viernes, 30 de octubre de 2009

Mi amiguita

Estaba yo cursando el segundo año de secundaria y tenía 14 años cuando tuve mi primer experiencia sexual. Ese día, en el colegio, nos habían castigado a mí y a una amiga llamada Pamela. Nos pusimos de acuerdo y en lugar de ir a la dirección indicada fuimos a escondernos a la biblioteca del colegio, que en ese tiempo estaba en remodelación y por lo tanto cerrada a los estudiantes. Pamela y yo estuvimos una media hora platicando sobre lo que nos iban a hacer cuando se dieran cuenta de lo que habíamos hecho.Como la biblioteca es de dos pisos, Pamela quiso subir al segundo, pero un escalón estaba flojo y cuando ella pisó se quebró por completo, cayendo ella por todos los escalones. Yo, temeroso de que se hubiera fracturado algo, me acerqué a auxiliarla. En la caída la falda del colegio se había desgarrado, quedando ella en mallas, que eran muy comunes en las chicas, sobre todo en las mayores. Yo, sin darle importancia a su vestimenta, me acerqué y me arrodillé ante ella; puse su cabeza en mi rodilla y le empecé a hablar, sin obtener respuesta. La levanté y la acosté sobre una mesa para que descansara. Pasaron quince minutos después del accidente hasta que empezó a reaccionar.Cuando se puso de pie, fue cuando pude ver su escultural cuerpo con mayor precisión. Ella siempre fue muy linda y simpática conmigo, pero francamente nunca me había dado cuenta de esas tetitas que en realidad parecían melones, de ese culito tan amplio que haría feliz a cualquiera y que a pesar de sus 14 años ya estaba demasiado desarrollado. Cuando se acercó hacia mí, me dio un beso en la mejilla y me dijo que estaba muy agradecida por haberla socorrido en ese momento. Le dije que no importaba y que mejor pensara en la manera de salir de ese problema. Ella me dijo que no me preocupara y se sentó a junto a mí tomando mi mano, lo que me desconcertó un poco.Seguimos charlando hasta el punto en que, no sé cómo, hablamos de sexo. Ella me preguntaba si yo había tenido algún acercamiento sexual, a lo que dije que no, y a la vez le pregunté lo mismo. Ella se quedó seria mirando hacia el techo; yo le repetí la pregunta, pero esta vez ella se acercó susurrando a mi oído que no, pero que le gustaría empezar cuanto antes. Este comentario fue la gota que derramó el vaso. Mi polla llegó al punto más alto, tanto que creí que iba a reventar mi pantalón. Ella se paró y, dando unos pasos adelante, dio media vuelta y se tomó la cintura. Empezó a contonearse y a bailar sensualmente. Yo ya estaba a reventar y eso que faltaba lo mejor. Ella empezó a quitarse la blusa, quedando sólo con un top y las mallas. Yo ya no podía más por lo que, de un jalón, me arranqué la camisa y el cinturón. Pamela se acercó a mí dándome un beso francés que desencadenó todo. Yo, de un tirón, le quité el top y le bajé las mallas sin cuidado por la calentura, quedando ella en brassier y con unas braguitas que realmente fascinaban.Yo, para ese entonces, estaba casi totamente desnudo. Le empecé a acariciar sus tetas hasta que, sin querer, le reventé el cierre. Sus tetas cayeron como dos gotas de agua en mis manos; era imposible no tocar esas preciosidades. Bajé poco a poco hasta llegar a su coñito, que para ese momento ya estaba húmedo. Me pidió que lo besara con las bragas puestas pero yo no esperé más y se las arranqué con una fuerza descomunal. Empecé a besarle su conchita y a meterle la lengua y a sentir sus líquidos. En ese momento nos tiramos al suelo e hicimos un 69 excepcional. Yo, al igual que ella, era inexperto y no aguanté correrme en su boca. Yo pensé que eso le daría asco, pero cual fue mi sorpresa cuando empezó a tomar toda mi leche y mamarme con más fuerza. Ella también se corrió en mi cara y también empecé a tomarme todos sus líquidos.Un rato después, se sentó y abrió las piernas diciéndome que la follara, que no podía esperar más. En ese momento reaccioné un poco y le pregunté si estaba segura, porque iba a perder la virginidad. Ella dijo que eso era lo mejor que le podía ocurrir: "A poco no te gustaría ser el primero en mi vida". Eso me calentó con más ganas y me abalancé sobre ella con más fuerza de lo normal. Sin esperar, le metí mi polla tanto como pude. Ella soltó un grito ensordecedor de placer que hacía que me calentara más, y poco antes de correrme me salí, corriéndome en sus tetas y su cara.Yo la seguía besando. Cuando pasó un tiempo mi polla, que se había vuelto fláccida, volvió a la normalidad, y volvimos a lo anterior. Esta vez fue todavía más placentero pues ella seguía contoneándose y gimiendo con tal fuerza que retumbaba en las paredes del edificio. Esta vez no aguanté y me corrí dentro. Ella se asustó un poco pero ganó lo caliente del momento, lo olvidó y seguimos ahí, pegados unos 15 minutos. Inventábamos posiciones y eso nos tenía más entretenidos. Cuando mi polla empezó a bajar de tamaño, la saqué y me puse a descansar en el piso; así estuve como unos 5 minutos cuando ella se paró, empezó a bailar y luego se dejó caer en el suelo. Pero esta vez en lugar de abrir las piernas, se empinó y me dijo: "mira mi culito, ¿a poco no te gustaría picarlo unas cuantas veces?". Ese comentario reanimó mi polla y en menos de 5 segundos ya estaba otra vez parada. Nunca en mi vida había sentido algo parecido. Como dije, yo era inexperto, por lo cual le metí la polla de una vez, y ella soltó el grito más fuerte que he escuchado en mi vida. Lloró y me insultó tanto que yo creí que estaba a punto de terminar el sueño, pero en eso dijo: "no te preocupes, sólo ten cuidado la próxima vez". Yo lo hice otra vez pero con mucho cuidado, metiéndola cada vez un poco más hasta el punto en que yo tenía todo dentro de ella. Yo creí que eso le molestaba pero ella, entre gemidos y gritos, decía: "sigue..., ahhhh si..., qué rico..., ahhhh...". Yo estaba en otro mundo. Así estuvimos nada menos que 45 minutos y realmente fueron los mejores momentos de mi vida. Cuando ya no podíamos más nos pusimos a acariciarnos, besaba sus tetas, las llenaba de leche; mientras tanto ella me mamaba y se tomaba todo lo que yo sacaba.Al final nos empezábamos a limpiar cuando ella se dio cuenta de que su ropa estaba totalmente desgarrada y que no iba a poder salir así de allí; así que pasaríamos toda la noche en aquel lugar. Yo salí, llamé a nuestras casas para decir que íbamos a quedarnos a dormir con un amigo y lo mejor es que se creyeron todo. Esa noche fue también inolvidable, pero esa es otra historia que ya les contaré.

Mojada

Estábamos cerca, muy cerca, mirándonos con una pasión llena de timidez. Cómo me gustan tus ojos. Te inclinas y me besas tiernamente, de pronto abres tus labios e intentas meter tu lengua dentro de mis labios, yo me sobresalto pero me dices que está bien, que probemos otra vez. Tu llevas tiempo deseándome pero nunca habíamos podido estar a solas. Me preguntas por qué no me tiendo y me relajo, lo hago y te acuestas a mi lado esperando un poco a que se me pase el nerviosismo. Me vuelves a besar, explorando suavemente mis labios y luego sigues la línea de mi quijada, encuentras mi oreja y me respiras tu aliento en ella, me mordisqueas el lóbulo y me cubres el cuello de besos y caricias con la lengua, me vuelves a besar. Yo callo y te dejo hacer, mi respiración empieza a cambiar y tú lo notas.Me preguntas si no tengo frío (estamos empapados de lluvia) y te digo que sí, un poco. Me preguntas por qué no me quito la blusa y te respondo que no es necesario, no es tanto. Te pregunto por qué y me dices que lo deseas. Me besas el cuello y ya no digo nada, vas bajando hasta quitarme la camiseta, que está empapada, y como no traigo sostén se revelan perfectamente mis pechos, bastante grandes, porque después de esos besos escalofriantes tengo los pezones duros y erectos a más no poder. Acaricias mi costado sintiendo la plenitud de mi seno, la depresión de mi cintura, la suave curva de mi cadera. Me estremezco bajo tu contacto; acaricias los rizos de mi pubis y subes por mi vientre hasta llegar a la hinchazón turgente de mi seno. Me besas los senos con ternura pero eso produce ataques eléctricos en mi piel. Me preguntas "¿Quieres que te de placer, Esmeralda?". Yo cierro los ojos y te digo que sí con la cabeza. Me besas el cuello y vas bajando poco a poco con un movimiento circular de tu lengua en mi seno hasta lograr que mis pezones palpiten de ansias de tí. Al principio mamas suavemente pero despues aumentas la succión y yo gimo con emoción. Con tu otra mano bajas hasta la parte interior de mi muslo, abro mis piernas y tu mano empieza a acariciarme; de repente sientes una humedad caliente que te indica que estoy lista para recibirte. De mis senos bajas hacia mi pubis, cuando tu lengua alcanza la parte superior de mi hendidura brinco, dando un grito, recayendo de espaldas y gimiendo con gran placer. Tu virilidad palpita anhelante, impaciente, mientra cambias de posición para deslizarte entre mis piernas. Entonces abres mis repliegues y saboreas lenta y deliciosamente. Tú no podías oír los ruidos que yo hago mientras me sumerjo en ese estallido de sensaciones exquisitas que me recorren mientras tu lengua me explora en cada repliegue y cada borde. De repente me retuerzo, sollozando de éxtasis; con dos dedos penetras mi húmeda cavidad y aplicas presión en ella.Te grito que te necesito, que te necesito con urgencia, y tratas de penetrar suavemente en mí, pero es tal mi éxtasis que con mis piernas te jalo hacia dentro de mí, acariciando tus nalgas y sintiendo tu piel. Mis profundidades húmedas y cálidas te reciben completo, te abrasan y te envuelven con desenvoltura. Te retiras un poco y me vuelves a penetrar. Mientras que mi paso te acaricia cual largo eres, gritas mi nombre soltándote y dándome todo de ti, hasta que me llenas de tí y entonces tus gritos más profundos surgen en armonía con mis sollozos mientras oleadas de placer inefable nos envuelven y con un alivio exquisito caes sobre mí.