domingo, 1 de noviembre de 2009

Ser bisexual es lo mejor.

Esta historia me ocurrió hace pocas semanas, aunque se estuvo gestando meses. Tengo 22 años, soy lesbiana y mi cuerpo es muy bonito, dicen. Trabajo en una pizzería de encargada, con otras seis personas entre las que se encuentran una chiquita de 17 años y un chico de 19. Puedo contar lo que nos sucedio, porque salio bien y estoy contenta. Empiezo: A mí la niña me tiene loquita desde que entró hace un año, días después de cumplir los 16. Yo le gusto al chico, aunque no me lo ha dicho, sólo que lo noto cuando le miro a los ojos y se pone colorado. A ella le gusta él, siempre le está mirando. A él no le gusta ella porque la ve muy joven. A mí no me gusta él, ni ninguno, claro. A ella no le gusto yo porque es hetero. Un triángulo imposible. El caso es que ella siempre escuchaba con atención las conversaciones de las compañeras y compañeros, cuando se referían al sexo, diciendo que es algo maravilloso por supuesto. Hasta sus amigas se lo decían siempre. Esto hizo que ella se imaginara cosas y siempre dijera que le gustaría probar cuanto antes. Reconozco que yo la tocaba siempre que podía, notando mi corazón acelerarse y un calor exagerado. Estaba encoñada de esa criatura, en serio. Sus pechitos pequeños y redonditos, su culito prieto y a la justa medida de mis gustos, su cara virginal, pelo algo largo, rubito, ojos verdes rasgados... De miedo. El caso es que un día salimos a cenar todos juntos, pues tuvimos avería en la pizzería y cerramos. Tras la cena nos fuimos a un pub y charlamos en grupos o de dos en dos. Somos en total 9 personas. En una de las veces, quedamos hablando la niña y yo. Sacó el tema del sexo y de la pérdida ansiada de su virginidad. Entre risas causado por el alcohol, le dije que no se precipitara, que por querer hacerlo cuanto antes se la llevaría cualquier asqueroso de esos que sólo van a lo suyo y le haría daño sin dejarla disfrutar. Busca a alguien que sea sensible, que sea limpio de cuerpo y alma, alguien de quien te puedas enamorar, le dije. Ella respondió con pesadumbre, indicando al mencionado chico con la cabeza: Si quisiera él... Ya, contesté yo, pero a él le gusto yo y no tú. Lo siento. Pero te lo regalo, porque, no sé si lo sabes, pero no me gustan los hombres. Su cara fue un poema, pero no se molestó y siguió hablando y riendo conmigo. Los días transcurrieron sin pena ni gloria y dos meses después nos dijo que iba a ser su cumpleaños en una semana y que nos invitaba después del trabajo a tomar algo en una disco. Cuando salimos esa noche, me presté para llevarla a casa en mi coche y aceptó. Yo fui todo el camino mirándola de reojo y en un par de ocasiones noté cómo ella me miraba a mí. Yo pensaba que era por el flash que se llevó con mi declaración de homosexualidad, pero no le di importancia. Cuando llegamos a su portal, paré y le pedí que me dijera que regalo quería para su cumpleaños, pues desconozco sus gustos. Rápidamente lanzó un "tu regalo serás tú misma". La miré alucinada, extrañada, sorprendida y muy muy feliz. Al ver mi sorpresa, me dijo: Ya se que las lesbianas lo haces con consoladores que piensas con un cinturón, quiero que lo hagas tu con uno de esos. Asentí con la cabeza y le dije que ya hablaríamos sobre el tema y me fui. Mi sonrisa era de oreja a oreja en el camino a casa. Toda esa semana estuve planeando cómo hacerlo. Dos días antes de la celebración, recogiendo en el local, tanto el chico, como ella o yo, nos percatamos mirándonos unos a otros. Se me encendió la luz y decidí hablar con él. Y así lo hice. Le propuse un trío con ella, sabiendo que no le atraía mucho la niña. Alegué que él podría estar conmigo y no lo pensó más, aceptando al momento. Y llegó el gran día. Salimos de trabajar, nos fuimos a duchar y nos reunimos en la disco. Nosotras dos estuvimos poco tiempo. Le di una llave de mi casa al chico y nos fuimos ella y yo. Llegamos a casa. La vi nerviosa. No sé si por la situación de estar a punto de hacer el amor con una chica o porque iba a dejar de una vez de ser virgen. Comencé a besarla suavemente en la cara, en los labios, en el cuello... Se tiró a mi boca y me morreó como si fuera su amor de toda la vida. La llevé a mi cuarto y la tumbé en la cama boca abajo. Le quité la blusa y besé y lamí su espalda. La giré y besé y lamí su torso. La giré y le quité el sujetador, lamiendo todo de nuevo. Comiéndole y besándole las piernas y el resto. La giré e hice lo mismo por delante. A cada prenda que le quitaba, besaba mordía o lamía la parte descubierta y el resto, primero por detrás y luego por delante. De ese modo, acabó desnuda y con su chochito ante mí, para que yo se lo comiera como nunca nadie repetirá, estoy segura. Llegó al orgasmo en pocos minutos, pero no me detuve, por supuesto. Le metí un dedo con cuidado de no romper nada aun, mientras chupaba su clítoris, tan jugoso con todo mojadito alrededor. Se desasía y retorcía gimiendo sin articular palabra. Le rebocé todo el cuerpo con la lengua, los labios, los dientes y se moría de placer. Otro orgasmo. Con un grito me pidió: Rómpeme ya el virgo por favor!! Saca ese aparato y métemelo hasta el fondo!! Entonces di paso a la segunda fase de mi plan. Le dije que lo haría, pero no todavía, que era mejor hacer una cosa que daba mucho morbo y ponía a 1000 por hora a cualquier persona. Naturalmente aceptó. Saque de la mesita de noche unos pañuelos negros y le até las muñecas y los tobillos a la cama con 4 de ellos. Con el que me quedaba, le vendé los ojos. Prepárate que vas a morir de placer; esto será el mejor polvo que tengas jamás, le anuncie. Entonces le acaricie todo el cuerpo muy suavemente, casi sin tocarla. Se estremecía y gemía. Follameeeeeee!!!!, repetía la pobre. Todavía no, le dije. Antes me voy a masturbar y así te calmas, que llevas ya unos cuantos orgasmos y puede ser malo. Me hizo caso, pues no sabe mucho del tema. La dejé para que se relajara, dando paso al tercero que nos faltaba, que llevaba mirando un buen rato escondido. Me abrí de piernas y él comenzó a chuparme el chochete. Estaba encantado el hombre. Me comió la almeja y todo lo que se come. Lo cierto es que yo disfrutaba mucho, para qué negarlo. Cuando tuve mis correspondientes orgasmos, le dije a la niña que era el momento, que me iba a poner el dildo, pero antes le mojaría de nuevo la vagina. Lo que quieras!!, gritó. Me puse a ello, mientras el chico me lo comía a mí, luego me subí un poco y le pedí a ella que chupara el consolador, lo que empezó a hacer sin mucha habilidad, pero daba lo mismo, era un aparato sin sensibilidad. Le comí las tetitas de nuevo y me retiré. Ahora va el desvirgamiento, le anuncié. Venga, dijo ella. La desaté, pero no le quité la venda. Lo que sí hice fue atarle de nuevo una mano a la otra, para que no pudiera tocar su sorpresa, su auténtico regalo de cumpleaños. La atraje hasta casi el borde de la cama y estando yo de rodillas empecé a frotarle el coñito con el dildo, mientras el chico me la metía a mí. Después de un ratito así y ciento que ella estaba desesperada por tener algo dentro, me retiré y la arrastré hasta el mismo borde de la cama. El chico, en pie, empezó a introducir su buen nabo en el chochito de mi niña. La excitación y su falta de práctica no la dejaron notar que el pene era de verdad y más gordo y las manos de un hombre. Poco a poco fue frotando sus labios con la verga, luego empujó con la puntita, luego la sacó y frotó de nuevo. Finalmente, se la metió entera en tres embistes acertados. Ni se quejó mi reina. El chico se la folló como mandan los cánones. Cuando se iba a correr, la sacó y se abalanzó sobre ella, poniendo la polla cerca de su boca. Yo ayudé, diciendo a la niña que chupara el consolador. Lo hizo. Y el se corrió dentro de su boca. Le dio una pequeña arcada, pero siguió chupando; estaba muy caliente. Chupó hasta dejar seco aquel "consolador". Antes que reaccionara, la cogí deprisa y la até de nuevo, mientras se relamía. Me dijo: Jolin no se como será la leche de un tío, pero la que trae este cacharro esta buenísima! Me reí y él tuvo que aguantar la carcajada. Pedí a la niña que se relajara, para penetrarla otra vez, ahora que ya no había obstáculos. Aceptó. Entonces me tumbé en la alfombra y me abrí de piernas. Tenía que recompensar al chico, por su amabilidad y porque me deseaba de veras. Primero me comió el coño, lo lubricó y me folló un ratito, luego me giré y me lamió el ano, para meter todo su cacharro hasta el fondo. Lo único que no hago es chupársela a un tío, pero sí que deje que se corriera en mi pecho con una cubana. Luego me puse el dildo y me folle de nuevo a la niña, mientras él me mordía el culo y me sobaba las tetas. Y el chaval era cumplidor, porque, y ahora viene el final, desatamos a la niña, le quitamos la venda y... lloró como una bendita, mi vida, cuando vio a su amado. Él estaba como un toro de nuevo y, como he dicho, cumplió otra vez, ensartando a la niña y acabando dentro de ella. Cuando la sacó, ella chupó de nuevo, notando que el sabor era el mismo Lo repetimos a menudo, ya con los ojos abiertos los 3 y hasta se la mamamos entre las dos al chico.

Que Viaje!

Esta historia me sucedió en Junio del año pasado, durante el viaje de fin de curso, cuando tenía 22 años recién cumplidos. Nos alojábamos en un hotel, bastante malo, de Roma. Sara y yo siempre nos lo habíamos contado todo desde pequeñas, y desde que descubrimos el sexo más aún. Estando una noche hablando en la habitación hasta muy tarde, se me ocurrió la idea de hacérnoslo entre las dos, nunca lo había hecho con una mujer, pero me excitaba probarlo. Se lo dije a Sara y ella se alegró bastante y me confesó que también lo había pensado.Nos quitamos el pijama las dos y nos dimos un beso profundo y caliente, fui bajando pasando por sus pechos, que son bastante grandes, hasta llegar a su concha que estaba caliente y húmeda, siempre había deseado comerme una. Empecé la tarea intentando hacerlo como me lo habían hecho a mi, mientras que con la mano derecha me daba gusto a mi misma. Sara empezó a gemir, pero no en un tono demasiado alto, ya que estábamos junto a las habitaciones de otros compañeros del curso que seguramente estarían dormidos. La iba dando mordisquitos en el clítoris y parece ser que la volvía loca. Pronto noté que iba a llegar al orgasmo, la verdad es que yo también estaba disfrutando como nunca. Cuando terminé con ella, intercambiamos posiciones y ella me empezó a comer el coño, mmmm, todavía recuerdo esas primeras lengüetadas, qué gusto, me lo estaban comiendo como nunca, estaba muy excitada y me vine pronto también. Esa noche no seguimos, ya que la noche anterior no habíamos dormido y queríamos descansar algo. Al día siguiente estuvimos hablando de lo que había ocurrido la noche anterior y se nos ocurrió que podíamos meter a algún tío en nuestra habitación. Conociéndolos bien, seguro que no rechazaban la propuesta. Esa noche no pudo ser, ya que mucha gente no durmió y habría sido muy arriesgado meter a alguien y que nos descubrieran. Pero, el día siguiente las dos sabíamos que todo el mundo iba a estar cansado e iba a dormir, excepto nosotras... Ese día nos fuimos en el autobús para Florencia y quedamos en elegir bien al tío, pero en una parada se nos ocurrió una idea mucho mejor, meternos a jugar a las cartas a la habitación de unos tíos y montar una orgía. Esa idea nos excitó muchísimo y nadie nos la podría haber quitado de la cabeza. Al llegar al hotel quedamos con los tres tíos de la habitación de enfrente para ir a su habitación a las 2:30 de la mañana. No nos acostamos tarde ese día, eso era un punto a nuestro favor, ya que nos aseguraríamos de que nadie estuviera despierto. Al llegar las dos y media fuimos a su habitación, los tres tíos se llamaban Javi, Carlos y Adrián, y les conocíamos desde bastante tiempo. Juntamos las camas sin hacer mucho ruido y empezamos a jugar a las cartas. Habíamos quedado en pedirles jugar al Strip Poker, pero nos tendrían que enseñar ya que ninguna sabía. Se lo propusimos y ellos, encantados, nos intentaron explicar, pero pensamos que seria mucho más fácil repartir las cartas y que la carta más baja pagara prenda. No teníamos más que el pijama y la ropa interior, así que pronto nos fuimos quedando sin prendas. Sara fue la primera en quitarse el sujetador, los tres nos miraban con cara de que aquí se iba a montar algo gordo, por ahora nos estaba saliendo todo redondo. A los tres ya se les notaba la erección demasiado, aunque intentaban disimularla. La ronda siguiente fue la definitiva, le toco quitarse prenda a Adrián que se quedó en pelota picada, tenía la verga erecta como un palo, ya no podía resistirme más, me acerqué a donde estaba, le agarre la polla y me la metí en la boca y empecé a sobarla, estaba bien caliente y me sabia divina. Al poco tiempo observé como los otros dos habían cogido a Sara y la empezaban a sobar. Sabía que le quedaba poco a Adrián para correrse, me avisó y saco la polla de mi boca, lo que le salió fue algo espectacular, llego hasta la pared. Entonces me cogí a Javi y me encontré con una verga enorme, esto me excitó tremendamente y me dio un subidón, empecé a hacerle una mamada a su polla grandiosa mientras que Adrián se colocaba y me empezaba a comer el coño, Sara por su parte se divertía con la polla de Carlos. Estaba excitadísima y sabía que me iba a correr en cualquier momento, Javi me avisó que se corría, pero esta vez quería toda su leche para mí, saco la polla y me apunto de cerca a la boca, y una ráfaga de leche inundó mi boca y mi cara, mmmm, nunca me había sabido tan buena. Ya no podía más y me corrí en la cara de Adrián que se lo estaba pasando de lo lindo con mi concha. Solo acabábamos de empezar, me limpié la cara y le dije a Javi que quería que me penetrase, Javi se puso manos a la obra y me la metió lentamente en mi coñito que ya estaba muy bien lubricado, empezó a follarme poco a poco y fue subiendo el ritmo. Carlos y Sara ya habían terminado y, viéndome a mi, la dio envidia y le dijo que la penetrara a ella también a la vez que se acercó a Adrián y se metio su verga en la boca y empezó a disfrutar por partida doble. A mi me lo estaban haciendo como nunca, cambiamos de postura y me puse encima, empecé a pegar botes, teníamos que tener cuidado de no hacer mucho ruido, aunque estábamos subiendo el tono. Cambiamos de nuevo de posición y me puse a cuatro patas, esa era la posición en la que alcanzamos mayor placer y llegamos al orgasmo casi a la vez. Javi tuvo cuidado de sacar la verga a tiempo para evitar futuros problemas. Este era el momento de cumplir una de mis mayores fantasías, nunca antes me habían cogido por detrás, y deseaba que me follaran por los dos lados a la vez, así que llamé a Adrián y me coloqué encima de Javi, dejando mi agujerito listo para la verga de Adrián, que no era tan grande como la de Javi. Empezó a lubricarme el ano y a meterme los dedos, hasta que mi agujerito se abrió lo suficiente para empezar a gozar. Me la metió poco a poco y empezó a sodomizarme, al principio me hacía daño, se mezclaba con el placer que sentía con la polla de Javi, poco a poco me fue dando más y más placer, le dije a Adrián que se corriera dentro, así lo hizo. Paramos un momento y observamos a Carlos que había empezado a sodomizarla a ella también, en cuanto terminamos descansamos un poco y quede con Sara en disponer de los tres a la vez para cumplir una gran fantasía, y la prometí que luego ella los tendría a los tres si quería. Me puse encima de Carlos, y le pedí a Javi que era su turno de follarme por detrás, quería sentir su gran verga en mi agujerito que estaba más dilatado. Nos pusimos en posición y pedí a Adrián que me la metiera por la boca, esos fueron los mejores momentos de mi vida, sentía la verga en el ano y parecía que me iba a explotar, duramos un buen rato, pero no me pude contener y allí mismo tuve el orgasmo que más recordaré durante tiempo. Cuando ellos ya no podían más, nos quitamos de esa posición y les pedí que se corrieran en mí, así lo hicieron los tres. Ahora le tocaba disfrutar a Sara. Me fui a lavarme un poco, pero me di prisa porque no me quería perder el espectáculo. A Sarita también le parecía excitante la idea de ser follada por detrás por una gran polla, así que se colocaron y empezó la acción. Yo intenté ayudar metiéndome en donde podía, Sara debía de esta disfrutando como nunca, seguro. Estuvieron un buen rato así hasta que, agotados, se quitaron y Sara empezó a hacerle una cubana a Javi, mientras los otros dos se preparaban para correrse. El primero fue Javi, los otros dos se acercaron y yo me metí a comerme su concha húmeda y hacerla gozar con el último orgasmo de la noche. Se corrieron los tres a la vez. Allí acabo nuestra triunfal orgía. Quedamos en repetirlo otra noche, pero nos fue imposible porque solo nos quedaban dos y casi nadie durmió. Pero quedamos en repetirlo algún día y no hablar de ello excepto entre nosotros. La verdad es que ahora mismo estoy rompiendo el pacto, aunque a Sara no le importaba que se publicara la historia. Todos los días que nos vemos a solas alguna menciona algo de aquella noche, que será imborrable de nuestras memorias.

Nuestra Primera

Esta historia es real y me ocurrió hace unos años, cuando tenía 16. Yo vivía en un pequeño pueblo, en el corazón de un bosque frondoso, con árboles altos y bellos que daban a todo el pueblo un aroma especial. El colegio estaba del otro lado del bosque y en los días lindos iba y volvía caminando por los senderos que atravesaban el bosque en todas direcciones. En la misma clase estaba Norma, una hermosa chica que vivía no muy lejos de mi casa, del mismo lado del bosque. A veces nos encontrábamos y caminábamos juntos para ir o volver del colegio, hablábamos pavadas y yo estaba perdidamente enamorado de ella, pero nunca se lo revelé.Norma era una hermosa criatura, rubia, de cabello enrulado, ojos verdes y un cuerpo que me provocaba erecciones con sólo verlo. Tetas no muy grandes pero paraditas con un par de pezones puntados, estómago chato y un culito redondito y chiquito. Siempre trataba de volver con ella; a veces perdía tiempo si veía que Norma se retrasaba o corría a pasos gigantes si ella salía antes del colegio y no me esperaba. Así fue ese día. Una profesora me retuvo hablando y Norma se fue. Cuando salí, la vi. alejarse por el sendero. Apuré el paso para alcanzarla, pero estaba bastante lejos. En un momento dado, Norma abandonó el sendero y se internó en el bosque. Yo la seguí tratando de no hacer ruido para no ser descubierto. Cuando estaba ya lejos del sendero puso el portafolio en un árbol y, ante mi asombro, se levantó la falda, se sacó la bragas y en una posición semisentada se puso a orinar.Era la primera vez que veía a una chica orinando tan cerca. Pude ver perfectamente su conchita, y en realidad era la primera vez que veía una vagina completamente en vivo y no en fotos de revistas. Cuando terminó de orinar, Norma sacó del bolso un poco de papel higiénico y se secó ante mis ojos asombrados por el inesperado espectáculo que acababa de presenciar.El corazón me latía enloquecido y, sin querer, me tropecé y Norma me descubrió. Se puso colorada como un tomate y comenzó a llorar de vergüenza. Me acerqué y la abracé, prometiéndole que no le contaría nada a nadie, que esto sería nuestro secreto. Le di un besito en la mejilla y Norma dejó de llorar, sacó otro poco de papel y se secó las lágrimas.Ya más tranquila ella, nos sentamos en un árbol y me pidió que le jurara que no le contaría a nadie lo que había visto. Por supuesto, le prometí nuevamente que no lo haría. Norma me dijo que haría cualquier cosa por mí si prometía cumplir con mi juramento. "¿Cualquier cosa?", le pregunté, y me contestó que sí. Tomé valor y le pedí volver a ver su conchita bien de cerca, ya que nunca había visto una a pocos centímetros. Se sonrojó y me pidió tiempo hasta el día siguiente para pensarlo, pues era un pedido que la avergonzaba. Volvimos al sendero y caminamos en silencio hasta separarnos para ir a nuestras casas. Me costó dormir esa noche pensando en la respuesta que me había dado Norma, en el espectáculo que había visto en el bosque y, sobre todo, en lo que vería si Norma aceptaba mi pedido. A la mañana siguiente, al salir para el colegio, vi que Norma esperaba en el sendero y corrí a su encuentro. Norma decidió que, como mi pedido fue hecho sin presionarla, en forma dulce y no como un chantaje, aceptaba mi pedido. Caminamos juntos hasta el colegio y quedamos en encontrarnos a la salida en el mismo lugar, pero iríamos separados para no llamar la atención si alguien nos veía internarnos en el bosque.Las horas de clase parecieron eternas y no paré de pensar en la conchita de Norma en toda la mañana. Al tocar el timbre de salida, salí disparado al lugar del encuentro. Norma tardó un poco en llegar y pensé que no iría, que se había arrepentido. Al llegar se disculpó pero las chicas la retuvieron para preguntarle algo y no pudo escaparse.Ya solos en el bosque, me pidió que no hablara mucho pues se moría de vergüenza, pero una promesa era una promesa. Se bajó la bombacha y se levantó la pollera. Frente a mis ojos estaba la conchita de Norma sólo para mí. Le pedí que me mostrara por dónde salía el pis, y me indicó con el dedo. Le pregunté si podía tocar los labios y separarlos para ver más adentro, y ella aceptó poniéndose colorada. El contacto de mi mano en su conchita le produjo un escalofrío que le hizo temblar todo el cuerpo. Pero le gustó. Puse un dedo dentro y Norma comenzó a jadear. Norma jadeaba cada vez más. Yo casi había terminado de explorar el interior de su rosada conchita que cada vez se ponía más húmeda y caliente. Cuando saqué el dedo, para mi sorpresa Norma me pidió que no lo hiciera y que le pusiera el dedo más profundo. La conchita de Norma estaba chorreando jugos aromáticos y pegajosos y yo estaba enloquecido por la excitación. No sólo había visto una concha a centímetros de mis ojos sino que la estaba tocando a mi entero placer. Al cabo de unos minutos de meter y sacar los dedos, Norma pegó un gritito, se estremeció toda y tuvo un temblor descontrolado en todo el cuerpo. Saqué mis manos, pero Norma me las metió de nuevo dentro de ella. Estaba completamente mojada. Respiraba agitada y entrecortadamente. Había tenido su primer orgasmo y era yo quien se lo había producido. Estaba feliz.Cuando se calmó, nos besamos en la boca y aproveché para tocarle un poco las tetas, que estaban duras como piedras, y acariciarle el culo, que más de una noche había sido el motivo de mis masturbaciones. Norma me dijo que había cumplido con creces mi pedido, pero que ella quería pedirme también algo. Se acercó a mi oído y, casi susurrando, me dijo que ella tampoco había visto nunca una pene de cerca y quería que se la mostrase. De más está decir que acepté de inmediato. Me bajé los pantalones y los calzoncillos, y mi pene, que estaba parada y dura, quedó frente a sus ojos. Me la tocó, al principio con un poco de miedo, pero enseguida se aflojó y, acariciándomela arriba y abajo, me masturbó mientras me acariciaba los huevos. Al cabo de unos minutos acabé en sus manos con un chorro de leche caliente y espesa. Nos tiramos al piso acolchado por las hojas de los árboles. Abrazados, nos besamos apasionadamente un largo rato, mientras nuestras manos exploraban cada centímetro de nuestros cuerpos. En forma inevitable, mi verga caliente buscó la concha hirviente de Norma, que no opuso ninguna resistencia. Y, lentamente, penetré su conchita virgen. Ninguno de los dos tenía experiencia pero la naturaleza es sabia y las películas de la tele ayudaron. Norma gemía y daba grititos, en su mezcla de dolor y placer, mientras mi verga entraba y salía de su concha empapada de jugos sin ninguna dificultad. Norma tuvo su segundo orgasmo, fue espectacular, se le arqueó el cuerpo y temblaba como loca. Yo ya no me aguanté más y, cuando sentí que acababa, la saqué y los chorros de leche calentita cayeron sobre los pelos de la concha y sobre su estómago. Norma mojó sus dedos en la leche que tenía sobre el cuerpo y la probó. Dijo que era rica y dulce. Esa tarde perdimos juntos nuestra virginidad. Fue hermoso e inolvidable. Luego repetíamos la experiencia casi todos los días, entregándonos a un sinfín de actos sexuales que íbamos descubriendo poco a poco. Con el tiempo probamos de todo. Cogíamos y disfrutábamos el uno del otro sin límites. Han pasado casi ocho años de esta historia. Hoy Norma es mi esposa y, por supuesto, seguimos cogiendo sin perder oportunidad y en los lugares más insólitos, pero siempre el bosque fue y seguirá siendo nuestro lugar preferido, al cual tratamos de volver cada vez que podemos.