lunes, 25 de enero de 2010

Como me gusto ser infiel

Siempre me he considerado una señora recta, con buenos principios y ánimo familiar, al menos así me educaron en casa, me prepararon para llevar a cabo los deberes familiares y creo que hasta ahora los he cumplido fielmente. Somos una familia medianamente acomodada y pudiente.

Hola a todos. Mi nombre es Isabel, pero para mis amigos simplemente soy: Chabelly

Tengo 18 años de casada y 2 hijos, y a mis 36 años aun despierto el deseo sexual de muchos hombres. Soy alta, de tez blanca, de complexión un poco robusta y me encanta teñirme de peliroja. Lo mejor de mi cuerpo es mi trasero: grande y duro, los senos son de tamaño normal, mis piernas son torneadas y marcadas de tanto hacer gimnasio y en general tengo buen cuerpo. Soy una mujer frondosa. Me gusta vestir con ropa de marca y siempre sexy sin caer en lo vulgar, y claro, estar a la moda.

Me considero muy sociable y amiguera, y siempre he tratado de portarme bien y a pesar de que me casé muy joven nunca me ha desagradado sentirme deseada por los hombres, aunque ahora en mi papel de señora eso me excita mucho más. La verdad es que coqueteo muy bien cuando me lo propongo.

Con mi esposo no tengo excusas, es un buen padre, salvo que es mujeriego, aunque nuestra relación sexual y sentimental es muy poca debido a que apenas un año le comprobé la segunda infidelidad con una de mis amigas, y tal vez para remendar sus deslices ahora más que nunca me conciente mucho.

Tengo coche propio, salgo con mis amigas, voy de compras, me gusta asistir a reuniones, salir de viaje, la verdad es que mi esposo confía mucho en mí. En otras palabras me deja hacer todo lo que yo quiera, y eso me ha dado pie a tener muchos pretendientes y enamorados. Incluso, aceptar sus invitaciones a salir con algunos de ellos, que me chuleen con llamadas y mensajes de textos algo coquetos y atrevidos.

Pero en todos estos años de casada he tratado solo de coquetear con mis pretendientes y ya, dejarlos con ganas de tenerme y despertar sus deseos mas bajos conmigo, y como a veces me dice un buen amigo:
- Ay Chabelly, eres una calienta pollas solamente - Y claro que todo esto me prende.

En más de una ocasión he estado tentada ha entregarme en cuerpo y alma, dejar volar la excitación que despierto y dejarme hacer todo lo que ellos quieran. Aunque confieso que he tenido un par de deslices muy cachondos y excitantes que en otra ocasión si gustan les contaré con detalles.

Pero sucede que a pesar de tener tantas comodidades y pretendientes veía que mi vida era monótona: levantarse e ir a la escuela a dejar a mis niños, asistir al GYM, de compras al súper y de regreso por mis niños y atender al marido, en fin, una rutina. Sentía que mis emociones y mi cuerpo me reclamaban escapar de todo eso, y sin darme cuenta me empecé a volver mas desinhibida, y cada oportunidad que tenía de salir con mis amigas las aprovechaba al máximo.

Fue en mi último cumpleaños que junto con mi mejor amiga Marvi, que tenia una vida muy parecida a la mía, a pesar de ser muy bonita y atractiva, de tez blanca y alta, una silueta bien delineada y unos pechos envidiables. Caía en esa misma rutina de vida, pero decidimos soltarnos un poco más de las ataduras de un esposo y de un hogar, sin que fuera muy evidente. En primera decidimos beber un poco en nuestras salidas, hablarnos con palabras mas atrevidas, fumar más de 5 cigarrillos, vestirnos más provocativas y aceptar coqueteos de los hombres. Y sin darnos cuenta se nos dio muy fácilmente todo esto. Y aquí comienza una de tantas aventuras que hemos pasado.

Un viernes por la mañana temprano recibí un mensaje de texto de Marvi diciéndome:
- Hola amiguis, ¿apuesto que aburrida verdad?, ¿por que no salimos de traviesas a putear un rato en este viernes social?. Quiero irme también a comprar algo de ropa y comer juntas.

Quedamos de vernos antes de medio día en mi casa para irnos. Dejé todo preparado y pedí permiso para no llegar a comer, avisando que andaría con mi amiga. Ya que vivimos en provincia decidimos ir a la capital que nos queda a 1.5 HR de distancia, además que allí no éramos conocidas y podíamos soltar nuestras emociones. Una vez estando en una de las tiendas compramos ropas un poco atrevidas y decidimos estrenarlas allí mismo, ya que de nuestras casas salimos vestidas de manera normal.

Marvi se puso uno pantalón súper ajustado completamente a las caderas en color blanco, donde se le marcaba una diminuta tanga del mismo color y hacia resaltar sus redondas y bien paradas nalgas, una blusa rosa de tirantes y ombliguera que descubría su bien marcado abdomen ya que ella es esbelta y con una figura bien formada como de adolescente.

Yo por mi parte y para contrastar con ella, me puse un vestido de tela delgada en florecitas naranjas y verde olivo, con un tremendo escote en toda la espalda y en la parte de enfrente marcaba muy bien mis senos y los dejaba muy insinuantes, el vestido terminaba en forma de picos y me llegaba a media pierna y con una tanga roja solamente. Ambas no llevábamos sostén para mostrar nuestros pezones que en todo momento resaltaban.

Salimos de la boutique pensando que nos veíamos como dos putas con clase y nos dispusimos a empezar la aventura y correr los riesgos que buscábamos al andar vestidas así por una ciudad donde no nos conocían, por que en la nuestra jamás podríamos siquiera imaginar vestirnos así y andar como si nada, ya que somos muy conocidas por el trabajo de nuestros esposos.

Total que dejamos el coche en un estacionamiento y caminamos un poco buscando un buen restaurante para comer, y a cada paso que daba estaba llena de excitación de sólo imaginar que me encontraba casi desnuda andando así, que todas las miradas de los hombres me desnudaban y pedían devorarme. Mas de uno se atrevió a lanzarnos piropos, a veces agradables y otras un tanto groseros. Le pregunté a Marvi y ella se sentía igual:
- Ay Isabel, de veras que andamos solo calentando vergas y pidiendo a gritos que nos cojan ahora mismo.

En un momento de esos nos detuvimos en un aparador de zapatos, y me percaté que un chico bien vestido de aproximadamente 25 años y con una maleta de deporte en la mano andaba siguiéndonos discretamente. Al principio me asusté un poco pero Marvi me dijo que no pasaba nada, que ya se había percatado de él pero que no desconfiara. Mientras observábamos en el aparador se acerco detrás de mi y ahí se quedó. Y en el reflejo del cristal del aparador ví que había puesto su maleta en el suelo mientras él también observaba. Fue Marvi que me dijo en voz baja y en un tono sarcástico que traía una cámara escondida en la maleta, y fue entonces que comprendí que me estaba haciendo uppis, y dije a Marvi:
- Que te parece amiguita, el primer atrevido que no se aguanto más.
- Era de esperarse, con ese vestido y ese culo que te cargas que esperabas, ja ja ja.
- Pues entonces vamos a darle espectáculo.

Acto seguido me dispuse a entregarle mis mejores ángulos a aquel desconocido.
Le di por completo la espalda y abrí un poco el compás de mis piernas y arqueándome saque de manera provocativa mi trasero, puse mis manos en mis caderas y me quedé así un par de minutos para que su camarita grabara todo lo que quisiera. En esos momentos sentí que empezaba a mojar mi tanga. De sólo ver la cara de excitado y sorprendido del chico me dieron ganas de regalarle otro ángulo. Con tal descaro y sin importarme estar en plena calle mientras hacia plática con mi amiga y en plena complicidad dejó caer sus llaves en medio de nosotras para que me inclinara a recogerlas, cosa que hice muy lentamente abriendo un poco mas el compás y floreando así en todo su esplendor mis excitadas nalgas. Para ese entonces su maleta la tenia justo en medio de mis piernas.
Miré mis pechos y mis pezones estaban muy parados y se notaba demasiado. Después di media vuelta con mi amiga y ahora ella estaba de perfil ante aquel desconocido, ahora le tocaba a ella. El chico al notar nuestra disposición se descaró y empezó a tomarle el trasero a Marvi, casi le da la vuelta completa y grabó unos buenos frontales, que a decir verdad se le marcaba muy rico su raja con esa diminuta tanga que llevaba. En esas estábamos cuando se acerca un vigilante de la tienda, y el chico no hizo nada más que salir con pasos apresurados y perderse entre la gente. Por un momento nos asustamos, pero el de seguridad sólo paso de largo. ¡Vaya manera de cortarnos la cachondería!

Empezamos a caminar y a reírnos de lo que habíamos hecho, y por fin entramos a un buen restaurante. No había mucha gente, tal vez 6 o 7 mesas ocupadas, pero el lugar era muy agradable y elegante. Y desde que entramos hombres y mujeres no dejaron de mirarnos, ¿será que nos veíamos muy zorras?. Un mesero ya de edad nos atendió, y no dejo de mirar con descaro los pechos de Marvi una y otra vez, y después de ordenar suculentos platillos nos percatamos de una mesa con cuatro caballeros guapetones que no dejaban de mirarnos. Tanta eran sus miradas provocativas que decidimos cachondear un poco con ellos para ver que pasaba. Marvi se sacó un poco la tira de sus costados de su tanga para que se notara por encima del pantalón, y yo crucé mis piernas torneadas y blancas para enseñarlas al máximo, sin reparar en bajarme un poco el vestido que ya se me subía mucho por la posición.

Así pasaron unos minutos y decidimos ir al tocador de damas, claro que al pasar frente a su mesa moví mis caderas con mucha sensualidad, para que se deleitaran y chulearan mi culo. Marvi, pasó con un meneo de nalgas que su vaivén realmente atraía a todos y todas. Uno de los tirantes de su blusita lo dejo caer a propósito y sus pechos grandes y firmes parecían que salían. De regreso nos agradecieron el espectáculo alzando sus copas. Nosotras les sonreímos coquetamente.

Una vez que empezamos a comer se acerca el mesero entregándonos una nota de papel y una botella de vino, diciendo que era cortesía de la mesa de los caballeros, la nota decía:
- Ante tanta belleza y sensualidad desbordada nos atrevemos a invitarlas a compartir en nuestra mesa, por favor, cúmplanos el deseo de consentirlas y conocerlas

Eso era justo lo que andábamos buscando, agradecimos con una sonrisa coqueta y nos paramos para ir donde ellos. Todos muy educados y atentos se presentaron dándonos tronados besos en las mejillas y después nos sentamos de lo mas agradecidas, realmente todos eran simpáticos y muy elegantes, hombres jóvenes maduros y con clase. Se decían un grupo de médicos que estaban en un curso en la ciudad por unos días.

Nosotras correspondimos también presentándonos, obviamente mentimos en nuestros nombres y lugar de origen, dijimos que acompañábamos a nuestros esposos en un viaje de negocios y estaban de trabajo. Que se desocupaban muy tarde y pues para no aburrirnos esperando en el hotel salíamos a conocer la cuidad. Las miradas de todos eran muy insinuantes y provocativas, con tal descaro no paraban de mirarnos los senos, y a mi en especial las piernas, me sentí muy deseada y con ganas de más, ya que una ligera sensación de liquido salía para humedecer mi tanga. La plática transcurría con más confianza y los piropos subían de tono, insinuaciones a Marvi como:
- No entiendo como esta preciosidad pueda andar sola, si yo fuera el esposo la tendría ocupada amándola todo el día.

Para todo agradecíamos con cachonderia y provocativamente. El tiempo pasó de lo más ameno hasta que uno de ellos sugirió ir a un bar, cosa que aceptamos de manera gentil, salimos del restaurante y mientras nos dirigíamos al estacionamiento uno de ellos, Juan Carlos, que había sido el más atrevido conmigo me susurra al oído, a la vez que me ponía las manos por detrás de mis caderas y apretaba fuerte:
- Nunca había visto una pelirroja con tan buenas nalgas. ¡me encantan!
- Gracias. que lindo eres y que bueno que te gusten.

Sentí que un escalofrió muy caliente recorría mi piel, y no sabia mas que decir, así que solo le regale una sonrisa muy coqueta, y nos dispusimos subir a su camioneta, solo que dos de ellos en el momento se despidieron pretextando otra salida. Marvi se fue en la parte de atrás con Mario y se sentaron muy pegados, y yo adelante con Juan Carlos. El muy amablemente me abrió la puerta y al momento de subir abrí un poco más de la cuenta mis piernas para mostrarle mi raja cubierta con mi tanga ya muy húmeda. Mientras daba la vuelta para tomar su lugar en el volante, me senté rápidamente y ya sentada me subí el vestido descaradamente para mostrar mis piernas en plenitud y un poco de mi tanga que asomaba por debajo del vestido. Juan Carlos sólo me miro de pies a cabeza y a distancia me envió un beso silencioso, que yo respondí mordiéndome el labio inferior. Realmente me sentía como una señora muy zorra haciendo eso.

Llegamos a un bar muy tranquilo y acogedor, buscamos un rincón muy privado y ya en pareja nos soltamos un poco más, y entre tanta platica cachonda, cigarros y un poco de alcohol deje soltarse y consentir a Juan Carlos, primero que me pusiera una mano en la pierna, poco después que la acariciara desde mis rodillas hasta por debajo del vestido y por último me diera besos en la mejía y en el oído, a la vez que me decía cosas muy excitantes y provocativas:
-Eres un mujerón, te vez como una hembra inquieta y hambrienta. Como se nota que en casa no te dan lo que te mereces.

Sin duda tantas caricias me estaban calentando, y no sabía cuanto tiempo mas podría aguantar así. Recordaba mi papel de señora casada y titubeaba, pero ya había llegado lejos y ese juego me estaba gustando mucho. Marvi por su parte no la pasaba mal, estaba muy pegada a Mario y éste la abrazaba por la cintura y se dejaba besar en el cuello y en los hombros desnudos porque ambos tirantes de su blusa habían ya caídos, y la mitad de sus pechos grandes y firmes se salían pidiendo ser devorados. No saben cuanto disfrute ese momento, estar cachondeando con un desconocido atractivo y simpático, lejos de casa, me sentí libre y estaba haciendo algo que hacia mucho tiempo deseaba: comportarme como una verdadera puta, ya que mi marido siempre me ha respetado mucho.

En un momento de esos sin decirme más Juan Carlos tomo mi mano por debajo de la mesita y la llevo a su verga. Y me dijo al oído:
- ¿Ya viste como me pones mi chula?
- Oh, la tienes bien parada y dura.

- Así es mi pelirroja, y no sabes cuantas ganas tengo de que me la pongas más dura.
- Ay Juan, no creo que se pueda mas, la siento bien parada. ¿Quieres que lo consienta un poco?

- Claro mi chula, mi verga te necesita.

Acto seguido me abrazo hacia él por la cintura, y con la otra mano me tomó del mentón y me empezó a besar las mejías muy rico. Con la punta de su lengua me acariciaba el oído, pensé:
- Este hijo de puta realmente sabe como calentarme.

Me dejé llevar y cerré los ojos y no hice mas que poner una mano por encima de su pantalón y empezar a sobarle la verga, acariciarlo de arriba abajo y apretarlo fuerte. Quería bajarle el zipper y meter mi mano para sacárselo y así darme gusto, pero finalmente no estábamos solos y eso me detenía un poco, pero también me excitaba que nos pudieran estar viendo. Aunque tengo que confesar que soy un poco exhibicionista. De pronto abrí los ojos y mire enfrente de mí a Mario con unos ojos de excitación que veía todo con interés y ganas de participar, ya que Marvi se había levantado al baño, le sonreí coquetamente y seguí un poco más con lo que hacia para darle espectáculo, pero llegó un momento que ya no podía más y dije:
- Juan, sácame de aquí por favor. Llévame contigo a donde tu quieras, pero hazlo rápido por que si no, te saco la verga aquí mismo y te la empiezo a mamar.

Rápidamente nos levantamos después de poner un billete en la mesa y dejar pagada la cuenta, caminamos hacia el baño que estaba escondido y quedaba hacia la salida para esperar a Marvi, me pegué de frente a Juan Carlos mientras me decía cosas calientes y seguía sobándole la verga disimuladamente. De pronto sentí la mano de Mario acariciarme las nalgas, lejos de molestarme me calentó mas y no hice nada para detenerlo, como la tela del vestido era muy delgada sentía que me acariciaba el culo por encima de mi piel. Juan no se dio cuenta de nada por que el lugar estaba semi-oscuro. Todo terminó cuando salio Marvi sorprendida de vernos allí parados. Le dije que ya no aguantaba más y necesitaba sentir una verga dentro de mí, ella me dijo que quería lo mismo desde hacia rato, que ya no podía con tanta calentura y traía empapada su tanga.

Una vez en la camioneta nos dirigimos a un motel los cuatro juntos, nos dieron una suite y le pedí a Juan que nos quedáramos afuera, en el garaje, que dejáramos a Marvi y Mario agasajarse en el cuarto, que yo quería algo más duro, cosa que le éxito mucho al escucharlo. Me despedí de Marvi en la puerta y apagamos nuestros celulares.
-Es hora de consentirnos amiga. Comportémonos como dos perras en celo, hambrientas de verga y pasión.
-Por supuesto Chabelly, ahora sentiremos una verga diferente a la de nuestros maridos. y creo que nos va a gustar mucho.

Vi cuando Marvi se colgaba a Mario del cuello, y éste la cargaba de las nalgas para que ella con las piernas se enrollara en su cintura, y así cerraron la puerta.

Juan tomo mis dos manos con las suyas y las puso en mi cintura por la espalda, me abrazó con fuerza mientras me hacia caminar lentamente hacia atrás hasta topar con la camioneta, yo tenia los labios entreabiertos pidiendo me comiera a besos.
- Empezaré por mamarte esos labios carnosos que tienes mi chula. te voy a besar en cada rincón de este cuerpo de tentación que te cargas.
- Si Juan, chúpame todo lo que quieras. soy toda tuya mi amor.

No esperamos más y empezamos a comernos a besos, primero me beso despacio, como saboreando, me mordía suavemente los labios y así estuvimos un rato, después con más fuerzas, me metió la lengua hasta la garganta, la sacaba y volvía a meter con un ritmo muy rico. Pasó poco a poco a mi cuello, mordisqueando y besando, bajó más la boca y con gran maestría me separó el escote y se fue con mis pechos, que ya las había puesto a punto y los pezones estaban mas que duros.
- Oooh. que rico me lo haces amor. no te detengas y mámame las tetas todo lo que quieras.

Su boca era una aspiradora, mordisqueaba mis pezones y chupaba todo mi pecho, mis tetas estaban babeadas. Para ese entonces sus manos me estaban dando un rico masaje de nalgas. Las recorría toda en forma de círculos, por momentos me las apretaba fuerte con esas manos tan viril que tenia, y sus dedos trataban de abrirme las nalgas para meterse en mi hoyito que ya sentía que se dilataba. Me estaba agasajando de lo más rico, hacia tantos años que nadie me agarraba así que no aguante más y tuve mi primer orgasmo, fue tan evidente que se dio cuenta y me dijo:
- Hay chula, se ve que ya estabas necesitando de esto y que lo estas gozando.
- Si amor, me tienes bien caliente y solo quiero mas.. No te detengas y sigue fajándome así mi rey.

-Claro que si mi amor. te daré todo lo que me pidas. ya muero por meterte la verga.
-Si Juan, ya quiero sentirte dentro de mi.

-Te lo meteré hasta el fondo chula. pero antes quiero saborear este rico culo que te cargas y que me vuelve loco.

Me volteó de espaldas y abrí mis manos para agarrarme de la camioneta, mis piernas de manera natural se abrieron y quedé a merced de él. Me aprisionó con fuerzas y empezó a restregarme su verga en mi culo, mientras mordía mi cuello y con sus manos me masajeaba las tetas. No sabía más, estaba rendida a aquel desconocido que solo lo que hacia era hacerme sentir como un hembra. Sus palabras fuertes y groseras lejos de incomodarme me estaban excitanto y gustando. Me tenía a su merced, estaba como una puta dominada.

Poco a poco fue bajando su boca por mi espalda, el gran escote del vestido le permitió ir chupándome toda, es una parte débil y se dio cuenta, lo hacia con tanta delicia que se me puso todo el cuerpo chinito. Fue bajando hasta llegar a mi trasero, me alzo el vestido hasta la cintura y con la pura boca me puso la tanga a media pierna. Me besó toda la nalga, me dio besos muy calientes y tronados, lengüeteadas riquísimas. Hasta que me abrió las nalgas y empezó a lamer de abajo hacia arriba, una y otra vez, se detenía por momentos en mi hoyito y allí se quedaba con su lengua perforándome, y yo seguía en la misma posición. Fue tan maravilloso ese momento que me sentí la hembra mas agradecida del planeta. Empecé a gemir de placer:
- Amor, tienes una lengua maravillosa. chúpame más por favor, no te detengas que quiero mas. auugh. así. auugh.
- Nunca había probado un culo tan rico mi pelirroja. realmente es grande y delicioso, digno de una perra como tu.


Así estuve unos minutos, sin moverme y disfrutando de lo que me hacia, hasta que le dije:
- Méteme la verga cabrón, ya quiero sentirla, por favor. ¡¡Quiero verga...!!
- Si mamacita. Te daré gusto hasta que estés satisfecha.

No dejó que me volteara y comenzó a bajarse el pantalón, sacó su verga y me lo restregó en el culo. me lo pasaba lentamente por todo mi trasero.
- Siente lo que te vas a comer mamacita.
- Ayyy Juan, la tienes muy grande, que rico mi rey. Dámela ya por favor.

Y sin más que decir me fue metiendo la cabeza primeramente en mi raja. No tuvo problemas para entrar hasta el fondo porque ya me tenia muy lubricada. Me empezó a bombardear muy rico, primero suave, agarramos un ritmo muy delicioso que me prendía. Pero le pedí más:
- Métemelo todo mi rey. Quiero sentirte hasta el fondo por favor. Mira que me tienes chorreando.
- Gózalo mi reina. Sólo que tienes las nalgas muy grandes.

- Entonces ábreme todo el culo y entiérramelo con ganas papi.

No se lo pedí dos veces, sabia como hacer su trabajo y yo estaba entregada a él. Por un momento la culpa por entregarme a otro hombre apareció, pero recordé tantas engaños de mi esposo y gocé de una venganza que inconcientemente había provocado. Al fin de cuentas se lo merecía y lo que estaba sintiendo entre mis piernas era tan irresistible que pudo más. Aquella daga perforaba cada vez más aprisa, mi respiración se agitaba y sudaba sin parar, mis piernas tensas empezaban a temblar y mis gemidos se hacían más fuertes:
- Así Juan, oooohh. Que rico me coges papi, no te detengas
- Desde que te vi llegar me encantaron esas nalgas y ese rico meneo que tienes al caminar.

- ¿Era lo que querías verdad cabrón? Meterme la verga hasta el fondo. Pues ya me tienes entonces. ¡Ya soy tu puta!
- ¿De veras eres mi puta?

- Soy tu puta, tu perra, tu hembra. Todo lo que tú quieras pero por favor no me saques la verga.
-Oírte esas cosas me calientan. Oye reina. Pero ahora yo quiero mas ¿me dejas metértela por el culo? Anda di que si.
-Ahorita no te puedo negar nada cabrón, hazme todo lo que tú quieras.

Enseguida empezó a lubricarme mi hoyito con mis propios líquidos que salían de mi vagina. Seguíamos en la misma posición: parada y pegada a la camioneta por enfrente, con el vestido enrollado en la cintura, las piernas abiertas, mi tanga a media pierna y con las tetas descubiertas, bien arqueada sacando las nalgas. y él detrás de mi. ¡que rica posición para coger!.

Lentamente introdujo su verga en mi culo. Primero su cabeza se abrió paso y forzó la entrada, así se metió poco a poco por completo. Lo sentí realmente cuando estuvo toda dentro de mí que me hizo gritar de dolor y placer. No era mi primera vez, ya que mi esposo le encantaba darme siempre por allí, pero yo me ponía tensa y nunca pudo metérmela completo, y se conformaba con introducir un dedo para masturbarme. Así que sin querer me estaban desvirgando el culo por primera vez con una polla, que a decir verdad era más grande que la de mi esposo. Me sorprendió que pudiera entrar a placer, y sin más se estaba convirtiendo en una brutal y plácida experiencia. Con tal maestría me empezó a mover en un ritmo que el dolor se quito para convertirse en puro placer.
- Así papi, ayyyyy. ayyyy.
- ¿Te duele mi puta? ¿Quieres más despacio?

-Nooooo, dámelo duro mi rey, quiero mas fuerte, nalguéame por favor.

Me tenía tomada de las nalgas con sus dos manos, y enterraba sus dedos en toda mi carne, hasta que sentí la primera nalgada que me hizo abrir los ojos y aferrarme con más fuerzas del costado de la camioneta. Estaba extasiada de placer y solo quería más y más. Las nalgadas continuaron unas tras otras por varios minutos, alternando las dos manos, y con la piel mojada de sudor dolían más y se escuchaban muy fuertes, no se si mas que mis gritos y gemidos hasta que le pedí que parara, me estaban ardiendo las nalgas y los empujones de su verga en mi culo iban en aumento. Sentí mi hoyito muy caliente, cosa que nunca había sentido antes, los ojos las tenias en blanco y con tanto calor mi respiración se convirtió en agitación y me faltaba el aire.

Fui perdiendo el sentido del tiempo poco a poco. Solo alcanzaba a oír murmullos de Juan sin comprender exactamente que me decía, pero las embestidas de su verga me mantenían en pie. Entré en reacción cuando un jalón de cabellos me hizo mover la cabeza, era una mano de él que con sus dedos entrelazaban mi cabellara roja y jalaban hacia atrás al mismo tiempo que nuevamente me empezaba a nalguear, con tanta agitación no sentí dolor. Sólo sentí el golpe de sus manos grandes y fuertes posarse en el bulto de mis nalgas, así permanecimos unos minutos hasta que no aguantamos más y nos venimos al mismo tiempo.
-Augggh. Me haces gozar de placer cabrón de mierda, eres un buen semental.
-Y tú una buena perra para coger mi reina. Se ve que te encanta hacerlo por el hoyito, me vaciaste toda la leche.

Así nos quedamos un rato mientras disminuía nuestros latidos del corazón, me abrazaba por la espalda y yo le agradecía lo que me había hecho sentir. Y claro, mientras terminaba de vaciarse en mi culo.

Nos metimos en la camioneta en la parte trasera y bajamos los cristales, reposamos abrazados dándonos un buen agasaje de besos mientras nos desnudábamos por completo. Me acariciaba toda y me decía cosas lindas y bonitas, y otras más calientes y excitantes. Así pasaron unos minutos, nuestra piel se fue enfriando y dejamos de sudar. Pero de pronto me empezó a besar tan rico que me fui prendiendo, mis pezones se endurecieron y no dude en agarrarle su polla otra vez y empezar a pelársela.
- ¿Me dejas probártelo un poco amor? Estoy hambrienta.
- Un poco no mi chula, quiero que te lo tragues todita.

Me acomode bien y baje mi cabeza hasta encontrar su polla que para mi era un dulce. La agarré con mis dos manos del tronco, ¡Y vaya que si era grande!. Me mojé los labios y empecé con mi lengua a pasárselo en todo el tronco, hasta llegar a la cabeza que es lo que mas me gusta. Realmente lo saboreaba muy rico.
-Ay papi, este dulcecito que me estoy comiendo sabe esplendido, ¿lo puedo morder tantito?
-Haz lo que más te guste chula, es todo tuyo.

-Mmmm. que rica verga te cargas cabrón. me esta encantando mamártelo, y eso no es bueno, porque después siempre voy a querer que me lo des.
-Eso no es problema, para mi seria rico que me la mamaras siempre.

Para ese entonces ya lo estaba mamando con descaro, lo chupeteaba, lo mordía, me lo metía en la boca todo lo que podía y lo sacaba lentamente. Y volvía a empezar.
-Oooooh mami, que buen trabajo me estas haciendo, se ve que eres una buena mamadora de vergas también.
-Me apenas que sea tan evidente, pero es algo que disfruto hacer y más con esta verga tan grande que tienes.

Así seguí un buen rato, a veces sentía que ya se iba a venir en mi boca pero es de largo aguante, confieso que por mas que intente meterme toda esa polla en mi boca nunca lo logré, y eso que me lo metía hasta la garganta. Durante la mamada monumental que le estaba dando me acariciaba el trasero, y a ratos me nalgueaba con palmaditas, metía hasta cuatro de sus dedos en mi vagina y me masturbaba. No pude más y me vine nuevamente.

Juan Carlos al darse cuenta que me estaba chorreando bajó su boca a mi vagina y me chupo toda, me abrió las piernas de par en par como pudo y siguió dándome placer un buen rato. Exploraba con su hábil lengua todos los rincones de mi vagina, se abría paso con sus dedos y la metía hasta donde podía, yo solamente agradecía con los ojos cerrados mientras me pellizcaba los pezones. Pero después de un buen rato le pedí que me cogiera nuevamente:
- Por favor Juan, necesito esa rica polla dentro de mí otra vez. No me hagas sufrir más.

Se acomodó bien en el asiento de atrás y yo me monte sobre su verga, me arqueé todo lo que pude y comencé a cabalgarlo. Mis movimientos iban aumentando, primero en forma de círculos y después arriba y abajo. Estaba sorprendida de su aguante, ya que con mi esposo nunca pasábamos de 15 minutos, no sé que tenía ese hombre que yo le pedía más y más. le rogaba para que me follara:
-Así papi. Dame toda tu polla.
-Me encanta tu meno mi puta. Te mueves muy rico.

Los movimientos cada vez eran más aprisa, sus embestidas empujaban con más fuerzas en mi coño. Me metía su polla en mi vagina como si siempre hubiera sido de él. Al mismo tiempo que le restregaba mis tetas en su cara:
-Cómetelas mi papi. Devórame mis tetas que están duras de tanto placer que me das - le decía

Sin reparar en nada el muy cabrón comenzó una comida de tetas increíble. Me las mamaba con maestría, me succionaba los pezones y a ratos me los mordía. Yo misma con mis manos me agarraba las tetas y le daba de comer en su boca, estaba toda babeada que su saliva me escurría por en medio de mis pechos y se confundía con el sudor que nuevamente salía de mi cuerpo caliente. Tenia el un cuerpo de perra hambrienta de verga.

Con sus manos me abría las nalgas y hacia que me sentara con más ganas en su polla, que estaba muy caliente. Sentía que en cualquier momento me iba a partir en dos y hábilmente fue introduciendo su dedo índice en mi culo. Hasta que logro meterlo todo.
- ¡¡¡ Ohh Dios mió que placer.!!!

No quería que eso terminara y le pedí nuevamente que me nalgueara, que me tratara como a una verdadera puta, como nadie antes me había tratado. Todo eso era muy excitante para mi y le rogaba que me diera mas y mas. Ahora mi culo quería ser penetrado.

-Por favor Juan. Méteme la verga en el culo. No aguanto más. Ooh te quiero sentir por detrás papi.
-Voltéate de espalda mi chula. Así te podré romper el trasero a mi gusto.

-Claro que si cabrón. Dime como quieres que me ponga para que me penetres el trasero.

Me colocó a su antojo, ahora quedaba montada de espaldas. Me agarré como pude de los asientos delanteros mientras me lubricaba el culo con mis propios líquidos, lentamente empecé a sentir la punta de su cabeza entrar. No sé porque, pero ahora la sentía mas grande, más gruesa, más rica. Me fui sentando en su polla poco a poco hasta que lo tuve en todo su esplendor en mi interior. Como pude ahogue un grito de dolor y me enterró sus dedos en mis nalgas y las empezó a mover en círculos. Suave, rico. Así nos quedamos unos minutos, en total silencio, yo con los ojos cerrados lamiendo mis labios y mordiéndomelos. Era un placer total, algo que nunca me había dado mi esposo en tantos años de casada.

El silencio se fue cuando sentí una de sus manos golpearme las nalgas, un golpe en seco que me hizo saltar y escapar un gemido de placer a la vez que jalaba de mi cabellera hacia atrás. Ahora si me tenía bien clavada la verga, era una posición que le permitía hacerlo con tal descaro.
- Vamos mi puta. Muévete más, quiero romperte el culo como nunca antes te lo han hecho.

Me excitaba mucho escuchar cosas sucias y groseras. Me sentía una cerda que ni a mi esposo le habría permitido hablarme así nunca. Pero en ese momento estaba rendida y dominada por aquel desconocido.
- Eres un cabrón de mierda. Me haces comportarme como la más puta de todas las mujeres. ¡Cógeme más por favor!
- Eres la zorra más ardiente que he tenido. Una señorona para coger. Que culo.

-Fóllame muy rico cabrón. Como solo tú lo sabes hacer. No como al pendejo que tengo en casa.
-A ese cornudo le sobra vieja para coger. Eres mucha hembra para ese pendejo de puta.

Estaba en el clímax. Extasiada de un dolor en el culo por tantas embestidas de su verga, ardiendo de las nalgas por tantas nalgueadas, con la boca abierta tratando de donde sea sacar aire para respirar. No tenía noción del tiempo. Solo deseaba que ese semental nunca más dejara de cogerme.

Me vine dos veces en esos bellos minutos que duró la culeada, hasta que me apartó y colocó mi boca otra vez en su verga caliente.
-Mama mi polla zorra, trágatela toda.
-Si papi, quiero lechita. Anda por favor. Dame leche.

Sin pensarlo mas me llenó de leche caliente la boca. Eran chorros y chorros que salían de aquella verga, me apresuré a tomarla toda, abría mi boca lo más que podía. Aun así deje escapar unas gotas que escurrían por mi mentón y después caían en mis pechos.
Me la tragué toda de un solo golpe, el sabor espeso, salado y caliente quemaban mi garganta y todas mis entrañas. Rápidamente me llevé su polla otra vez a mi boca, mientras chorreaban unas últimas gotas. La exprimía succionando con fuerzas, hasta que no quedó nada.

Debo confesar que nunca antes había tragado semen. Fue mi primera vez, me gusto tanto que ahora es algo que siempre pido al follar.

Me quedé recostada en sus piernas. Exhausta de tanto coger, saboreando aún el semen caliente en mi boca mientras recobraba el sentido y la noción de las cosas. Sus manos acariciaban mi cabellera roja y le pedía que nos siguiéramos viendo, que tenía que volver a repetir esa culeada tan mortal que me había dado. Tuve que confesarle mi verdadero origen y le conté lo desdichada que en mi matrimonio era.

Me escuchó con atención y coincidimos en volver a vernos pronto. Nos vestimos y me pidió que le regalara la tanga que traía, cosa que se me hizo muy morbosa y no dude en entregárselo, nos acomodamos en la camioneta mientras nos abrazábamos y besábamos a placer.

Marvi después de unos minutos salio con Mario recién bañados. Sin decirnos mucho salimos de eso motel en el que tanto placer había sentido y nos pasaron a dejar al centro, donde habíamos guardado nuestro auto. Eran a las 7.30 p.m. Intercambiamos números telefónicos y nos quedamos de hablar al siguiente día.

Me despedí de Juan con un apasionado beso y manoseo de nalgas, que hasta ese entonces reparé en el ardor que ya sentía, y que en los dos días siguientes no se me quitó y no pude sentarme por la culeada y nalgadas recibidas.

Llegué a casa con mi cuerpo aun sudoroso, con olor a semen y sin ropa interior. Mi esposo veía entretenido TV y solo me preguntó que si todo había salido bien. Cosa que acepté con una sonrisota. Ay grandioso carnudo, si supieras la culeada que me acaban de dar. Después fingí estar cansada, me duche y me dispuse a dormir pensando en la rica polla de Juan Carlos.

Alicia mmm¡¡¡

Hace tiempo que la conozco, en la actualidad tiene 19 años y está recién casada. La conocí desde que ella era estudiante de secundaria, vive en una colonia aledaña a donde yo vivo y su familia y la mía se conocen desde hace un buen de tiempo.

Alicia es delgada, de buenas nalgas, senos pequeños, blanca y de pelo rizado, tiene ojos claros y una boquita deliciosamente mamadora. Hace unos días la encontré en el super ya que, generalmente, yo me encargo de las compras y ella andaba en lo mismo, al verla de lejos y reconocerla, me acerqué saludarla, ella me correspondió al saludo con un beso en la mejilla y mientras hacíamos las compras platicamos de algunas boberías y de nuestras respectivas parejas. Me comentó que se sentía decepcionada de haberse casado tan joven porque su marido casi no la dejaba salir y que era muy celoso, al verla tan atractiva con minifalda, blusa escotada y medias muy transparentes, pensé que era imposible no celarla y cuidarla pues se veía muy hermosa y deseable, de hecho, tenía el pito bien tieso pensando en lo que podría hacer con ese cuerpo y esa boquita. Ya para despedirnos le dije de repente y, lo confieso, deseando que aceptara:

- Pequeña, ¿Te gustaría salir conmigo a comer o a tomar un trago uno de estos días?
- ¡Si, claro!... pero debo hacerlo un día que no esté mi esposo para poder salir a gusto.

Decidimos ponernos de acuerdo, le dejé el teléfono de mi oficina para que me llamara en cuanto pudiera y como a los tres días, recibí su llamada. Recuerdo que era viernes y me comentó entusiasmada que su esposo, por cuestiones de su familia que vive en Morelia, debía salir todo el fin de semana y regresaría el martes siguiente. Esta situación nos permitió acordar nuestra cita para ese mismo día por la noche, me comentó que me llamaría al móvil para avisarme cuando su marido ya se hubiese marchado y que en un lapso de tres horas después debería recogerla en determinado lugar, así lo hicimos y como a las nueve de la noche ya la estaba recogiendo.

La imagen que vi me dejó turuleco, vestía de manera muy provocativa, zapatillas de color azul claro, mini-vestido del mismo color, medias blancas, el pelo suelto y con un maquillaje muy tenue que resaltaba la belleza de su cara. La saludé con fuerte abrazo, un beso casi sobre la boca y unas caricias un tanto atrevidas sobre sus caderas. Notando que no oponía resistencia, la tomé por la cintura, nos subimos a mi auto nos dirigimos a un bar del centro de la ciudad. Al llegar, algunos clientes voltearon a ver a mi linda acompañante y no faltó un discreto silbido, nos sentamos en un apartado, uno al lado del otro y pude ver a la tenue luz del bar, cómo su mini-vestido se recogía sobre sus piernas y noté que sus medias estaban sostenidas por un liguero bastante sensual, de encaje.

Pedimos unas copas y mientras yo pensaba en la forma en que la abordaría para poder seducirla, aunque mis chaquetas mentales, después descubrí, no eran necesarias pues ella estaba decidida a darme todo lo que yo quisiera. Entre bromas y risas fuimos consumiendo algunos tragos más, ya un poco achispados nos acercábamos y nos abrazábamos sin mucho recato ya que estábamos en un lugar en donde ese tipo de cosas no escandaliza a nadie, al menos, eso creo. En determinado momento me dijo que iría al tocador, ese abandono momentáneo lo aproveché para acomodarme la pinga, pues estaba muy incomodo por la erección tan fuerte que estaba experimentando. Cuando ella regresó, sin más ni más, se sentó en mis piernas y me dijo, casi mordiéndome una oreja: ¡Estoy ardiendo, me encanta estar contigo, nunca había salido a un sitio como este, gracias por traerme!

Esta reacción de Alicia, me dio la pauta que esperaba y tomándola por las caderas, le acaricié discretamente sus piernas, ella entrecerró los ojos y permitió mi avance lento debajo de su vestido, sentir la suave calidez de esos muslos deliciosos me provocó dolor en los testículos y la verga, seguí mi avance debajo de su ropa y al momento de llegar a tocar su puchita, ella me entregó sus labios en un beso tan candente que sentí que me venía ahí mismo. Traté de tranquilizarme y retirándola de mis piernas, pedí la cuenta, pagué y salimos abrazados de ese lugar y nos dirigimos a mi departamento de solterito. Al llegar, solamente encendí una luz de pedestal para poder mantener la cachondería que nos llenaba a ambos, nos pegamos en un apretado abrazo y mientras nos comíamos a besos mis manos se regodeaban con sus nalguitas, le levanté el vestido y mi dedo medio servió de guía a mi mano derecha que se introducía entre sus nalgas toqueteándole el culito y todo lo demás.


Alicia gemía como una perra en celo y afanosamente trataba de abrir mi pantalón; cuando alcanzó a abrir mi bragueta, metió su manita caliente entre mis calzones y tomó el tronco que tenía oculto ahí. Por un momento la dejé hacer lo que estaba haciendo, después la retiré y la volteé de espalda, la llevé hacia un sillón y la acomodé de tal forma que su culito quedara levantado, me quité completamente el pantalón y demás ropa, ella movía de un lado a otro sus caderas, le subí el vestido y pude apreciar una tanga blanca de encaje y sus medias sujetas por el liguero, al acariciarla sentí la tersura y calidez de su cuerpo. Me incliné un poco atrás de ella y mi lengua se incrustó entre sus nalgas, aún sin quitarle la tanga, lamí y mordisquee todo lo que pude, Alicia abrió sus piernas y se agachó más, esto me permitió llegar a su puchita, me puse de rodillas completamente y sobre la tanga, le propiné una serie de mordidas mas o menos fuertes pero sin llegar a dañarla, ella gimoteaba más fuerte cada vez y con una mano, se empezó a liberar de su tanguita, le ayudé a quitársela y al fin pude ver completamente esa panocha tan rica que se me estaba ofreciendo.

Al tenerla sin calzones y agachada, pude acomodarme mejor detrás de ella y mi lengua y labios empezaron un trabajo de chupeteo riquísimo, se arqueaba, se retorcía, gritaba pero no cambiaba de postura, esta sesión de lengüeteo y mordiscos logró que mi deliciosa amante llegar a un orgasmo fenomenal, sus espasmos acompañados de agonizantes gritos me indicaron el momento en que se venia a raudales, pegué mi boca con mas fuerza a su panochita y sorbí su caliente humedad hasta la última gota recorriéndole con deleite hasta su rosado culito que se estremecía con cada lengüetada que recibía.


Para esos momentos, mi pene ya era un brasa ardiente y doloroso, sentía la enorme necesidad de metérselo todo para saciar mis ansias pero, con todo y mi deseo incontenible, la dejé reposar un momento acariciando suavemente sus nalgas y su rajadita húmeda. Me puse de pie, la coloque de frente a mí y nuevamente nuestras bocas se juntaron en un apasionado beso, mis manos buscaban, temblorosamente, la cremallera de su vestido y al ir quitándoselo, pude apreciar sus senos pequeños y rosados sin sostén, los pezones se erguían retadoramente y debido a su acompasada respiración subían y bajaban provocadoramente. Mi mano derecha se acomodó sobre una de sus chichitas y la otra se deslizó sobre su calientita rajada, esto ocasionó que mi pequeña putita iniciara un nuevo jadeo entrecortado y lujurioso. Tenerla desnuda, solamente con medias, liguero y zapatillas era algo más que un sueño hecho realidad, era divinamente celestial y sus gemidos eran música para mis oídos.

Al poco tiempo de estar jugueteando con su panochita, su culito y sus senos, la llevé a otro sillón mas largo, le pedí que se recostara utilizando de cabecera uno de los posa-brazos, al hacerlo, me coloqué frente a su cara y le ofrecí mi caliente verga mientras con una mano le seguí tocando su pucha y sus chichitas, ella se acomodó mejor y tomando con una de sus manitas mi tronco, lo empezó a lamer delicadamente, mis dedos seguían hurgando el interior de su rajadita y observaba como su lengua caliente recorría, desde los testículos hasta la cabeza, todo mi pito. Le dije que se lo metiera en la boquita y ella no lo dudo, abriendo lo más que podía sus labios, lo engulló casi todo, mis dedos continuaban introduciéndose en su cosita y empecé el movimiento de mete y saca dentro de su boca, la tensión que se había acumulado en todo mi cuerpo estaba por reventar y no dudaba en que me vendría dentro de su caliente boca. Intenté contenerme lo más que pude y contrayendo el ano lo logré en gran medida por unos dos o tres minutos, esta acción me permitió disfrutar al máximo la mamada que mi putita me estaba dando. Después de unos momentos, al sentir que no podría contenerme más, le introduje lo mas que pude dos dedos en su cosita caliente, le frote con intensidad interior y con un espasmo doloroso y un gemido ahogado, descargue una generosa ración de esperma en su boca. Ella se aferró a mis caderas y sin soltar media verga se tragó lo más que pudo de mi leche hirviente, le sujeté el pelo y con palabras un tanto duras la seguí follando hasta que terminé de arrojar toda mi carga de esperma. Un hilillo le escurría por la comisura de su boca y mirándome juguetona, me dijo que quería más.

La tomé de las manos y la llevé al baño, nos metimos bajo la ducha y delicadamente le di un delicioso baño. Lavé con suavidad sus senos, su puchita y su culito, le mordisqueaba las orejitas y el cuello, después, ella se sentó en un banquito de baño y amorosamente me lavó la verga y los testículos, me chupeteo nuevamente de tal manera que, en poco tiempo, estaba listo para seguir cogiéndomela. Como es una chavita mas bien chaparrita, no me costó trabajo levantarla en mis brazos y llevarla a la recámara, la coloqué en el suelo y sequé su hermoso cuerpo con una gran toalla, tomé un tarro de vaselina perfumada y la embadurné toda, desde los dedos de sus pies hasta su cuello y carita, ella se dejo hacer. Pasaba uno de mis dedos constantemente en su culito y se lo oprimía, al sentir esto, ella gemía y se reía preguntándome que qué es lo que me proponía, lo sabía bien, pero su juego lograba que la cachondería regresara a nuestros cuerpos con más fuerza.

Después de esto, fue Alicia quien me cubrió de vaselina el cuerpo y tentadoramente masajeaba mi verga llenándola desde la base hasta la punta, sospechaba que yo quería penetrarla por el culo pues se esmeraba en dejar muy lubricado mi pito. La llevé a la cama y sentándola en el borde la recosté haciendo que sus piernas se levantaran y quedaran sobre mis hombros, me acerqué a su cara y la besé mientras buscaba su raja con la punta roma de mi miembro, al notar mis esfuerzos, tomó el tronco ardiente y lo encamino con dulzura a su rajadita. Teniéndola de patitas al hombro fue relativamente fácil introducirle toda la verga. Empezamos con lentitud y suavidad, mis metida eran lentas y firmes, ella cerró los ojos y cruzó las piernas en mi espalda, sus gemidos ahogados llenaban la habitación, poco a poco mis movimientos se hicieron mas rápidos y rudos, ya no gemía, gritaba como desesperada pidiendo mas verga, retorciéndose experimentó otro orgasmo descomunal, sentí como sus jugos mojaban mi pene y se escurrían por su entrepierna, seguí empujándole el pito mientras terminaba de venirse, al concluir, relajó las piernas, las dejó resbalar hacia el suelo y mi dura y caliente verga quedo fuera de su cosita, me incliné sobre ella y lamí sus juguitos, metí mi lengua lo mas que pude en su raja, se retorcía y reía mientras yo me deleitaba con el sabor salado de su orgasmo.

Al terminar de limpiar su cosita, levanté nuevamente sus piernas pero sin ponerlas en mis hombros, sosteniéndolas con mis manos le lamí su culito rosado, respingó al sentir mi lengua sobre su hoyito, seguí en esta forma por un momento hasta que quedó bien lubricado, la levanté, la puse agachada contra la cama y abriéndola, le metí de un golpe el pito en su pucha, gimió y me dijo que fuera suave porque así le dolía, eso me encendió aún más y en vez de contenerme arremetí con mas fuerza mientras le decía que a las putas como ella se les trataba de esa manera, no se quejó más, solo gemía, se levantó y se sacó la verga, esto me desconcertó pero ella se encargó de tranquilizarme ya que lo que pretendía era montarme a mí, me empujó sobre la cama, se paró abierta sobre de mí y poco a poco se fue sentando en el tronco de mi pene, sentí como se ensartaba ella sola y haciendo círculos, intentó hacer que llegara yo al orgasmo, esta postura me permitió aguantar un tanto más que la primera vez, ella intentaba a toda costa conseguir su fin, me divertí y gocé sintiendo su caliente raja sobre mi verga.

Con un empujoncito la derribé sobre la cama, la puse boca abajo, le coloqué un cojín bajo su pubis y logré que su culo quedara levantadito, le abrí las piernas y recostándome sobre ella, le empuje nuevamente la verga, gimoteó pero no se quejó y el mete y saca que empecé me prendió más, la fui jalando hasta colocarla de a perrito, mis manos la tomaron de sus chichitas mientras le atravesaba su cosita, le saqué la verga y le lamí la panocha y el culo como si fuese un perro en celo, me coloqué otra vez en posición y agachándola contra la cama, deje su culo abierto, dos o tres lengüetazas más y le coloqué la punta de la verga, ella trató de incorporarse pero yo la obligué a que se mantuviera en pose, empujé con fuerza tratando de romper ese culo rico, ella gemía y pedía que no lo hiciera, la volví a insultar diciéndole que putas como ella debían sentir la verga por todos lados, seguí empujando pero me era muy difícil entrar, la paré, vi que lloraba un poco, la recargue contra la cama y le di la verga para que me la chupara un poco, ella sabía que no cedería en mis intentos y llenó lo más que pudo de saliva la cabeza morada de mi pito, se lo saqué de la boca y se lo coloqué en el culito nuevamente, un empujón bastó para que, con un grito feroz, ella recibiera en sus entrañas la mitad del pito.

Me detuve un momento para dejar que su cuerpo se acostumbrara al grosor de la verga, no se movía , le metí otro tanto el pene y volvió a gritar pero con menor intensidad, me sorprendió de momento porque ella, en un reculón dado a propósito se ensartó toda la verga, volteó a verme y de sus ojos escurrían lágrimas pero aun así sonreía satisfecha, quedamos empalados los dos por un momento más, le acaricie las nalgas, las tetas y la espalda mientras le sacaba un poco el pito, ella se movió y volví a enterrárselo todo, sólo pujó un poquito, se lo saqué nuevamente a la mitad y fue ella quien, nuevamente, , se volvió a ensartar. Empezamos el mete y saca lentamente, seguía llorando pero ya no se resistía, disfruté al máximo al enterarme que yo era el primero que le metía la verga en su rosado y apretado culo, me decía gimiendo que le dolía mucho pero que siguiera, que sí era una puta y que deseaba que la tratara como tal, que era una perra deseosa de verga, que le rompiera bien el culo.

Sus palabras me incitaron a seguir follándola por el ano con mas fuerza, sus gritos se convirtieron en gemidos agónicos, ya no lloraba sólo gemía y gemía. Sentí que el próximo orgasmo de ella estaba a punto de llegar pero yo quería también terminar, así que le saqué toda la verga y se la introduje dentro de su cosita ardiente, se contrajo con fuerza y llegó al final, al sentir su flujo orgásmico no me contuve y a riesgo de lo que pasara, eyaculé con potencia dentro de su panochita caliente, se retorció más y no intentó separarse de mí, se fue doblando sobre la cama y yo seguí detrás suyo, mi verga quedo guardada dentro de su puchita mientras los espasmos de placer y los últimos restos de semen quedaban adentro de mi hermosa y ardiente puta.

Mi esposa con otro

Hace 4 años que estoy casado con ana y si bien nuestras relaciones siempre fueron buenas, en un momento empecé a tener fantasías con ver a mi esposa cojer con otro hombre; en mis pensamientos la veía disfrutar de una buena pija, haciendo todo tipo de chanchadas, ya que la mía mide apenas 12 cm y si bien... nunca se quejó, una vez escuché decirle a una amiga por teléfono que se había cruzado con un ex-novio de la secundaria y para recordarle cual era, le dijo que era el de la pija de 19 cm que tantos dolores y satisfacciones le había dado.

El problema era que nunca me atreví a comentarle mis fantasías ya que pensaba que se iba a enojar y decir que era un deprabado.

Sin embargo, la situación se resolvió de una manera increíble.
Mi esposa que es contadora y lleva los libros, entre otros, de un gimnasio, me llama una noche y me dice que no la espere a cenar debido a que después de salir de su oficina tiene que discutir unos asuntos con la dueña del gimnasio. le dije que no se preocupara ya que estaba cansado y me iba a ir a dormir temprano. sin embargo cené rápidamente y decidí ir a buscarla, ya que no quería que regresara sola.

Cuando llegué, se estaban llendo los últimos clientes, por lo cual el gimnasio quedaba vacío; busqué a mi esposa, pero no pude hallarla, como así tampoco a nadie de la supuesta reunión. En eso siento la voz de Gerardo, uno de los instructores, que dice: apurate preciosa que no tenemos mucho tiempo; grande fue la sorpresa a escuchar la risa de mi esposa que venía bajando las escaleras. Me escondo en uno de los vestuarios mientras ana cierra las puertas del gimnasio y retornaba al piso superior.

Sentía una mezcla de bronca y curiosidad de saber lo que estaba pasando, por lo cual subí sigilosamente y me dispuse a espiarlos. Gerardo estaba ya desnudo de rodillas sobre una colchoneta. Mis ojos no podían creer lo que veían, al margen de su cuerpo musculoso y bronceado, pendía entre sus piernas un pedazo de carne impresionante. Mi esposa se arrodilla junto ha el y le dice: hoy quiero toda tu verga en mi culo, y le empieza a hacer una espectacular mamada. La pija de Gerardo una vez erecta tomó dimensiones monstruosas que le producían arcadas a mi esposa.

Para ese entonces mi bronca había dejado paso a una calentura terrible y sólo quería ver como se revolcaban. Cuando la tuvo bien parada colocó a ana en posición de perrito le pasó una crema por el ano y lentamente se la fue colocando. Mi esposa entre gritos de dolor le decía que nunca supo lo que era realmente el placer hasta que lo conoció. El comenzó a cabalgarla con más fuerzas y realmente yo no entedía como podía entrarle todo eso en el culo. El le presto la pija de el parecía querer más y aunque mi esposa parecía dispuesta a seguir, le dijo que mejor que paren ya que se le hacía tarde y no queríe que yo entre en sospechas, así que se levantó y se dirigió a las duchas; el la siguió por detrás y juntos se metieron en el baño. Cuando cierran la puerta, decido que es hora de irme, y aunque si bien ahora no podía mirar, por lo menos quería escuchar lo que decían. Por lo que oí antes de marcharme, deduzco que ana va a llegar más tarde. Gerardo le decía que quería despedirse de su culo.....y empezaron los gemidos de dolor y placer nuevamente.