puta que se buscaron mis hermanos para divertirse como lo hacen siempre responde Layla, luego ella se levanta se dirige a ayudar a Andrés en la cocina.

Ángela se voltea hacia Susana, ¿Me pregunto quien habrá sido la puta, la que gritaba y gemía tanto, y que saltó el cerco anoche para espiar a su hermano?, Tú cierra la boca, te ahorcaré si le dices algo a Andrés le responde Susana que se toma la cabeza, ¡Que vergüenza, que vergüenza, ¿Por qué esto me pasa siempre a mí?! se pregunta a si misma la morena.

lunes, 18 de enero de 2010

educación sexual

1. Esta historia, como tantas otras que he contado, ocurrió en los locos años de la Facultad y, como en tantas otras también, estuvo enredada mi cachonda amiga-amante Tamara que un día, sin aviso de ninguna especie, nos pidió a Felipe y a mí un favor inesperado y placentero: la educación sexual de Tania, su hermanita.

Tamara, para quien no la recuerde, era una compañera de la Facultad, bisexual y adicta, loca como una cabra, a la que yo habría amado de haber sido posible. Es una chica de baja estatura, delgada, con unos profundos ojazos negros que iluminan sus rasgos indígenas y su larga cabellera de ala de cuervo. Tiene unas caderas estrechas pero claramente femeninas, unos pechitos que apenas despuntan y unas piernas delgadas y bien torneadas, bajo un pubis pétreo y un duro y plano estómago. Me encantaba.

Tania tenía 18 años recién cumplidos y estudiaba clarinete o fagot. Se parece mucho a su hermana salvo que es unos diez o doce centímetros más alta, lo que la hace verse aún más delgada y frágil que su hermana mayor, y que tiene una cara más linda. Yo la conocía de tres o cuatro de veces que fuimos a bailar con Lucy, Tamara y algunos otros amigos.

Modestia aparte, Tania me miraba con admiración apache. Unos tres meses antes de los hechos que aquí voy a contar se le pasaron las copas en el antro y terminó colgada de mi cuello, besándome, diciéndole que yo le encantaba mientras apretaba su cuerpo junto al mío. Acaricié sus nalgas y su cintura, sentí sus duros pechos junto a mi cuerpo y esa madrugada le hice el amor a Tamara con furia... se lo hice pensando en otra.

Tres meses después Tamara nos sorprendió a Felipe y a mí con la petición que ya conté, a condición de obedecer en todo sus instrucciones, cosa que, naturalmente, prometimos. Esa misma tarde partimos hacia el cuarto de azotea en que vivía. Cuando llegamos nos ordenó que nos quitáramos toda la ropa salvo los calzones y nos pusiéramos sendos gorros de estambre tejido, de modo que nos taparan los ojos. A continuación nos hizo sentar en dos altos bancos. Así estábamos cuando oímos entrar a Tania.

-Pablo, Felipe, uno de ustedes dos va a gozar de la virginidad de Tania, pero más va a disfrutarlo ella. Y eso no pasará hoy. A partir de este momento tienen estrictamente prohibido hablar... los tres, y solo podrán obedecer sin réplica. Por lo pronto, sigan sentados.

Pasados unos minutos nos ordenó quitarnos el gorro, sin pararnos, y vimos a la bella Tamara, totalmente desnuda, acostada en su cama, y a Tania vestida únicamente con sus braguitas, sentada en una silla, atada de manos y pies y con la boca amordazada por un pañuelo. Tamara dijo entonces:

-Mi hermanita quiere ver y hoy le tocará ver, sin poder descargarse, como pueden darse cuenta. Ahora, párense los dos y, pensando y viendo, mastúrbense despacito.

Lo hicimos, mientras Tania nos comía con los ojos, y Tamara, viéndonos, se masturbaba a su vez. Felipe se corrió antes que yo, vaciando una buena cantidad de leche en el regazo de Tania. Entonces Tamara me ordenó que parara, y bajando al suelo, exactamente delante de su hermana, me dijo:

-Penétrame, termina en mí.

Yo la obedecí: deslicé mi verga ardiente en su bien lubricado coño, siguiendo el camino que conocía y los violentos movimientos que a ella le gustaban.


Yo le daba la espalda a Tania, que veía mis nalgas, mi espalda, el violento movimiento de mi pelvis y la cara de su hermana asomando sobre mi hombro, lo mismo que sus piernas, abiertas, levantadas, que se estremecían al ritmo de mis movimientos. Me vine dentro de Tammy y seguí acariciándola hasta que me rechazó y, volteando hacia donde estaba Felipe, cuya verga estaba otra vez erecta, le pidió que me reemplazara y Felipe ocupó la posición que yo tenía unos segundos antes.

Mis queridos amigos se vinieron en medio de ahogadas exclamaciones mientras yo, sentado en la orilla de la cama, los veía a ratos a ellos y a ratos a la bella Tania. Tamara se levantó y dijo:

-Ahora, ustedes dos deben irse. Los espero mañana a las ocho, aquí.

2. Al día siguiente, un jueves, Felipe y yo llegamos puntuales y nos recibieron con su disfraz de pecadoras: ambas con blusas negras, botas altas y minifaldas, guapas y delgadas, con su largo y lacio pelo suelto y uñas y labios pintados de negro. Sobre los tacones de sus botas Tamara mediría 1.60 o 1.62 y Tania rebasaba el 1.70.

Fuimos en el coche de Felipe a un antro que frecuentábamos con Tamara y Lucía, donde ponían rock alternativo y cosas así. Bebimos cerveza (muy poca: sólo para la sed que daba el baile) y bailamos con las dos chicas. Como era jueves, el antro estaba semivacío y teníamos una alta mesa en el rincón, a oscuras y alejada del resto de los parroquianos.

Luego de bailar rico con Tania empecé a besarla en la mesa en cuestión, a besarla y a meterle un faje espectacular, magreándole las nalgas, acariciándole el clítoris sobre la pantaleta, sobándole sus pequeñas tetas, todo sin dejar de besarla. Tenía el pito a cien y gozaba, anticipaba la cogida que le iba a dar, me tocara o no desvirgarla, mientras veía que, detrás de nosotros, Tamara y Felipe se magreaban con ansia parecida.

Cuando empezó la siguiente canción Felipe se separó de Tamara y jaló a Tania hacia la pista. Tamara estaba acodada sobre la alta mesa, inclinada hacia adelante y yo la abracé por detrás. Cuando ella notó mi erección se acomodó de tal modo que mi verga quedó entre sus nalgas y empezó a moverse suavemente. Entonces hice una locura: aprovechando la oscuridad me saqué la verga y con mi mano derecha aparté sus braguitas y busqué su divino orificio. Ella entendió y lo hizo todo: abrió las piernas y se inclinó un poco más para ofrecerme su entrada y con su mano guió mi verga hasta el lugar sagrado.

Inicié con cierta violencia el viejo mete-saca, gozando su cueva y la excitante situación. La canción terminó y regresaron Felipe y Tania mientras yo seguía en lo mío. Al verlos venir Tamara me dijo: "sigue, Pablito, más despacio" y Felipe sonrió socarronamente mientras Tania nos comía con los ojos. Me vine dentro de Tamara y no terminaba de sacarle la verga cuando Felipe le metió la suya. Quise llevarme a Tania a la pista pero la chiquita se quedó mirando como Felipe le daba caña a su hermana. Cuando recibió la lefa de Felipe, Tamara corrió al baño y, al regresar ordenó que regresáramos.

Pero la noche no había acabado, aunque pasaba de las tres de la madrugada: en el coche Tamara le pidió a Felipe que manejara y yo me fui atrás con Tania y apenas salimos al periférico, Tamara me ordenó:

-Chúpaselo a mi hermanita, que está muy caliente y necesita un orgasmo.


Ni tarda ni perezosa Tania se quitó sus braguitas y me ofreció una amplia perspectiva de su virginal coñito, cubierto por abundante vello, con sus labios morenos y su rosado clítoris. Hice que se sentara pegada a la puerta, con una pierna abajo y otra arriba, abiertas en compás, y yo, haciéndome un ovillo, me las ingenié para que mi cabeza quedara entre sus piernas, tapada por la pequeña falda, su sexo al alcance de mi lengua.

Chupé, mordí y succioné, recibí sus fluidos y su estremecimiento mientras sentía la velocidad del coche. Sólo cuando me incorporé Felipe tomó rumbo a la casa de Tamara, donde, al llegar, ella nos dijo:

-Ya se pueden ir. Mañana a las siete. Duerman bien y desayunen ostiones.

3. A las siete estábamos ahí, naturalmente. Nos recibieron desnudas y Tamara nos exigió ponernos igual que ellas. Desnudos nos sentamos sobre la alfombra a la manera india y Tamara prendió una pipa cargada de mariguana que empezó a circular, seguida prontamente por una caguama, para refrescar la seca garganta. Tania solo dio una chupada pero los demás fumamos hasta ponernos muy estúpidos y empezar a reírnos del vuelo de las moscas.

Además, yo estaba sumamente excitado. La mariguana tiene esa virtud sobre mi, pero si, además, le agrega usted la presencia de dos deliciosas chicas desnudas y la promesa de una cálida sesión, es natural que mi verga emergiera desafiante de entre mis muslos. La mía y, dicho sea de paso, la de Felipe. Cuando Tamara apagó por fin la pipa, permanecimos un rato mirándonos, platicando chorradas, riendo de todo, hasta que Tamara dijo:

-Hermanita: mira, aprende e imítame-, y desnuda, delgada, flexible como un junco, se deslizó hacia Felipe y le empezó a chupar la verga.

Yo, totalmente pacheco, cerré los ojos y me acosté para recibir la cálida lengua de Tania rodeando el tronco de mi verga y deteniéndose en el glande. Gocé ahí hasta que le avisé con un gemido que me venía y ella se hizo a un lado. Me ayudé con la mano para terminar y abrí los ojos.

Tamara y Felipe seguían en lo suyo y Tania me pidió que repitiera lo de la víspera y yo apliqué mi boca a su dulce coño hasta hacerla llegar al orgasmo.
Cuando terminé, Tamara, que nos esperaba, dijo:

-Hay que reponer fuerzas. Dormiremos aquí los cuatro y mañana será otro día. Mañana, Tania, serás mujer. Tengo aquí cuatro somníferos: tomémonos uno cada quién y durmamos.

Así lo hicimos y yo me dormí sintiendo aún en mi piel la suave lengua de Tania.

4. Desperté el sábado aturdido por la pasta ingerida. Tardé un poco en hacer contacto con la realidad me vi al lado de Felipe, sobre un edredón. Las dos chicas habían desaparecido. Puse un disco de Bach y escancié cerveza en un vaso no muy limpio. Pensaba yo en la conveniencia de forjar un churrito cuando entraron Tamara y Tania envueltas en batas de baño. Tamara se despojó de la suya mostrando su desnudez con naturalidad y dándomela, me envió a la ducha, que compartía con las gatas de azotea.

Al volver de la ducha vi a Tania tendida boca arriba sobre la cama y a su hermana chupándole el coñito. Semejante visión levantó mi verga al momento y tras observar unos segundos me acerqué, posando mi mano sobre la grupa en popa de Tamara.

Ella siguió en lo suyo mientras mis dedos recorrían la delicada curva que formaba la parte trasera de su cuerpo, con el culo al aire, las rodillas hincadas en la cama y su cabeza sobre el sexo de su hermanita pequeña. Mis dedos iban desde el rígido clítoris hasta las nalgas, pasando por la empapada rajita, en la que se entretenían más de la cuenta, y el estrecho ojete, que ya me había recibido alguna vez.

Pensé que era una maravilla que Felipe siguiera dormido (de hecho, supe luego que a él le había dado un somnífero mucho más fuerte, porque así estaba previsto) y me coloqué de tal forma que mi mano siguiera haciendo lo que estaba haciendo, mientras la otra llegaba a los sabrosos pechos de Tanita.

-¡Basta!- exclamó Tamara-. Haz tu tarea, Pablo.

Tamara se hizo a un lado y Tania permaneció como estaba, con las piernas ligeramente flexionadas y el coño brillante por sus flujos. Yo estaba tan caliente como ella y mi dura verga apuntaba al cielo. Sin espera de ninguna especie (llevaba cuatro días esperando) apunté mi glande a su entrada y, olvidándome de Tamara, de Felipe, de la soleada ventana, de todo lo que no fuera ella, la fui penetrando con la mayor delicadeza posible.

No sentí su himen: quizá ya no existiera, sólo sentí el estrecho abrazo de su vagina, la delicia de poseerla, mi cuerpo junto al suyo, sus gemidos que bajaban de tono. Entraba y salía en ella hasta casi venirme, sintiendo la delicada carne de su vagina rodear, acariciarme la verga, hacerla llegar hasta las nubes y a mi con ella. Luego me detenía, con la verga hundida hasta el fondo, para acariciarle las pequeñas y duras tetas y las bien formadas nalgas, para meter mi lengua hasta el fondo de su oreja, para esperar y reiniciar. Y dale otra vez hasta que ella se vino con un gran temblor. Sus piernas y sus caderas se estremecieron bajo mi cuerpo. Entonces, arañando el cielo, arremetí con vigor creciente hasta que sentí venirme, hasta que la llené entera.

Mientras Tania y yo nos acariciábamos en ese dulce sopor que sigue al orgasmo, alcancé a ver que Tamara chupaba la semierecta verga de Felipe, que seguía dormido como un tronco. Pronto obtuvo lo que quería y así, dormido como estaba, mi amigo fue cabalgado.