jueves, 24 de diciembre de 2009

Saludos

Que Dios reine en cada uno de Ustedes y cada dia derrame sus Bendiciones en sus hogares y les llene de Salud plena.

Aprovecho esta oportunidad para desearles una ¡¡¡¡FELIZ NAVIDAD, UN PROSPERO Y VENTUROSO AÑO 2010!!!!; QUE SUS OBJETIVOS Y PROPOSITOS DE REALICEN.

De corazon para todos.

martes, 22 de diciembre de 2009

¿Ya saliste a tres alguna vez?

Esto fue cuando mi prima y mi amigo ya se habían encontrado (en la cama). Y como ella ya me lo había contado, ya me podía dar por enterado, en consecuencia, le sugerí que otro día saliéramos con el amigo y otra prima. Estuvo de acuerdo sin reservas.
Pero después tuve dudas y le hablé por teléfono al amigo para ponernos de acuerdo.
Le dije:
-Mira, he pensado que no es una buena idea la de salir con la prima de mi amiga como habíamos hablado. Creo que ninguna de las dos ha hecho algo parecido, (De salir varias parejas) se pueden chivear y se nos agua la salida. Si quieres, otro día te la presento y quizás te las dé. A ella también ya me la cogí…
Por eso, para hoy he pensado, cambiar un poco los planes… salir solo los tres… si te parece...
¿Ya saliste a tres alguna vez? Yo tampoco. Ni ella, pero me parece que está en el punto de atreverse, está curiosa. Y si no le preguntamos, creo que aceptaría.
A pesar de lo que has visto, es reservada, algo la ha hecho ser diferente contigo, yo creo que es un poco como experimentar una aventura. Que yo sepa, los dos hemos sido los únicos que nos la hemos cogido, y a su modo de ver, eso nos hace diferentes. Muy diferentes.

Ya que estás de acuerdo, y como la conozco bien, te voy a comentar varias características muy bien marcadas, que ya medio conociste:
Una es que una vez que acepta hacer algo, ya no cambia fácilmente. Sobre todo si está tranquila, contenta y caliente.
Le cuesta mamar, lo hace (Y muy bien) pero no es algo que la deje feliz. La primera vez que me lo hizo, me puso como condición, bajarme primero, lo hice y después ya no hubo ninguna resistencia, inclusive tomó muchas veces la iniciativa. O sea que yo creo que si de inicio te le bajas, después ella corresponderá sin problemas.
Y otro es que se calienta muchísimo en dos situaciones: Verse desnuda (O casi) en condiciones de riesgo. Y ser cachondeada bailando. Por supuesto que las dos cosas al mismo tiempo la hacen ver estrellitas.
Mi idea es ir a bailar a un lugarcito que conocemos muy bien, (Simulando que es algo que solamente yo conozco) con unos reservaditos en que se siente segura y donde ya ha estado casi sin ropa, o con la ropa tan descubierta que se le ve todo. Bailando le he subido el vestido dejando que la vean clientes y meseros y hasta hemos cogido y me ha mamado.
Bailar muy cachondo, bien pegados, besándola mucho, metiéndole bien las manos, descaradamente y dejándola con poca ropa, que vea que no nos incomodamos ni la tratamos diferente.
Podríamos cogérnosla ahí, pero entonces después ya no va a querer ir a un motel… Yo preferiría el motel y experimentar un menage. ¿Te parece?
Como el otro día ella no quiso mamarte, te sugiero que simules salir al baño, y la hago chuparme. Sales casi en seguida y le acaricias las nalguitas, así ella confirmará (lo que ya debe sospechar) que la estás viendo mamar. Si te le bajas… y no reclama… va a ser difícil que se niegue a hacértelo. Y si te coloca junto a mí, de manera que le pongamos los dos palos en la boca, va a ser otra experiencia nueva. ¿De acuerdo?
Después platicamos de fútbol, o alguna otra pendejada, y esperamos impacientemente el encuentro. Por si las dudas, llevé algunas cositas de preparación, como un vino y algunas botanas.

En el bar.
Estaba muy cariñosa cuando primero me encontré con ella y nos fuimos a comer alguna cosa, camino al restorán, me dice de repente:- ¡Ya estuve con tu amigo!
-¿Cómo que ya estuviste? ¿La ida al cine?
- ¡No! Ya me llevó a un motel, y… me la metió…
-¡Ahhh! (Simulando sorpresa) Y ¿Cómo fue…?
Y me contó su versión de la aventura. No alteró casi nada, solo no me contó que no lo había dejado verla desnuda después de la cogida.
-¡Muy bueno! Y la besé con mucho ardor… Haciéndola sentirse bien…
Y hoy ¿Qué piensas? Qué te parece si llamas a la Gorda y le dices que no saldremos. He pensado que no es una buena idea.
-¡Tú lo propusiste!
-Si… ya sé, pero óyeme, ¿qué va a pasar si en el curso de la salida, mi amigo comienza a acariciarte y demuestra intimidad… o si comenta acerca de tus salidas con él? ¿Con la gorda junto?
-Nooo… no… tienes razón… no es una buena idea… Y la llamó cancelando la salida.
Nos fuimos a comer a un lugarcito agradable, donde no dejé de acariciarla y besarla. Y a la hora convenida llegamos con mi amigo, que ya había llegado.
Tomamos cualquier cosa y les dije:
-¿Qué les parece ir a un lugarcito agradable para relajarnos? Es un lugarcito poco visible, donde podemos oir música, bailar y tomar algunos tragos. Estuvieron de acuerdo, simulando ignorancia.
Llegamos y nos acomodamos en uno de “aquellos reservados” que ella y yo conocíamos tan bien, simulando que no sabíamos cómo era. Ordenamos unas bebidas, y nos quedamos en silencio, esperando el primer movimiento. Que implícitamente me correspondía. Así que la saqué a bailar. Y comencé el cachondeo… la sentía respirar fuerte, nerviosa, pero en silencio. Y fui cada vez un poco más atrevido, hasta que en un lugar un poco alejado de nuestro amigo, le solté el sostén. No dijo nada.
Regresando, obviamente para el cambio de parejas, le dije:
- Ya vámonos a sentar para dejarte con él. Pero antes de sentarnos, voy a hacer algo y no te inquietes, ni reacciones. Por favor… ¿Si? No respondió, ni hizo gesto.
Así que de pie, colocada de espaldas a nuestro amigo sentado, le subí la falda hasta descubrirle los calzoncitos y las piernas, acariciándola abiertamente. Se puso tensa, pero no dijo ni hizo nada. ¡Era la señal esperada por nosotros! Ya era pan comido…


Al sentarnos, observé que ella no nos miraba a los ojos. Y nosotros, sin verla tampoco, teníamos cada uno una mano en sus muslos, poco arriba de las rodillas. Y ella quieta.
Tanteando, subí la mía un poco, más, hasta la mitad del muslo, moviéndola hacia adentro. Nada de reacción.
Con eso, el amigo la invitó la sacó a bailar. Fingí quedarme quieto, pero apenas salieron, los fui a espiar. Y ví que sin ninguna duda, le acariciaba las nalgas y la besaba. Poco más tarde, ella lo abrazaba por el cuello y él le había abierto la blusa y le movía los pechos. Sin dejar de meterle mano a las nalgas. Ya tranquilo, esperé mi turno.
No dije nada cuando se sentaron y vi la blusa desabotonada, que ella instintivamente medio cerraba.
A seguir, me tocaba de nuevo, y simulando ignorancia le pregunté que había pasado. Riéndose me contó lo que había visto, agregando:
-¡Tu nos estabas viendo!
- Si, pero quería oírtelo decir… me excita…
- Bueno… primero me abrazó y besó fuerte y sentí que me acariciaba por atrás.
-¿Por atrás?
- Bueno… por atrás y abajo. Después comenzó a meterme la mano por el pecho. Y así seguimos hasta sentarnos.
-¿Te quitaste algo? No… lo pensé pero preferí que él decidiera.
-Bueno… ¿Y al menos el brassiere… así…?
-ja,ja,ja, nooo, eso es tu especialidad…
Terminé de quitarle la prenda, y le desabotoné la blusa. Seguimos bailando acariciándola abiertamente.
Al sentarnos, y como si fuera disimuladamente, enseñé el brassiere. Y la abracé y besé, descaradamente metiéndole la mano por las tetas bien a la vista. Y brindamos.
Él pacientemente, esperó decorosamente unos minutos y dijo:
-¡Ahora me toca a mí! Abrazándola y metiéndola las manos como yo lo había hecho poco antes. Ella no se resistió, ni aparentemente se inmutó. Lo aceptó tranquilamente, riéndose. Y salieron a bailar.
Ya no los seguí. Solo estaba curioso por saber si le quitaría los calzones… Y me reí cuando al regresar, me los enseñó a escondidas…
¡Estaba lista para darnos las nalguitas! Y propuse que nos fuéramos a un lugarcito “…más discreto…” Sin hablar, estuvieron de acuerdo y salimos directo a un motel.


En el motel.
Teníamos dudas de que nos dejaran entrar a los tres, por lo que, por si las dudas, me escondí en el coche y ellos entraron primero.
Con calma y cuidadosamente salí del coche, cerrándolo sin hacer ruido. La puerta del cuarto estaba solo encostada. Estaban abrazados, ella de espaldas a mí con el vestido levantado hasta la cintura. Las manos de él, le movían impacientemente las nalgas.
Muy suavemente, moviéndome despacio hacia un sofá, me senté para apreciar la escena y lo siguiente. Después de algunos minutos, él le quitó la blusa. Y haciéndola girar, la colocó de frente a mí. ¡Era mi turno!
¡Se veía linda! Siendo acariciada semidesnuda, con los ojos entrecerrados, obviamente muy, pero muy caliente.
Me levanté y aproximándome la tomé de las manos y la acerqué cariñosamente hasta quedar tocándonos de arriba abajo. El amigo se mantuvo en el mismo lugar, sin dejar de acariciarle suavemente, primero los pechos y después las caderas y piernas.
Me abrí la camisa y la bragueta, me saqué la pija y se la coloqué en una mano. Besándola, le terminé de soltar la falda, dejándola caer al piso.
El amigo también se quitó la camisa y dejó caer los pantalones, acercándose hasta colocarle el palo en contacto con las nalgas. Por adelante yo hacía lo mismo, empalándola entre las dos vergas y los tres comenzamos a movernos más o menos rítmicamente. Las respiraciones estaban agitadas… muy agitadas…
Sin decir nada, nos fuimos conduciendo hacia la cama… a donde se dejó llevar sin resistencia, acostándose suavemente, apoyada por los dos, con las piernas afuera…
Por breves gestos, decidimos que él sería el primero a metérsela; se posicionó de frente y le levantó las piernas, abriéndolas, a seguir se colocó en medio. Creí que se la iba a coger sin más, pero no… se acordó de lo que habíamos hablado y se bajó a mamarla…

Ella sorprendida, lo miró y después a mí. Yo hice lo mismo. Y con una sonrisita cómplice, le hice una seña de “¡Ni modo! Después te toca a ti…“con nuestra gran intimidad, estaba claro lo que le estaba diciendo sin palabras. Lo entendió perfectamente, frunció el ceño y me besó…”
Lo observamos un poco más, nos vimos de nuevo, y la besé en los labios y en los senos, acariciándole todo lo que alcazaba, inclusive metiendo unos dedos por los lados de la raja, acompañando al amigo.
Ella se calmó, o resignó. Creo que estaba pensando: Viendo su expresión, no pude evitar sonreírme. Y ella también.
Me quedé viéndola gozar, comenzó a retorcerse, a tener contracciones y aumentó los movimientos de las caderas…
Estando así, se me ocurrió otra maldad. Salí un momento de la cama y me coloqué en dos dedos un condón lubricado. Regresé a la misma posición y seguí besándola y acariciándole las tetas y las nalgas, pero me fui yendo hacia el centro, hacia El Chiquito. Que como ya se lo había explorado, no le incomodó.
Cuando se vino, con buenas contracciones, el amigo salió del tal y se sorprendió cuando vio mis dedos metidos por “ahí”. Me miró y no dijo nada, solamente se movió hacia arriba, y yo hice lo mismo, pues teníamos la misma idea. Sin esperar a que se le pasara la venida, posicionándonos a los lados de su cabeza, le moví la cabeza suavemente, acercándola a mi verga, sin prisa, la aceptó, y a seguir la del amigo, turnándonos en metérselas o movérselas entre los labios…
No reclamó ni se negó. Por lo que educadamente, me bajé a mamarle el mamey. En cuanto me sintió hacerlo, comenzó a moverse. Después me dijo que pensaba que se la iba a meter, y se sorprendió de que fuera una mamada.
Cuando se vino por segunda vez, decidimos parar. Abrimos la botella de vino y las botanas y descansamos, platicando de cualquier cosa y pensando en lo que había pasado… tranquilamente.
Ambos la acariciábamos suavemente, casualmente. Y ella correspondía. En su expresión, me decía que ya estaba pensando en salir. Ya quería terminar. Pero esa no era nuestra intención…
La abracé con cariño, con ardor, pasándole nuevamente las manos por todos lados. Se dejó llevar, acostada de lado, sentí que no quería, pero no vio como escaparse… Y tampoco le dí chance…
Nuevamente estaba siendo acariciada, más bien manoseada, pero ahora estábamos desnudos y ya los dos la habíamos chingado, abiertamente…
El amigo se colocó junto y la acariciaba con una mano. La otra parecía perdida entre las piernas, creo que dedeándola. No quise saber en ese momento. Además ya estaba caliente de nuevo.
Con palabras entrecortadas, le murmuré roncamente, jalándola levemente de las caderas:
- Ven… voltéate… así… arrodíllate… de a perrito...
Pensé un poco y le hice señas al amigo para ponernos nuevamente juntos adelante, para ponerle los palos en la boquita al mismo tiempo. Aceptó, e hicimos nuevamente el mismo juego, que ella aceptó.
Ya así, y después de algunos minutos, me fui al otro extremo y me la cogí… no supo reaccionar y se quedó mamando la verga del amigo. ¡Un palo por cada extremo! Era una novedad, y se derritió por completo…
La movimos con ritmo, y se podía ver que estaba gozando la primera Doble Penetración de su vida. Bueno… la mamada con mamada anterior, no la considero como una Doble, más bien como un ensayo. Además de ser la manera de aceptar mamar otra verga.
En fin… la bombeamos un rato y por señas, decidimos cambiar, el amigo se pasó para atrás y yo al frente.
Al mismo tiempo le dije:
-Voltéate corazón, acuéstate de espaldas, así… Colocados de cada lado, le abrí las piernas y le dije:
-No me hagas mucho caso cariño, pero creo que se está viendo el tamal…
-¿Crees que se me está viendo?
-¿Se le está viendo? Creo que sí, pero ahorita se lo tapo… -Dijo el amigo- Y montándola se lo tapó.
Me fui adelante para colocarle el palo en la boquita, y como teníamos mucha experiencia mamando, no hubo problema, en cuanto me vio junto, se lo comió todo golosamente.
Esa fue su segunda DP. Que duró unos minutos, hasta venirse con grandes contorsiones. El amigo se vino un poco antes y yo fui el último.
Por cierto, recibió toda mi leche cuando estaba viniéndose y para variar en nuestras costumbres, se la comió toda antes de darse cuenta.
Al reaccionar, tenía una mirada extraña, como de: ¿Qué pasó? ¿Qué hice?
Y en seguida otra de: ¡Bueno… ni modo…!
Nos quedamos quietos unos minutos, abrazados los tres… pensando en cómo habíamos cogido sabroso… Y en como lo repetiríamos…

domingo, 13 de diciembre de 2009

Inportante

La falta de erección en el clítoris puede surgir incluso cuando el deseo está presente. El proceso de erección del clítoris tiene que ver con un mayor flujo de sangre hacia la pelvis, lo que produce congestión en la vagina, el útero y el clítoris.

La vagina se expande y alarga, y el clítoris tiene una mini-erección, similar a la del hombre, aunque, por supuesto, en una escala mucho más pequeña. El creciente flujo de sangre hacia la vagina, causa una secreción mucosa clara, que hace del coito un acto más sencillo y sin dolor.

Si la pareja de la mujer apresura las cosas, podría intentar realizar la penetración antes de que los órganos de la mujer "estén preparados", lo que la podría conducir a más dolor, y, de esta forma, a mayores fallas en la erección.

Inportante

La falta de erección en el clítoris puede surgir incluso cuando el deseo está presente. El proceso de erección del clítoris tiene que ver con un mayor flujo de sangre hacia la pelvis, lo que produce congestión en la vagina, el útero y el clítoris.

La vagina se expande y alarga, y el clítoris tiene una mini-erección, similar a la del hombre, aunque, por supuesto, en una escala mucho más pequeña. El creciente flujo de sangre hacia la vagina, causa una secreción mucosa clara, que hace del coito un acto más sencillo y sin dolor.

Si la pareja de la mujer apresura las cosas, podría intentar realizar la penetración antes de que los órganos de la mujer "estén preparados", lo que la podría conducir a más dolor, y, de esta forma, a mayores fallas en la erección.

MI NOVIO, SU EX Y YO

Con mi novio llevo cerca de tres años, tenemos una relación muy sólida, y lo amo muchísimo. Su ex, Karen, después de cuatro años sin novio se volvió lesbiana, para mi sorpresa ella empezó a coquetearme a mi, aunque al principio me daba desconfianza pensando que quería volver a tener algo con mi novio.

Todo empezó en un bar que frecuentábamos todos mis amigos, mi novio y yo, y claro está, Karen, esa noche vaciamos dos botellas de tequila y tomamos muchas cervezas, Karen me dijo que le acompañara al baño, algo normal entre mujeres, así que la acompañé, para mi sorpresa me metió al baño con ella y empezó a decirme que se había rasurado su conchita, pero que lastima que no tuviera novio para mostrársela, quieres verla??, yo me quede atónita, ya que nunca había pensado en tener nada con una mujer, pero por los tragos le dije que si, entonces empezó a mostrármela y acariciarse, diciéndome que estaba muy caliente, le dije que afortunadamente las mujeres sabíamos darnos solitas muy buenos orgasmos, ella me respondió que ya estaba cansada de masturbarse, que quería hacerlo con alguien, no se porque, simplemente le mire sus labios, me acerque y la bese, fue una beso que comenzó muy suave, pero luego se hizo mas apasionado, las dos nos miramos algo asustadas, creo, aunque en ella vi una sonrisa picara y eso me gusto.

Salimos del baño, volvimos a la mesa, tomamos algunos tragos mas y nos fuimos, ese día mi novio y yo habíamos quedado en ir a algún hotel y pasar la noche allí, así que cuando fuimos a coger el taxi, Karen me dijo que si la podíamos llevar cerca de su casa, le dije que si, cuando subimos al auto, nos miramos las dos como con un deseo tan grande, que no me importo que hubiera un desconocido (el taxista) y mi novio, nos empezamos a besar, y decidimos ir al hotel con ella.


Cuando llegamos empezamos a besarnos nuevamente, la cara que tenia mi novio era para morirse de risa, estaba boquiabierto por lo que estaba pasando, todavía no creía que su novia y su ex novia se estaban devorando frente a el, le ordene que se sentara en el sofá, y empezamos a acariciarnos, nos besamos apasionadamente, luego nos quitamos las blusas y los sostenes, ambas tenemos senos grandes, así que mi novio estaba a mil, Karen, empezó a chuparme las tetas suavemente, me mordía muy despacio los pezones, y me acariciaba la concha mientras yo miraba a mi novio, y le animaba a mostrarme su verga, luego yo hice lo mismo con los pechos de Karen, al principio me sentí rara, pero luego me sabían delicioso, y empecé a subirle la falda y a meter dos dedos en su rajita, la cual ya estaba muy mojada, mi novio mientras, se iba masturbando.

Luego nos acostamos en la cama, frente a el, yo le empecé a chupar su rica concha, mojadita y húmeda, olía muy rico, ahí entendí por que mi novio se demoraba hasta media hora o mas chupándomela, Karen tuvo dos orgasmos mientras yo se la chupaba, ya mi novio se había ubicado detrás de mi y me introducía sus ricos dedos en mi almejita, yo estaba chorreando de lo excitada que estaba, luego cambiamos a una posición muy cachonda, Karen se acostó boca arriba, yo le puse mi concha en su cara, al tiempo que le mamaba la verga a mi novio, el con sus dedos masturbaba a Karen, en esa posición los tres tuvimos un delicioso y prolongado orgasmo, luego mi novio me puso en cuatro y mientras me embestía por detrás, yo me chupeteaba a su ex novia por todas partes, sus tetas, su concha, la voltee, y quedamos las dos en cuatro, yo le chupaba el culo y le introducía uno de mis dedos en su rico agujerito y mi novio me la metía a mi tan duro y tan rico que tuve otro orgasmo, aunque eso no es raro, con el en una noche consigo incluso 9 o 10 orgasmos.

Por ultimo ella y yo seguimos jugando, hicimos un sesenta y nueve, nos lamimos por todas partes, y nos disfrutamos como nunca pensé en disfrutar a una mujer, mi novio luego de vernos veinte minutos así, la tenia dura y grande otra vez, así que se nos ocurrió meternos a la ducha, allí fue la única oportunidad en que la deje acercarse demasiado a el, las dos nos arrodillamos y le mamamos la verga y entre tanto nos besábamos ella y yo, así mi novio nos echo un ultimo polvo que cayo en nuestras caras y nuestros pechos, luego de bañarnos bien, nos vestimos y salimos.

Afortunadamente, luego de esto, mi novio nunca quiso repetirlo, dijo que conmigo le bastaba, y no quería que lo cogiéramos como rutina, lo que el no sabe es que han habido otros encuentros entre ella y yo, que luego les contare. Pero en cuento a hombres con mi novio tengo y me sobra.

jueves, 10 de diciembre de 2009

Amiguito de mi hermano

Les cuento del día del cumpleaños de uno de mis hermanos menores. vinieron todos sus compañeritos, mi esposo estaba de viaje y me anime a entrar a la fiesta, así baje a la sala, estaba bien maquillada con el cabello suelto llevaba un vestido corto escotado verde unas pantys blancas y tacos del mismo... color y como era algo mayor todos me miraban con ansias.

comenzamos a bailar hasta que un chico se me acerco y me sacaba a bailar y no me dejaba, yo coquetamente le seguía el juego mientras mi amigo ocasional cada vez me tomaba de la mano se me acercaba mas mientras bailábamos y cuando nos sentaba, me ponía sus manos en mis muslos mientras bromeábamos


yo poco a poco me iba calentando, así fue continuando la fiesta y se fueron retirando todos, incluso mi hermano, quedando unos pocos, y ya solo bebíamos.

al final de la fiesta mi amigo estaba ebrio y el muy pícaro me dijo que se sentía mal que quería descansar un rato en casa para recuperarse e irse a su hogar. en ese momento fue que me hirvió la sangre y le dije si deseaba podía entrar un rato a mi dormitorio porque la casa era chica.

le indiqué el lugar y el se fue a mi habitación mientras yo seguía bebiendo con el resto de invitados. cuando al rato subí a mi habitación a descansar, lo vi allí tirado en mi cama, yo me comencé a quitar los tacos y las pantys, cuando de pronto el despertó y me vio allí parada semidesnuda yo no aguante mas la excitación y me abalancé sobre el.

ÿl me mordía los labios el cuello, era todo un experto, me introdujo sus manos heladas debajo del vestido y me lo saco hacia arriba mientras se abalanzaba sobre mis pezoncitos que estabas duritos, me besaba toditita yo gemía de placer y el trataba de taparme la boca para que no se dieran cuenta en la casa.

luego de hacerme delirar con sus caricias y cuando el estaba encima, yo comencé a desabotonarle la camisa. el se la saco y luego se paro en la cama y me hizo arrodillar y me pidió que le sacara el pantalón, yo le baje el cierre y luego el pantalón dejándolo en bóxer, luego el saco su enorme miembro dejándome perpleja nunca en mi vida había visto una polla tan grande.

se me hacía agua la boca de probarla pero el no me dejó y me tiro para atrás, se saco todo y desnuditos los dos nos comenzamos a revolcar y besarnos mutuamente, luego el me cogió de las caderas y me levanto en el aire quedando parada de cabeza apoyada en mis codos y cabeza con las piernas abiertas en el aire como si fuera una t y allí comenzó a comerme mi cosita y a introducirme su lengua.

uhm! me decía cosas dulces y sucias a la vez, me hacia gritar, y para callarme me dijo "vamos bebe no llore quiere su biberón" y me coloco su pene en mis labios y yo le correspondí comiéndosela todita, se la chupaba, la mordía mientras el me frotaba me golpeaba con su pene en la cara y yo me metía sus bolitas a la boca.

luego le comencé a arrancar los vellitos de su ano con los dientes y el se excitó al punto de cogerme de los cabellos y follarme en la boca hasta terminar con un enorme chorro de jugoso semen, yo me lo tomaba pero era tanto que me atoraba, se me derramaba por los costados de los labios, era deliciosa, espesita , al final me dijo que no me preocupara que tenia mucho mas al tiempo que me colocaba al revés boca abajo y me separaba las nalgas y introducía su lengua en mi trasero haciendo delirar.

luego sus dedos uno a uno mientras me lo escupía, me sujetaba las manos con su correa en la cabecera de mi cama, creía adivinar que era lo que haría y me dio miedo le pedí que no lo hiciera pero el me daba de nalgadas y con su mano derecha separo mis nalgas mientras con la otra se humedecía la polla y comenzó a introducírmela por el ano haciéndome sentir un dolor inmenso pero exquisito

así me la metió todita hasta el fondo y la dejo allí un rato para que la sienta al tiempo que se apoyaba en mi columna y comenzó a darme de adelante para atrás con una fuerza jalándome de los cabellos como si fuese una yegua haciéndome sentir varios orgasmos.. uno, dos, tres hasta que se vino dentro de mi. no demoró mucho porque yo era ajustadita por allí y cuando me la saco chorreo gran cantidad de semen en mi sabana.

al final se echó a dormir a mi lado, pero yo no me iba a quedar con las ganas de cabalgar y se la chupe una vez mas hasta que se le puso dura y me coloque sobre el introduciendo su pene en mi vagina y moviéndome como una licuadora lo hice terminar una vez mas hasta quedar totalmente satisfecha.

a unas horas nos despertamos y le pedí que saliera corriendo antes que se despierten mis hermanos y mis padres, así pase una de las noches más inolvidables de mi vida siéndole infiel a mi esposo con un chiquillo.

Tres cualidades de los relatos eroticos

Encienden el fuego en tu pareja.
Aunque en general la lectura se disfruta de a uno, muchas parejas han mejorado sus relaciones sexuales gracias a la lectura compartida de este tipo de literatura. Después de un día de trabajo o de ocuparse de los niños, suele ser difícil cerrar la puerta y convertirse en un ardiente amante. Muchas veces, lo que en realidad todos quieren es tirarse a ver la televisión o directamente a descansar. Por eso, tenderse en la cama juntos a leer poesía, cuentos o novelas eróticas, puede convertirse en la clave perfecta para romper el hielo y entrar en clima.

Recuperan el deseo perdido.
También, es especial para quienes sufren de falta de deseo o ya no tienen fantasías sexuales. Los relatos serán nada más y nada menos que una carga de baterías para la imaginación. Las historias y los personajes harán solitos el trabajo: ellos protagonizarán las aventuras prohibidas que tú jamás te has permitido. Seducirán al profesor, se acostarán con el marido de su amiga, se animarán a hacer el amor con desenfreno en medio del campo o simplemente describirán sus sensaciones cuando se les acerca un compañero de trabajo.

Te convierten en una persona más seductora. No hace falta estar en pareja para leer literatura erótica. Si estás solo o sola y tu mente está saturada de problemas, un buen libro erótico te ayudará a relajarte y a conectarte con un mundo de sensaciones que tienes abandonado.

Es casi una experiencia religiosa:
tú sentado cómodo en tu sillón preferido o en la cama, leyendo historias calientes, de esas que alguna vez pasaron por tu imaginación. Aunque te resulte difícil creerlo, involucrarte más en el sexo, hacerlo parte de tu vida, te ayudará a convertirte en una persona más sensual. Cuando estés en la oficina o camines por la calle, comprobarás que te mirarán más que antes. Es que las imágenes de lo que leíste te acompañarán adonde vayas y tú serás cómplice de esos recuerdos. Hasta te sucederá que en determinado momento creerás que fuiste tú el que protagonizó esos relatos.

domingo, 6 de diciembre de 2009

Cosa de familia

Mientras se desvestía en la soledad de su habitación no podía dejar de pensar en lo bien que se lo había pasado en la fiesta... y en lo mucho que se había divertido con su novio y con sus amigos.
Al quitarse la camiseta contemplo por primera vez el morado que le estaba floreciendo en su pecho, a escasos centímetros del pezón, y su preciosa boca se torció en una mueca al recordar la increíble osadía de aquel mocoso.
Aun no podía comprender como un crío de solo 13 años podía ser tan descarado y tan pícaro. No le entraba en la cabeza que el puñetero mocoso fuera tan audaz y se lamento, por enésima vez, de no haberle visto llegar en esta ocasión. Pues desde que se percato del excesivo interés que su cuerpo tenia para el chaval procuraba mantenerse lo mas alejada posible de este... y de sus largas manos. Y, aunque no siempre lo lograba, hasta ahora si había conseguido que sus roces fueran mas o menos permisibles... hasta ahora.
Se había creído a salvo rodeada de tantos familiares y amigos (joder, si hasta su novio estaba en la fiesta) y se había confiado demasiado. El avispado picaron había sabido esperar hasta que ella estuvo agachada en la cocina con una bandeja de aperitivos entre sus manos para acercarse por detrás y meter las dos manos por el escote, amasando su sensible piel de canela con rapidez y ansiedad hasta alcanzar el sensible y grueso pezón.

Solo se los toqueteo durante unos segundos... pero se le hicieron eternos.
La sorpresa hizo que tardara demasiado en reaccionar y cuando por fin consiguió soltar la bandeja y enderezarse para darle su merecido el mocoso ya huía hacia el comedor... no sin antes darle un ultimo y doloroso pellizco de recuerdo, que si bien erró su enorme diana sonrosada si atino a hacerlo justo al lado, dejándole una pequeña marca azulada en su inmaculada montañita de alabastro como recordatorio de la paliza que tenia que darle en cuanto le pusiera las manos encima.
Lo que no podía saber ella mientras se despojaba de sus braguitas y se ponía su liviano camisoncito de tirantes era que para el mocoso eso no había sido el final... sino el inicio de todo lo que podía hacer esa noche si la suerte le acompañaba.
A pesar de dormir en la otra punta de la casa no dejaba de pensar en las posibilidades que tenia a su alcance. El mas difícil de convencer seria el hermano pequeño, pues a los dos primos se les hacia la boca agua solo de pensarlo... y él ya se había preocupado de contarles las suficientes cosas como para estimular al máximo su interés.
Aunque no hacia falta demasiado para eso, ya que ambos estaban cansados de verla exhibir su cuerpo de diosa en las playas y pistas de baile... luciendo sus altivos pechos y su culito respingón como si disfrutara poniendo cardiaco al personal.
Y para el chaval fue un juego de niños convencerles de que seria “divertido” hacerle una pequeña visita en su dormitorio y “vengarse” así de la diosa de hielo.
El novio no era ningún problema, pues el tipo estaba roncando desde hacia ya un buen rato, en parte por el cansancio de bailar tanto rato con la reina de la fiesta, y en parte por las copas siempre llenas y cargadas al máximo que el espabilado mocoso y sus primos se habían encargado de servirle una detrás de otra.
Dado que eran tres contra uno al final el hermanito se dejo convencer... aunque maldita la gracia que le hacia arriesgarse a una bronca de ella o de sus padres si los pillaban solo por ver algo que estaba aburrido de contemplar en casa casi todos los días.
Pues como quiera que su hermana mayor nunca hubiera ocultado su cuerpo, y además le gustaba vestir con muy poquita ropa, el espectáculo de su cuerpo desnudo era algo que tenia tan visto como el jarrón de la salita o el cuadro del pasillo.
Aun así el también cogió una linterna y les acompaño... pues quizás fuera divertido después de todo.
El recorrido sigiloso hasta su habitación fue tan largo como excitante, pues todo eran murmullos, tropezones y risitas... pero dado que la habitación de los padres estaba tan alejada como la suya las posibilidades de que les vieran u oyeran eran muy escasas.
Al final tanto “sacrificio” obtuvo su recompensa y cuando alcanzaron por fin el cuarto de la bella durmiente la encontraron en una posición inmejorable.
Esa noche hacia bastante calor, por lo que dormía sin sabanas, y al girarse de costado su reducido camisón se había subido tan arriba que sus larguisimas piernas morenas se veían casi por completo.
Por la ventana abierta entraba la claridad suficiente de la luna como para ver su cuerpo, pero los chicos al escuchar su lenta respiración decidieron que querían ver mucho mas, por lo que encendieron con cuidado sus pequeñas linternas y se acercaron al máximo a la cama, para que los delgados haces de luz permitieran verlo todo con nitidez.
Aprovechando su postura lateral primero le subieron del todo el camisoncito, dejando sus nalgas al aire, iluminando luego desde detrás suya entre sus piernas para ver como destacaba su oscura mata de pelo... y la sonrosada rajita que trataba de ocultar.
Aunque desde su posición privilegiada eso no era posible... pues solo había que seguir el estrecho sendero que separaba sus pálidas colinas para encontrar la rajita de entrada al tesoro prohibido.
Mientras el hermanito y los primos se divertían con eso el pícaro cabecilla se dirigió a la parte de delante y, ni corto ni perezoso, le bajo el tirante del camisón... dejando al aire lo que apenas había podido tocar esa tarde y siempre había deseado ver.
En menos de lo que se tarda en decirlo ya deslizaba sus manos por el montículo divino, usando ambas manos para apretarlo con lujuria, absorto y maravillado de su dureza y de su generoso volumen.
Pero si algo le volvía loco ese algo era el oscuro fresón que coronaba la cima, tan duro y tan grueso que era una autentica delicia pellizcarlo y retorcerlo entre sus dedos.


No pudo contenerse y, arrodillándose frente a ella, se lo introdujo por completo en la boca... saboreando extasiado el manjar prohibido.
Los otros tres estaban tan absortos en la contemplación de su conchita que no repararon en los manejos de su compinche hasta que le vieron arrodillarse... alucinando ante su osadía y temeridad.
Pero como la bella durmiente tenia un sueño tan pesado decidieron que era de estúpidos no aprovechar una oportunidad como esa, por lo que sin decir ni una palabra el hermano y uno de los primos se dirigieron raudos a ocupar el lugar del amigo.
El otro primo decidió quedarse allí, pues ahora que había reunido el coraje suficiente se animo a hacer realidad su fantasía... y empezó a acariciar su culito respingón, sobándolo de un extremo al otro con tanta parsimonia como veneración.
Mientras los otros dos habían conseguido separar a su colega de su sabroso chupete, no sin cierta resistencia, y se apretujaban el uno junto al otro para repartirse el botín.
Aunque ya sabemos que sus pechos son grandes, no lo son tanto como para acoger a cuatro manos ansiosas, así que el hermano y el primo tuvieron que repartirse el pecho de arriba y el de abajo... intercambiándoselos cada dos por tres para acceder al mas fácil.
Cuando el pícaro chaval se volvió a situar atrás, junto al primo que seguí amasando sus nalgas extasiado, decidió no perder el tiempo disputándole el pandero.
Y, sin cortarse un pelo, se dirigió directamente hacia el triángulo oscuro que asomaba entre las piernas entreabiertas de la inocente víctima.
Al primo se le abrieron los ojos como platos al ver con cuanta desfachatez metía el otro sus dedos en un sitio tan intimo.
No se conformaba solo con manosear su conchita con una mano, sino que utilizaba la otra para iluminar la zona, y ver mejor lo que revisaba.
El otro primo, cansado ya de pelearse con el hermanito por la posesión del duro pezón que tanto parecía gustarle, le hizo señas al amigo para intercambiar los lugares... lo que este acepto de mil amores, pues su almejita estaba demasiado seca y era muy estrecha para poder meter los dedos como había pensado, y el tacto de su mata de vello pubico no era tan interesante como lo que tenia en mente.
El primo pronto comprobó lo que el mocoso había descubierto... pero él, mas experto y mas paciente, sabia muy bien lo que debía hacer. Así que usando solo las yemas de sus dedos empezó a deslizarlas arriba y abajo por la suavísima y sensible piel de la entrada, hurgando con paciencia a la espera de que sus toqueteos obraran el milagro.
Además, las caricias que su hermano no había dejado de prodigar a sus prietas nalgas de seguro que ayudarían en la labor. Este, en sus deliciosas exploraciones, había hallado la entrada al orificio mas estrecho de todos, y ya llevaba un ratito jugando a comprobar cuanto mas podía meter la puntita de su dedo índice en tan angosto lugar.
Mientras el instigador ya se había situado junto al hermanito arrodillado.
El cual, aferrado al pecho de su hermana mayor con ambas manos, chupeteaba su duro pezón con un ansia inusitada. Sus dedos temblorosos manoseaban de tal forma el divino pecho que casi parecía que estuviera tocando un instrumento musical.
Así que no perdió el tiempo tratando de quitarle su juguete y, poniendo en practica lo que se le había ocurrido mientras hurgaba en su almejita, le pinzo con mucho cuidado la nariz. Lo justo para que no pudiera respirar pero que no le doliera. Como ya suponía, la chica no se despertó por ello, sino que se limito a abrir su amplia boquita para respirar por ella, dejando así vía libre para que el tunante pudiera poner en marcha su plan.

Fue tan sumamente rápido en quitarle los dedos de la nariz y en bajarse las bermudas que para cuando el hermano se fue a dar cuenta ya le estaba metiendo su dura verga en la boca entreabierta.
La chica, que ya volvía a respirar con normalidad por la nariz, debió de volver a su mas tierna infancia, pues empezó a succionar el largo miembro que ocupaba buena parte de su boca como si fuera un chupete. Haciendo las delicias de su dueño, que se limitaba a balancear suavemente las caderas adelante y atrás para que la mamada fuera perfecta.
Los primos, que se habían arrodillado detrás de la chica para estar mas cómodos, no se percataron de nada y, a diferencia del hermanito, siguieron con su grata labor.
El que hurgaba en su culito estaba fascinado, pues con paciencia y perseverancia había conseguido introducir su dedo índice hasta la raíz en su culito, y ahora se divertía a base de moverlo a un lado y a otro para disfrutar de su deliciosa estrechez.
Pero mas feliz estaba el otro, que haciendo gala de la misma paciencia que su hermano había logrado que sus caricias convirtieran una estrecha hendidura seca en un húmedo pasillo que recorrían sus dedos a placer, deslizándose por el ahora encharcado túnel con tal facilidad que había logrado meter en su interior dos y hasta tres dedos cuando así lo había querido.
Mientras, por delante, el mocoso había tenido que sujetarse a los hombros del hermano mientras se corría, con una abundancia insospechada, en el interior de su boquita. Y, o bien la chica era muy glotona, o no era la primera vez que lo hacia, pues se trago todo el semen que mano de su inagotable fuente sin que se le escapara ni un solo hilillo fuera.
La experiencia había sido tan increíble que el chico aun la tenia tiesa, por lo que si no llega a ser porque el hermanito insistía una y otra vez en querer ocupar su lugar, habría podido quedarse dentro hasta lograr una segunda descarga.
Pero su depravada mente pronto decidió que había formas mejores de hacerlo.
Así que accedió a las demandas silenciosas del hermanito y le permitió ocupar su lugar, arrodillándose el donde había estado el otro para manosear de nuevo ese pecho increíble que tantos sueños húmedos le había provocado en el pasado.
El hermanito parecía haber perdido los papeles, pues en cuanto logro introducirla en la húmeda boca de la bella durmiente empezó a agitar sus caderas con una brusquedad que no podía sino traerles problemas... pero que para sus planes venia de maravilla.
Solo tuvo que esperar a ver los síntomas evidentes de que el afortunado chico estaba a punto de correrse para retorcerle el sensible pezón a la hermana, con tanta saña como mala idea, logrando así sacarla de su inocente sueño.
La jovencita, medio dormida, aun no se había hecho cargo de la situación, ni de las mil sensaciones que la embargaban, cuando su hermanito empezó a correrse en su boca.
Sin razonar la inocente debió asumir que debía ser un sueño húmedo o algo así, pues se lo trago todo con gula mientras el calor de lo que tenia dentro de su culito y lo que fuera que entraba y salía de su almejita le provocaban un dulce y fugaz orgasmo.
Posiblemente fue tan fugaz porque termino de desvelarse y se dio cuenta de lo anómalo y fuera de lugar de su situación.
Los chicos no habían perdido el tiempo, y mientras aun estaba atontolinada se habían apresurado a volverla boca arriba, tapándole la cara con su propio camisón para que no los reconociera, mirándose preocupados unos a otros mientras trataban de decidir que era lo que podían hacer.

El que tenia bien claro lo que tenia que hacer era el avispado mocoso, que ya se había situado entre sus muslos separados con sus bermudas bajadas hasta los tobillos.
Los primos habían hecho un trabajo previo maravilloso, por lo que la entrada fue como la seda, metiendo su larga verga hasta los testículos en el primer empujón.
Los otros tres podían sujetar a la fiera a duras penas, pero eso a él le traía sin cuidado, pues sus empujes eran cada vez mas fuertes y continuos, y sabia que mientras la tuviera sujeta por los muslos se encontraba a salvo de sus patadas... además que su agitación le venia de perlas, pues sus movimientos agitados hacían que la penetración fuera la leche.
No se sabe si lo que la calmo fue el agotamiento... o el fuertisimo e inusitado orgasmo que tuvo cuando el chico eyaculo en su interior.
Lo que si es seguro que eso les vino de perlas, pues les permitió ponerla de cuatro patas en la cama, con la cabeza clavada en la almohada y el camisón envuelto en su cara para que no pudiera verles.
Esta vez, cuando el primo ocupo el lugar del chico, y empezó a penetrarla desde atrás, casi no tuvieron ni que sujetarla en su lugar, limitándose a gemir calladamente (no se sabe si de queja o de placer) mientras el chico la poseía de un modo salvaje.
Si para todos fue una sorpresa ver como empezaba a mover las caderas al compás con cierta timidez, aun lo fue mas cuando la oyeron rugir de gozo en mitad de un tremendo orgasmo múltiple. Este fue tan violento que provoco el orgasmo incontrolado del chico, el cual aunque había pensado eyacular fuera no pudo evitar que su verga explotara como un autentico géiser en las profundidades de su conchita.
Lo cierto en que en ese momento nadie le dio la mas mínima importancia a eso, pues mientras el hermanito y el amigo amasaban los maravillosos pechos que bamboleaban alocados al compás de su respiración agitada, el otro primo se apresuraba a despojarse de sus pantalones para poder hacer realidad su mas oscura fantasía.
La chica, todavía bajo los efectos del inusitado orgasmo, solo pudo jadear mientras se le escapaba una pequeña queja al sentir como un durisimo chisme se introducía por su culito virginal. Hasta la fecha ella solo había aceptado algún que otro dedito de su novio y solo cuando estaba muy, pero que muy excitada. Por lo que fue la primera sorprendida al ver con cuanta facilidad se deslizaba por su angosto agujerito la verga invasora.

El primo, ebrio de gozo, en cuanto logro que sus testículos acariciaran la suave piel de sus nalgas empezó a menear las caderas con un ritmo fenetrico... sin poderse creer que POR FIN estuviera sodomizando a una chica... y que además esa chica fuera su prima.
La cual, cuando sintió que una mano (que ella no podía saber que pertenecía a su otro primo) se adueñaba de la supersensible pepita de su clítoris, masajeandola hábilmente, volvió a experimentar un fuertisimo orgasmo... al que posiblemente ayudo la crueldad con que su hermanito y su amigo estaban torturando sus sufridos pezones, pellizcando y retorciendo sus gruesos fresones con lujuria desbocada al oírla rugir de placer.
Este ultimo orgasmo fue tan largo que, para cuando acabo, también había acabado su primo, el cual había dejado el interior de su culito bien llenito de semen, dándole un par de buenas palmadas justo en el momento en que eyaculaba y aferrándose luego a sus generosas caderas para no caerse encima suya por la flojera que le entro después.
Pero muchisimo mas agotada estaba la pobrecilla, que para cuando consiguió recuperar el aliento ya llevaba un buen rato sola en la cama... dado que sus asaltantes había huido, con tanta prisa como sigilo, sin tenerlas todas consigo.
La chica, tras bajarse a duras penas el camisón, metió su manita entre las temblorosas piernas, notando como resbalaban entre sus dedos los últimos grumos de semen que no había conseguido retener su estrecho túnel... y la dejo allí, quedándose dormida casi en el acto... con una enigmática sonrisa de felicidad en su hermoso rostro.

sábado, 5 de diciembre de 2009

Mi profe

No recuerdo con exactitud qué fecha fue, pero era la mañana de un día de noviembre de 1988, año durante el cual todo me había salido muy bien. Pero ése día quizás me levanté con el pie izquierdo. La cólera y la indignación invadió mis pensamientos cuando mi maestra guía me dio la libreta. ¿Cómo era posible que hubiera dejado la asignatura de Letras I, si en los dos primeros trimestres la aprobé y con buenas notas? Aparte de que es una de las asignaturas menos dificultosas del año. ¡Tenía que hablar con la maestra y ponerla en su lugar! Ese era un asunto que debía arreglar ese mismo día, sin demora, antes que se enfriara el asunto.
Averigüé la dirección de la Sra. de Garay (mi maestra de Letras) con una compañera que creo es vecina suya todavía y me dirigí hacia allá. Eran las ocho y media de la mañana.
No fue difícil dar con la dirección. Al ver la casa me dio la impresión de tener un no sé qué que le daba un toque diferente. Toqué a la puerta con suavidad. Nadie respondió. Por un momento pensé que quizá nadie se encontraba en la casa. Así que intenté de nuevo, ahora con más fuerza y escuché la inconfundible voz de mi maestra, quien contestó desde dentro.
- ¡Ya voy, un momentito, por favor!
Tuve que esperar muy poco tiempo. Mi maestra abrió la puerta y, al verme frente a frente con ella, el corazón me golpeó los pulmones con violencia, no sé por qué.
Dinora salió a recibirme con una especie de "disfraz de ama de casa" y un trapeador en la mano. ¡Se veía tan distinta, en sandalias y sin los vestidos formales con los que asistía a dar clases! Llevaba puesta una delgada blusa blanca de botones, desmangada a filo de tijeras y amarrada justo por debajo donde termina su busto y un mínimo, viejo y desteñido pantaloncito de gruesa lona color azul. Era obvio que se encontraba haciendo limpieza en casa, pues casi toda la poquedad de su ropa estaba mojada. En esa forma llamaban mucho la atención sus senos que se adherían a la humedad de la tela que apenas los disimulaba bajo su desvergonzada delgadez, su vientre embellecido por la suave depresión de su ombligo y los troncos hermosos de sus muslos. Llevaba el cabello recogido en una cola, pero aún así, tan estrafalaria como andaba, se veía tan atractiva y sensual como siempre.
- Buenos días, señora- dije. - Buenos días, pasa adelante y siéntate -me dijo-. Sólo termino de hacer la limpieza y te atiendo.

Entré y me senté en el sofá que me ofreció. Ella cerró tras de mí la puerta que daba a la calle. No sé por qué un escalofrío recorrió toda mi espalda al escuchar el portazo, como una presentimiento de lo que estaba a punto de suceder. A medida que ella dirigía sus pasos hacia dentro de la casa a terminar sus quehaceres, me fue imposible evitar que mi mirada siguiera el balanceo de sus magníficas nalgas al caminar, oprimidas bajo la pequeña prenda de lona, como tampoco pude evitar el fijarme en la forma de sus muslos rollizos y bien formados. "¡Dios mío!, ¡Qué trasero que tiene esta vieja!", dije para mí. Pero una emoción muy íntima me hizo reaccionar. Fue como si de repente sintiera un hormigueo en las manos por deslizarlas sobre los contornos de aquellas carnes morenas, sólo por el gusto de comprobar su firmeza. "¡Idalia!, ¿Qué te pasa?" -me recriminé en voz baja.
Regresó casi a los cinco minutos.
- ¿Quieres algo de tomar?, ¿una gaseosa? -dijo al pasar por la cocina. - No, señora, muchas gracias -le respondí.
Ella se sirvió refresco y regresó a la sala. Se sentó a mi lado, muy cerca y fue directo al grano:
- Díme, ¿qué se te ofrece, Idalia? - Bueno, yo vengo a pedirle un favor... - Tú dirás -enfatizó. - Me aparece reprobada su materia y quisiera saber si se puede hacer algo... no sé, cualquier cosa... -estaba demasiado nerviosa. - Veamos, dame tu libreta -me dijo, tomándola de mis manos en forma despreocupada. - Ah, reprobaste el tercer trimestre, y la Ley de Educación Media dice que, quien lo deja tiene que someterse al examen de reposición.
Eso era precisamente lo que yo no quería: hacer un examen de reposición. Seguí insistiendo:
- Pero usted me puede ayudar, ¿verdad? Con sólo decirle a la secretaria que se equivocó al pasar las notas, ella podría corregirlo y pasarme la materia. - En algunos casos se puede, pero antes de que se entreguen las libretas... a estas alturas es imposible hacerlo. - ¿Por qué? - Porque las notas ya están promediadas y revisadas por el director. Ya no se pueden dar pasos hacia atrás.
El resto de la conversación se fue en este "tira y encoge".
- Por favor, señora. Yo sé que se puede. ¡Ayúdeme! - Lo siento, Idalia. Es un proceso que lleva mucho tiempo y estoy muy ocupada. - Entonces, ¿no puede ayudarme? - No.

La respuesta me sonó tan tajante que la impotencia arrasó la esperanza que hasta ese momento había conservado. Temblándome todo el cuerpo por la desesperación, me puse de pie en un acto involuntario por querer salir corriendo de aquella casa, pero mis piernas no me respondieron y sólo pude llevarme las manos al rostro porque me puse a llorar como... ¡una niña!
Por reflejo, casi maternal, se puso en pie también, me atrajo hacia sí y me abrazó contra su pecho con mucha ternura. Mi cuerpo se estremeció en lo más profundo al contacto íntimo, con aquel cuerpo tibio y vigoroso. Como ella era bastante más alta que yo, podía sentir el aroma tan rico que emanaba de sus senos y cómo sus pezones punzaban deliciosamente la parte superior de mi busto, y ello comenzó a despertar en mí una emoción por completo diferente a las que jamás había experimentado con mujer alguna.. Continuaba sollozando mientras ella acariciaba mis cabellos en un vano intento de consolarme.
No recuerdo cuánto tiempo me tuvo abrazada. Poco a poco mis sollozos se fueron apagando y, cuando por fin se separó un poco de mí, me miró fíjamente a los ojos, como queriendo decirme algo. De pronto me dí cuenta de que su rostro iba acercándose al mío... ¡Iba a besarme! Yo iba a rechazarla de una forma enérgica para hacerle entender que no estaba dispuesta a seguir con aquella situación. Pero sus brazos vigorosos aferraron con firmeza mi cintura y volví a sentir sobre mi pecho el piquete de sus pezones endurecidos y sus pechos que se aplastaron sobre los míos y, por no dejar de sentirlos, no me retiré. Sus labios se juntaron con los míos, su lengua se internó en mi boca sondeando todo su interior.
Luego sus labios deambularon por mi cuello, mis mejillas y mis orejas. Al fin se quedó quieta y me miró a los ojos de nuevo. No era necesario que hablara, yo comprendía que ella me ayudaría con mi asignatura aunque no me le entregara. Pero me sentía aturdida. Era verdad que también yo deseaba probar aquel cuerpo de mujer madura, de mujer casada, profesional de la docencia, ama de casa y madre de familia. Desde el principio del año, mi maestra me atrajo sexualmente, mas nunca quise reconocerlo.

Esta vez sus manos ansiosas habían alzado mi falda y acariciaban con frenesí mis nalgas por encima de mi ropa interior. Un escalofrío tensaba todos mis músculos. Trató de desabotonar mi blusa con mucha premura. Yo detuve sus manos para preguntarle:
- ¿No hay nadie más en la casa señora...? - No te preocupes, estamos solas. Mi esposo va a volver hasta las cuatro de la tarde -hizo una breve pausa y dijo-, y no me digas "señora", dime Dinora y no me trates de "usted"...
Miré el reloj de pared, eran las nueve y media. Sí, teníamos tiempo de sobra.
- Está bien, señora. - Dinora -repuso. - Perdón. Dinora -me corregí. - Vamos -dijo casi como un ruego- desnúdate. - ¿Toda? -pregunté con un asombro casi pueril. - ¡Toda! -exigió.
Lerda y con bastante torpeza fui liberando uno a uno los botones de mi blusa de uniforme y la coloqué con delicadeza en el sillón que estaba a mi derecha. Luego solté mi sostén. En esos instantes me sentía cautivada contemplando mis pechos que, a pesar de ser pequeños, los veía inflamados y tensos. Ella se impacientó y desabrochó mi falda, que fue a dar al suelo dejando descubiertas mis piernas coronadas por una preciosa tanga negra de seda y encaje que rápidamente tuvo el mismo destino.
Entonces se sentó en el sofá, me jaló hacia ella y, para no perder el equilibrio, tuve que posar mis rodillas sobre el sillón y los antebrazos sobre sus hombros. Comenzó a chupar mis pezones y a lamer mis pechos y mi vientre con desesperación. Yo me estremecía cada vez más mientras sus manos recorrían mi cuerpo desnudo, mi espalda, mis pechos, mis nalgas, mis muslos.
Introdujo el dedo más grande de su mano derecha en mi boca y me dijo que lo empapara en saliva. Lo hice, sin saber la intención de aquello hasta que sentí que algo romo y húmedo punzó mi ano tratando de introducirse en él. Debido a la lubricación, la falange entró completa con poca dificultad en mi recto, lo que me produjo un delicioso dolor, haciéndome arquear la espalda hacia atrás. Pasada la sensación dolorosa, lo que vino fue un placer que no puedo explicar con palabras. Y para rematarme, empezó a mover el dedo, hurgando profundamente. Aquello me produjo una excitación tremenda. Cuando al fin sacó su dedo sentí un gran alivio y, a la vez, unas inmensas ganas de sentirlo otra vez dentro de mí.
En este punto, se despojó de lo único que simbólicamente nos separaba ya: su ropa. Deshizo el nudo de su blusa y la lanzó tras el sofá. Al hacer esto, sus pechos morenos coronados por dos oscuros pezones rabiosamente erguidos, quedaron liberados de la tensión a la que estaban sometidos y se sacudieron con un excitante temblor. Luego, en un solo movimiento, se quitó el hot-jeas y la tanga roja.
Dinora era una mujer de 31 años, de estatura mediana, bonita y con un cuerpo muy bien formado. Sin ropas, se veía un poco más "rellena" de lo que era en realidad; sus hombros parecían más anchos, sus muslos más redondos y por lo tanto más apetecibles, pero sobre todo me llamaban la atención sus pechos, morenos, voluminosos, y tan cerca de mis manos que podía acariciarlos con sólo alzarlas. Ella era mucho más corpulenta que yo, la diferencia entre nosotras era muy evidente e imaginé que yo llevaba mucha desventaja en aquella carnicería sensual que estábamos a punto librar.


Me acostó con delicadeza en el sofá y su boca atrapó la mía con más lujuria, bajando por mi cuerpo besando mi cuello, mis pechos, mi vientre, la cara interna de mis muslos... hasta que llegó a mi sexo, bañado en las secreciones que ella misma me había provocado con sus caricias y sus manoseos. Su boca se apoderó de él con una sabrosa succión. Explorada por su lengua, mi vagina se contraía de una forma deliciosa, haciéndome gemir una y otra vez. Luego fue introduciendo un dedo en ella y volví a estremecerme con gran placer.
- ¡Uhm! -dijo- estás bien estrecha. Vas a gozar mucho de esto. - ¡Sí, sí! -alcancé a balbucear. - Ahora estoy metiéndote otro dedo, ¿lo sientes? - ¡Ajá!
De verdad, el dedo índice y medio de su mano derecha había invadido mi cavidad vaginal. Era delicioso.
- Bien, ahora voy a introducirte otros dos dedos...
Esta vez, mi vagina se ensanchó al máximo cuando las falanges se deslizaron dentro de mí. La sensación se hizo exagerada cuando mi umbral íntimo fue traspasado y sentí un intenso dolor entremezclado con un extraño y enorme placer.
- ¿Qué sientes? -preguntaba, al tiempo que revolvía los dedos una y otra vez dentro de mi sexo. - Rico, rico....-gemía yo.
Entonces empapó sus dedos con saliva y, con ellos, jugó con mi clítoris por largo rato. Otro dedo había irrumpido en mi ano de nuevo. El placer se me subía al cerebro en oleadas cada vez más frecuentes y contínuas. Ella se dio cuenta de esto y volvió a chuparme el sexo para que yo alcanzara el orgasmo por medio de su boca y su lengua. Hasta que un escalofrío sorprendente recorrió como un relámpago mi espalda. Me estiré al máximo con una sacudida violenta y lancé un gemido largo y encantador. Usando sólo las manos y la boca, me había provocado un orgasmo incomparable e infinito. Uno de los más maravillosos de mi vida.
Pasados unos minutos, cuando las fuerzas empezaron a regresar a mis músculos, sentí algo así como la necesidad de besar todo su cuerpo, de penetrarla como fuera y por donde pudiera, en fin, de hacerla mía. No sé cómo pude, pero logré voltear aquellas ciento cuarenta libras de hembra formidable y dejarla debajo de mí. Bajé hasta sus senos, de los cuales se posesionó mi boca hambrienta. Me excitaba mucho que gimiera en voz alta cuando lamía sus contornos o mordía sus pezones.
Fui bajando poco a poco hasta que llegué a su región inguinal. Ella abrió las piernas casi a ciento ochenta grados para mostrarme su vulva abierta, abultada y mojada. Quedé como extasiada por un momento al observar la gran cavidad que tenía en medio de las piernas. ¡Qué lujuria sentí al ver su enorme torta tan cerca de mi cara! No pude reprimir el impulso y literalmente sumergí mi rostro en la enorme rajadura. Quiso revolver su cuerpo pletórico, pero yo la sujeté con fuerza por los muslos. Yo quería con desesperación que mi lengua penetrara hasta lo más hondo de su vagina, lamiendo las paredes, húmedas y oscilantes. Busqué su clítoris, lamiéndolo y chupándolo cuanto quise. Esto la hacía erizarse como una loca. Es increíble que una chica tan pequeña y frágil como yo estuviera dominando sexualmente a aquel poderoso conjunto de curvas que me aventajaba por mucho en años, peso y experiencia.

- ¡Espera, mi amor, vamos a cambar de posición -me dijo, después de unos minutos. Y se volteó de espaldas a mi, las rodillas en el sofá y los antebrazos en el respaldo de éste, las piernas abiertas en un ángulo recto, mostrándome sus nalgas morenas-. Vamos, amor... ¡Bésame el culo! -me pidió.
Sin pensarlo mucho, metí mi boca en medio de sus nalgotas inmensas en busca del hoyito y lo empecé a lamer por todo su contorno. Pronto me dí cuenta de que sus dos orificios perineales estaban bajo control de mis manos. Mojé un dedo con saliva y lo fui introduciendo en su culo; se estremeció un poco pero no como yo esperaba. Gemía con encanto y sensualidad, eso sí, pero no era suficiente para mí. Empapé los dedos índice y medio de ambas manos y fui metiéndolos uno a uno. Pronto las cuatro falanges desaparecieron dentro de su conducto anal; ella se revolvía cada vez que su ano se ensanchaba más y más. Ya no era el diminuto agujerito de momentos antes, sino un inmenso agujero tensado por la fuerza que ejercían mis dedos sobre sus paredes.
Ahora sí se estremecía como yo quería.
- ¡Aaahhhyyy! -gritaba- ¡Qué rico!, ¡así, así! No pares, no pares...
Mientras mis dedos seguían atenazados por su ano, mi boca continuaba aprisionando su vulva. De pronto comenzó a revolverse como no lo había hecho hasta entonces y a gemir con tanto escándalo que debieron enterarse todos los vecinos de la cuadra. Su vagina empezó a contraerse con más rapidez y a manar con cierta abundancia un líquido que, por el éxtasis del momento, me supo a miel. Me dí cuenta que le había ocasionado uno de los orgasmos más fabulosos que aquella hembra formidable y experta había conseguido.
Cuando saqué los dedos de su trasero, se desplomó boca abajo sobre el sofá y yo me recosté amorosamente sobre su espalda ancha y desnuda. Yo podía sentir que aquel cuerpo sudoroso, aquella mujer de carnes espléndidas y curvas pletóricas que estaba debajo de mí, me pertenecía por completo.
Luego de un rato, recordó algo y preguntó de repente: - ¿Qué hora es? - Las diez y cinco -dije, viendo mi reloj de muñeca. - Tengo que bañarme para ir a traer la niña al colegio. - Está bien, yo ya me voy -dije.
Pasé Letras I con notas excelentes ese año.

viernes, 20 de noviembre de 2009

Terapia

"Ohhh ahhhh ummmm", Murmuraba Claudia cuando los enormes chorros del esperma que emanaba del pene de Alejandro caían en su cara, boca y senos, terminaban su jornada sexual diaria, pues esa era la relación que mantenían Claudia y Alejandro, ella era su secretaria y el es un Psico-terapeuta de mujeres con problemas con sus maridos. Claudia pidió el trabajo solo por tener sexo con el, era una chica muy coqueta y caliente, el era bien parecido, guapo, con un pene enorme, que volvía locas a todas las hembras que lo probaba, y era el instrumento principal en las terapias.
Cierto día, una nueva paciente llego al consultorio, Carolina, una mujer de 36 años, muy hermosa, pero triste, pues su marido solo complacía sus placeres y no los de ella, no había magia en su relación, solo sexo en bruto, por lo que no soporto mas y busco ayuda profesional con Alejandro, ya que su amiga Lissa la había recomendado.
- Buenas Tardes, mi nombre es Carolina ..., tengo cita con el doctor. - Buenas Tardes, por favor tome asiento el doctor la recibirá en unos momentos.
Alejandro la recibió, y el primer pensamiento de Carolina fue de lujuria, pues era tan guapo Alejandro que sintió cosquilleos por todo su cuerpo.
- Buenas tardes sra., tome asiento por favor. - Gracias Dr. - A ver, a que se debe su visita, cuéntame - Vera doctor, tengo problemas con mi esposo, el es muy frió conmigo, siempre trato de ser algo apasionada con el, pero el solo se satisface y termina todo, siempre tengo que recurrir a la masturbación y no lo soporto mas. - ¿Lo ha platicado directamente con el?
En ese instante Alejandro se levanto de su asiento y se puso detrás de Carolina, y empezó a hacerle un masaje en sus hombros
- Ohh, este, la verdad nunca he platicado con el, por miedo a su reacción.
El masaje ponía inquieta a Carolina, pero no la molestaba, la verdad disfrutaba sentir las manos de tan bello doctor, sentía claramente como su vagina se empezaba a poner húmeda.
- Doctor que buen masaje - Si gusta podemos comenzar mi terapia especial para solucionar su problema.
Alejandro bajo sus manos hacia los pechos de Carolina por dentro de su blusa y empezó a pellizcar sus erectos pezones, ella empezó a gemir suave y pregunto.
- ¿En que consiste esa terapia? - En hacerle lo que usted necesita, señora.
Alejandro comenzó a besar a Carolina desenfrenadamente, mientras ella de primas a primeras empezó a sacar el pene de Alejandro, que cabe decir que era enorme y estaba bien erecto. Ella empezó a lamer la punta del pene, con gran necesidad, empezó a mamarla desenfrenadamente, estaba descargando sus instintos más bajos. Alejandro comenzó a frotar la vulva de Carolina que estaba bien mojada, los dos gemían de placer, cuando le dijo:
- Ahora viene la parte básica de la terapia.
Alejandro cargo a Carolina y la llevo a un sillón, empezó a estimularle el hoyito del culo, ella sintió algo de incertidumbre, pero no desistió, la idea de ser penetrada por el ano la excitaba aun más.
- Penétrame, penétrame!!
Alejandro lentamente empezó a entrar en el ano de Carolina.
- Soy virgen aun por el ano, pero es suyo doctor, es suyo, aplique su Terapia.
Alejandro penetraba el ano de Carolina en un ritmo acelerado, en lo que ella empezó a gemir de dolor junto con placer.
- Uhhhhhhhhhh ahhhhhhhhh uhhhhhhhhhh jodeme, jodeme - Te solucionare tus problemas, preciosa - Hazme acabar, doctor.
El ritmo de Alejandro se acelero, y era tanto la excitación y el placer, que Carolina empezó a gemir por su enorme orgasmo, gemía de placer, había estallado como nunca, su vagina era una catarata de lo mojada que estaba, Alejandro seguía penetrandole el ano, y ella quería mas.
- Ahhhhhh ahhhhhhh voy a acabar -gemía Alejandro, en lo que saco su miembro del delicioso ano de Carolina, y ella automaticamente lo tomo y Alejandro empezó a chorrearla de semen. - Lo quiero todo, todo, que rico, mi amor!!
Carolina estaba estaba extendiéndose por la cara cada gota del dulce semen de Alejandro.
Fue una consulta de lujuria total.
- Gracias doctor, ha solucionado mi problema, regresare mañana si es posible. - Regrese cuando se le antoje Sra., estoy dispuesto a crear nuevas Terapias para usted.
Y así Carolina resolvió su problema, pero personal, dejo que su marido actuara igual, pero tenia una terapia que la respaldaba. Desde esa vez Carolina se hizo adicta a la Psico-Terapia Anal.

martes, 17 de noviembre de 2009

Una noche

Cierto dia acudimos a una discoteca, ya de salida
A Nancy se le antojó un muy atractivo aquel chico que andaría por los veinticinco años, de ojos café claros y con un cuerpo que, aún bajo la ropa, se veía que estaba acostumbrado a largas horas de ejercicios físicos. despues de cruzar varias miradas se acerco y se precento.
-Mucho gusto, me llamo Esteban.
- ¿Andas en carro? -preguntó Mario a Esteban. - No, fíjate que está en el taller. - Si quieres te llevamos. - Está bien, perfecto. - Sólo que primero pasaremos por mi casa y luego pasaremos a dejar a Nancy. ¿Te parece? - Está bien.
A la salida, los tres muchachos abordaron el auto de Mario, un Toyota rojo donde apenas cupieron pues era únicamente de dos asientos. Nancy iba en medio de los dos y aquello le resultaba un poco incómodo y... excitante al mismo tiempo.
Al llegar a casa de Mario, bajaron del coche y entraron a la sala del apartamento. No era lujoso, pero sí tenía lo más indispensable para vivir con suficiente comodidad.
La chica se sentó en el sofá que Mario le ofreció antes de salir a la cocina. Esteban se sentó al lado de Nancy y le hizo plática:
- ¿Y cuántos años tienes? Digo si no es mala educación de mi parte. - De ninguna manera. Tengo veinticuatro. - ¿En serio?, pareces de menos... como de diecinueve o veinte.
El último comentario le hizo gracia y la halagó al mismo tiempo.
Mario habló desde la cocina:
- ¿Quieren un trago? - Sí -respondió Esteban-. ¿Y tú, Nancy?
Nancy no bebía, jamás le había gustado el alcohol, pero esta vez, ni siquiera ella misma entendía por qué sentía deseos de hacer lo que no había hecho nunca, y accedió.
- También -respondió.
Mario apareció con tres copas y le dio una a Esteban y la otra a Nancy y se sentó en el sofá, al lado izquierdo de ella. La chica había quedado de la misma forma como habían venido en el auto. Aquello la estaba mortificando un poco. No era usual para ella estar bebiendo y aún sola en un apartamento con dos hombres. Tomaba con lentitud de la copa, que al principio le raspó la garganta, con su mirada fija en la mesita de cristal del centro de la sala, mientras los chicos se intercambiaban una conversación a la que era por completo ajena.

- ¿Quieren otro? -preguntó Mario. - Por favor -dijo Nancy. -Yo también -secundó Esteban.
Se tomaron otra más. El alcohol, poco a poco, comenzaba a desinhibir a la chica, quien se mostraba más alegre a cada momento.
Siguieron platicando vanalidades por unos minutos. Nancy se estaba impacientando, quería irse para su casa o... Luego hubo un rato de silencio.
De improviso, sin decir nada, la boca de Mario se apoderó de la oreja de Nancy, penetrando la lengua en ella. Nancy se cimbró en lo más profundo y, por pudor o por reacción cosquillenta, se retiró hacia la derecha, pero de ese lado estaba Esteban, quien la recibió de la misma manera. La chica se encontraba acorralada literalmente, así que se levantó del asiento... o por lo menos lo intentó, porque Mario la retuvo por los hombros al mismo tiempo que Esteban le inmovilizó poniendo su mano, abierta en abanico, sobre el vientre, y fue sentada de nuevo.
- No, no -suplicó Nancy- por favor...

En realidad sus palabras eran una falacia, aunque ella no estuviera consciente de eso. Desde que venían en el coche, en sus adentros imaginó aquella situación. Ahora no podía dar marcha atrás, su cuerpecito era presa segura de aquellos amigos suyos y estaba sucumbiendo a sus caricias, porque un escalofrío fascinante comenzaba a recorrer su cuerpo, desde su espalda hasta sus piernas, haciendo que su carne se pusiera erizada y se le pararan todos los vellos de la piel.
- ¡No! -alcanzó a decir por última vez antes de perderse en un remolino enloquecedor.
Los chicos hicieron caso omiso a sus súplicas. Mientras Esteban continuaba besando ardientemente su rostro y sus labios, Mario ya había conseguido alzarle la blusa y el brassier y mamaba sus pechos blancos y sus pezones sonrosados. La mano de Esteban se deslizó como una serpiente hacia el centro de las piernas de Nancy, quien hizo el último acto de pudor y las cerró en vano, ya que aquella llegó antes a su sexo, que ya se encontraba húmedo. Por encima de la delgadísima ropa interior, la mano se deslizó de arriba a abajo haciendo vibrar todas las fibras de la chica desde ese punto tan pequeño.

Ya para entonces, toda la resistencia pasiva de Nancy se había desmoronado y sólo quedaban residuos de su fuerza transformados en leves gemidos, y se abandonó por completo al ataque de sus amigos. Cuando Mario le despojó de su faldita y su tanga, ella incluso le ayudó, quedando completamente desnuda. Esteban, entonces, se dirigió hacia la vulva de la chica, apoderándose de ella con su boca. Nancy se cimbró por la sensación cuando la lengua profanó su más recóndita intimidad con grosería y empezó a revolver en círculos sus caderas. Los muchachos se turnaban para hacerle el sexo oral. Apenas la dejaba uno, el otro se aferraba al sexo de la chica, introduciendo la lengua y lamiéndole casi todo el interior. La chica se agarraba con desesperación al mullido forro del sofá, para que el placer no la impulsara fuera de sí misma. Cada palmo de su piel fue explorado por sus amigos, sin dejar de besar hasta el más íntimo rincón de su cuerpo.
Pero Nancy ya no quiso seguir en desventaja frente a sus oponentes. Con premura, liberó a Esteban de su camisa, dejando al desnudo su atlético pecho, y empezó a quitarle el jeans, tarea que terminó el muchacho por sí mismo. Mario, en tanto, ya había hecho lo propio y se encontraba desnudo. Su miembro viril erguido y enorme, tanto que Nancy creyó nunca haber visto uno de ese tamaño y de ese grosor. Empezó a dudar si lograría soportar la embestida de aquel animal.

La chica se sentó en el sofá y, aferrándose con sus manitas de una nalga de cada chico, los atrajo a ella de tal forma que ambos penes quedaron al alcance de su boca. Casi desencajando las mandíbulas, la chica fue mamándolos. Uno al tiempo, los miembros viriles iban desapareciendo dentro de los finos labios bermellones y salían lubricados por la saliva de la muchacha y un poco manchados de su lápiz labial. Los chicos se estremecían a cada succión de Nancy, como sintiendo que de un momento a otro iban a desatarse en una lluvia líquida dentro de su boca. Nancy no dejaba un centímetro de los falos sin relamer y succionar.
Esteban, antes que Mario, sintió que ya le era imposible continuar sólo con aquella deliciosa, pero insuficiente estimulación. Alzando a la chica en vilo, la condujo a la habitación de Mario, seguidos por éste, y recostó a la chica en la cama, bocarriba, y le abrió las piernas... más bien la ayudó un poco, porque Nancy, ansiosa también, ya las estaba abriendo, mostrando a los chicos su vulva humedecida y tumefacta por la excitación.

Sin más miramientos, Esteban se encajó en medio de las piernas blancas y lindas, y, tomando su pene por el tallo, lo enfiló hacia la velluda hendidura de la chica. Una vez centrado en la abertura, lo hundió rápida pero suavemente. Nancy se sacudió en lo más profundo con la embestida. A Mario no le gustaba permanecer quieto viendo cómo sólo Esteban y Nancy disfrutaban. Volvió a apoderarse con su boca de los pechos delicados de la chica y a producirle un placer extra aparte del que Esteban le estaba proporcionando. Nancy sentía volverse loca a ratos. Mientras una de sus manos acariciaba el pecho peludo de Esteban, con la otra buscaba con afán el pene de Mario, hasta que al fin logró aferrarse a él y empezó a masturbarlo con ahínco. Esteban continuaba entrando y saliendo de Nancy mientras la sujetaba por los muslos. Mario le mamaba los pechos y el abdomen.
Segundos después, Esteban era el que estaba acostado y la chica montada sobre él, el pene erguido encajado en su vagina, cabalgándolo la chica con frenesí con movimientos de arriba abajo mientras el muchacho se asía de las nalgas blancas y redondas de la chica para entrarle con firmeza. Las manos del otro muchacho acariciaban desde la espalda hasta las nalgas, al tiempo que las manos de Esteban estrechaban y frotaban los senos de Nancy.

Poco después, la chica giró sobre Esteban, sin sacar el pene de su cavidad, y quedó de espaldas a él, mostrándole su espléndido trasero, y continuó moviéndose en esta posición. Esteban, al tener contacto visual con el ano de Nancy, dirigió uno de sus dedos hacia el trasero de la chica, haciendo fluctuar la yema en la entrada de su orificio posterior, pero sin introducirlo. Aquella sensación le agradó a Nancy, quien iba a retirarle la mano a Esteban al sentir la incómoda e insolente caricia. Pero luego no lo hizo.
Mario aprovechó la excitación de la chica y le bastó acercar su miembro al rostro de Nancy para que sus labios se prendieran de él con afán.
Nunca se imaginó la muchacha que alguna vez haría el amor con dos hombres a la vez, y aquello llegaba al vértice de lo imaginable. Hasta se le antojó por un momento que no fuesen dos, sino más.
Ni Nancy ni Esteban soportaron más el ejercicio y el chico se derramó dentro de ella. quien dejó escapar el último gemido cuando sintió cómo el líquido caliente inundaba su interior. El chico quedó exhausto en la cama, cansado y satisfecho por completo.

Nancy respiraba profunda y rápidamente, pero no tuvo tiempo de recuperarse. Apenas Esteban salió de ella, Mario se montó y la penetró, haciéndola crecer de nuevo en excitación. Ya Esteban no volvió a tomar parte en la acción, pero a Nancy le bastó sólo Mario para encenderla de pasión, para llevarla al cielo, para satisfacerla de nuevo y darle un orgasmo maravilloso.
Mario colocó a la chica a gatas y, rodeándola con sus brazos, sujetó los pechos y comenzó a penetrarla desde atrás. Para Nancy Figeac aquella experiencia era nueva. En esta posición sentía como si el miembro viril tocara nuevos puntos deliciosos dentro de su vagina y empezó a menear las caderas en un sabroso vaivén, en sentido contrario a los movimientos del muchacho para brindarle una mejor movilidad al pene y para satisfacerse más plenamente ella misma.

Los pechos le dolían por la fuerza con que Mario se había afirmado de ellos, pero el placer que estaba experimentando aminoraban el sufrimiento y lo transformaban en una especie de disfrute masoquista. Fue así como obtuvo su segundo orgasmo en menos de dos minutos. Una fuerza descomunal, mucho más grande que la primera, la lanzó por los aires y sintió que tocaba el cielo otra vez. Lo sintió esta vez como algo explosivo e inminente dentro de su vientre y notó cómo su corazón volvía a palpitar aceleradamente... Luego, nada, sólo un agotamiento enorme, un gozo sin límites y una satisfacción infinita. Mario terminó con espasmos asombrosos, vaciándose dentro de ella en cada movimiento hasta que se exprimió por completo. Nancy cayó desplomada entre los dos chicos, que la abrazaron y la acariciaron mientras se recuperaban de aquel remolino que los había envuelto.

domingo, 15 de noviembre de 2009

Fin de Año

Como todos los años, el colegio donde yo estudiaba organizaba una despedida a los alumnos de último grado; esa noche era súper importante para mí y para la mayoría de mis compañeros pues, probablemente, era la última vez que nos veríamos. Esa noche, la reunión era en un renombrado club de la ciudad. La noche empezó aburrida, primero los actos de siempre, que los himnos, las palabras de los profesores, bla, bla, bla... Como a las 9:30, nos dieron la comida y luego a azotar baldosa (bailar). Esa noche todas las niñas iban bien vestidas y se puede decir que no había ninguna fea. Me llamó la atención una chica de vestido azul; llevaba el cabello cogido en una moña y un escote que te permitía ver lo que quisieras, tenia sostén con "varillitas" que le levantaban esos hermosos senos lo suficiente como para desearlos.

Tenía un traserito redondito y bien formado, se notaba que asistía al gimnasio. Cuando estábamos bailando, la busqué durante algo más de dos horas para bailar con ella, pero por ningún lado la encontré. Estaba frustrado. A unos pasos del club había un sitio donde estaban bebiendo unos tipos (en el club lo más fuerte que nos daban era coca-cola con unas "góticas" de ron), y decidí ir a ver quién estaba. Encontré a un par de amigos que estaban tomadísimos, y me senté en la mesa de ellos a conversar. Ella también estaba en aquel local. Me quedé mirándola unos segundos, tuve una pequeña erección de sólo imaginar metiéndole mi polla en su culito. Ella me miró a los ojos y le sonreí. Me acerqué a su mesa y me presenté. Ella estaba con dos amigas más (que también estaban muy bien). Charlamos un rato hasta que una de ellas propuso subir al club a bailar algo más "apretadito".

Entramos, y las amigas de Eliana se encontraron con unos amigos y se fueron a bailar. Le pregunté si quería bailar y me dijo que no. Nos dirigimos a un balcón que daba a la parte de atrás del club. Había otras parejas allí. Hablamos un rato y, de pronto, la conversación se tornó hacia el sexo. Sin darnos cuenta estábamos solos en el balcón. Al cabo de un rato yo estaba excitado, mi polla se salía del pantalón y ella se percató. Se acercó hacia mí y me besó en la boca.- ¿Te gusto? -me preguntó. - Un resto -le respondí, y antes de acabar de hablar ella ya había llevado su mano a mi bragueta y me masajeaba la polla por encima. Me acerqué más a ella y con la mano le acaricié los senos. Con la mano le corrí el vestido para dar paso a sus senos cubiertos por un fino sostén negro que corrí hasta llegar a sus hermosos senos, que masaje unos segundos hasta poner duros sus pezones. Mientras, ella se apoderaba de mi pene y me hacía una paja fenomenal. Bajé mi rostro hasta quedar a la altura de sus senos y comencé a succionar como si fuera un niño.

Eliana emitió un pequeño gemido. Pasé mis manos por su espalda, bajé la cremallera de su vestido y acaricié su espalda.- Tienes las manos muy frías -me dijo. Seguí bajando hasta su traserito y se lo masaje. Ella me paró y me dijo que quería tragarse mi polla. Me bajó los pantalones hasta la rodilla y empezó a pasarme la lengua por mi glande, luego fue humedeciendo todo mi pene hasta que, sin aviso alguno, se la tragó toda. El placer que sentía en ese momento era indescriptible y Eliana era toda una profesional en eso. Sentí que me venía y se lo dije, pero a ella no le importó y me vine en su boca. Se tragó toda mi leche. Luego se paró, yo la tomé por la cintura y la atraje hacia mí. Me arrodillé ante ella, le levanté la falda, que dio paso a un coñito rosadito y mojado. No traía tanga ni nada. La miré a los ojos y me dijo con la mirada que se la lamiera toda, hasta dejársela seca (cosa que, por cierto, veía muy difícil). Acerqué mi lengua a su coñito y enseguida sentí lo saladito, y a la vez dulce, de sus jugos. Metí mi lengua y jugué con su clítoris mientras por el ano le introducía un dedo.

Ella emitió unos gemidos que me excitaban cada vez más hasta hacerme poner tiesa la polla de nuevo. Ella llegó al orgasmo y, entre gemidos, me dijo que quería que la penetrara. Le dije que sí, pero que allí no. Nos arreglamos un poco y nos fuimos del balcón. Pedí prestado algo de dinero a unos amigos, lo suficiente para pagar un buen hotel, y nos fuimos. Durante el camino al hotel, en el taxi, no podía dejar de mirarla. Cada segundo que pasaba me parecía más linda. No pude evitarlo y le acaricié la pierna, a lo que ella me correspondió mirándome a los ojos con deseo. Llegamos al hotel, y ya en la habitación, le dije que la quería ver completamente desnuda. Ella se fue desnudando muy despacio, bailando, como si me estuviera haciendo un show strip tease para mí solito. Yo no podía aguantar más. Sus hermosos senos, su cinturita, sus piernas (tenía las piernas más lindas que jamás haya visto), su coñito... Cuando estaba completamente desnuda, me abalancé sobre ella y nos botamos a la cama. Me miró algo sorprendida y yo a ella con lujuria. Empecé besándole los senos. Con mi lengua jugaba con sus pezones, que estaban paraditos y duros. Fui bajando hasta su coño, el cual devoré íntegro. Ella gemía incontrolablemente.

Le restregué la cabeza de mi pene en la entrada de su vagina. Ella me dijo que era virgen, que se lo introdujera suave. Se lo fui metiendo muy suavemente hasta que la desvirgué. Empecé a embestirla rápidamente y a cada embestida ella emitía un gemido. Eso me ponía a mil. Sentí que me venía y traté de retirar mi pene para eyacular en su vientre, pero ella me dijo que quería sentir mi leche en su vagina. Mi semen salió e inundó toda su vagina. Su cara fue transformándose en una expresión de placer. Acerqué mi boca a sus labios y la besé. Estaba exhausto. Había tenido el orgasmo más rico de toda mi vida con la chica más linda del colegio.- ¿Qué te pareció? -le pregunté. - ¡Fantástico! , tenemos que hacerlo más a menudo -y me guiñó el ojo. Nos unimos en un beso, que aún recuerdo, durante unos 5 minutos. - A propósito -me dijo-. ¿Quieres ser mi novio?

viernes, 13 de noviembre de 2009

Mi Cumpleaños

Esta historia ocurrió hace ya un tiempo y fue precisamente el día de mi cumpleaños. Ese día habíamos quedado, mi marido y yo en ir a cenar con el padrino de mi hijo menor. Quedamos con él en nuestra casa y vino a la hora indicada. Mientras yo terminaba de arreglarme y tal como había quedado con mi pareja, él aprovecho para enseñarle la revista Clima, una revista erótica y de contactos donde suelo enviar mis fotos. Nuestro amigo se la estuvo mirando y leyendo hasta casi el momento justo que yo salí de la habitación casi arreglada. Me iba a ir a terminar de arreglar cuando él me pregunto que sentía cuando veía mis fotos en esa revista, y yo le contesté que me excitaba un montón verme y pensar que seguramente más de una persona se excitaba también al verme.

Entonces mi compañero dijo:- Tú no sabes lo que a Mar le gusta, es una exhibicionista
Nuestro amigo, un poco desconcertado y dirigiéndose a mí me pregunto:
- ¿Es eso verdad? Y yo le dije que si, que me gustaba mostrar mi cuerpo, excitar pensando que seguramente alguna persona al verme no tendría más remedio que hacerse una paja a mi salud. Me terminé de arreglar y nos dispusimos a salir a cenar. Yo me había vestido con una minifalda negra, unas botas del mismo color y una camiseta con botones en la parte delantera sin llevar sujetador. Fuimos a cenar fuera de Barcelona, a una población marítima, y en medio de la cena y supongo que aún incrédulo, me pregunto si era verdad que disfrutaba provocando con mi cuerpo. Casi si se lo tuve que prometer diciéndole que esto era una de mis fantasías sexuales favoritas y que podía llevar a la practica. Nuestro amigo cada vez estaba más sorprendido, mientras que mi marido se divertía cada vez mas por la situación. Entonces este último le dijo:
- Uffff, si supieras... Mar siempre me ha hablado de su sueño de estar con una persona bastante más mayor que ella, de estar con uno mucho más joven, de hacer un intercambio de parejas e incluso de tener una relación bisex y se que algunas de estas cosas las llevará tarde o temprano a la práctica.
Creo que aquí nuestro amigo ya pensó que todo era una broma y continuamos hasta el final de la cena hablando de otras cosas. Cuando decidimos irnos del restaurante mi compañero me dijo:
- ¿Que Mar, vamos a demostrarle de lo que eres capaz?... ¿porque no vamos a una de esas terrazas cerca de la playa.

Dicho y hecho, nos fuimos a una en la que ya había varias mesas ocupadas aunque también muchísimas libres. Escogimos una mesa en la que me fuera fácil intentar excitar a los ocupantes de otras mesas. Al poco de estar ahí, la mesa que teníamos delante fue ocupada por tres chicos jóvenes, les dejamos que se aposentaran y yo me fui un momento al servicio. Al regresar me había desabrochado tres botones de la camiseta, con lo cual una parte importante de mi pecho quedaba a la vista de esos tres chicos. Cuando empecé a ver que miraban ya bastante seguido hacia mi le dije a mi compañero:
- Ahora lleva tus manos a una de mis piernas
Cosa que hizo pues no era la primera vez que hacíamos eso y me la empezó a acariciar, subiendo cada vez más su mano con lo que mi corta falda cada vez me cubría menos. Yo también con mis movimientos iba ayudando a que cada vez se pudiera ver más, incluso mis braguitas. En un momento aproximé mis labios a los de mi marido, empezamos a besarnos llevando él su mano hacia mis pechos y con total descaro la introdujo dentro de la camiseta, empezando a acariciarme una de las tetas. Estuvo un rato así y ya saco la mano intencionadamente para que esa teta me quedara fuera. Las caras de los tres chicos eran de alucine puro y dos de ellos se levantaron para ir al lavabo. Entonces le pedí a nuestro amigo que fuera también él hacia ahí para ver si podía enterarse de algo. Cuando se levantó me fije en su entrepierna y le noté un buen bulto.

Regreso al cabo de un tiempo y ante nuestras preguntas nos dijo:
- Pues si, se han ido a chascársela, incluso he oído que uno de ellos le decía al otro "la zorra esa me ha puesto como una locomotora" y a lo que el otro le había respondido "Mira si será puta que me la estoy meneando a su salud, si no fuera porque va acompañada me la follo aquí mismo",
Cuando nuestro amigo nos lo contó, yo noté que mi excitación iba en aumento, notaba ya mi coño completamente mojado. Al llegar a casa le dijimos que subiera a tomarse la última copa cosa que aceptó inmediatamente. Subimos, pagamos a la canguro y mientras yo echaba un vistazo a los niños que estaban dormidos, mi compañero preparó unas copas. Ya sentados le pregunte que le había parecido lo que había hecho esa noche, a lo que él me dijo:
- Desde luego Mar eres increíble, pero me has dejado caliente como una estufa en pleno desierto
Mi compañero mirándome me dijo:
- ¿Verdad Mar que esto tiene solución?
A lo que conteste que si, que claro y que además yo también estaba completamente caliente. Eso si le dije:
- Ya sabes que me excita muchísimo ser desnudada y ya que tu eres el invitado...
Me puse de pie lo mismo que él, uno frente al otro. Cuando iba a llevar su mano hacia mi cintura, le paré y le dije que prefería que me desnudara estando el ya desnudo.

Así que empezó a sacarse toda la ropa y cuando quedo desnudo me fije en su polla gorda y bien dura. Mi compañero también se había desnudado y sólo quedaba yo vestida. Entonces le dije que me fuera desnudando pero siempre siguiendo mis indicaciones. Nuestro amigo entonces llevó sus manos a mi cintura, empezando a deslizarme la falda por mis piernas, y con un poco de ayuda por mi parte me la saco. Le alargue una de mis piernas, tomo con sus manos una bota y estirando me la saco, luego repitió la operación con la otra.
Al terminar le pedí que se aproximara a mí y dirigiendo mis pies hacia su polla, se la empecé a acariciar. Veía que esta iba dando saltitos y paré por precaución. Me levanté y le dije que me sacara otra pieza de mi ya exiguo vestuario. Se decidió por las braguitas y confieso que me dio un poco de vergüenza, pues sabia que estaban completamente mojadas. Por fin le dije que terminara de desnudarme con lo que acercándose a mí, empezó a desabrocharme los botones de la camiseta. Entonces yo aproveché para acercarme a él y llevar mi coño a la altura de su polla. Una vez que me hubo quitado la camiseta, llevé mis manos hacia su cintura y me apreté a él para que sintiera el calor de mi coño en su polla y de mis tetas en su pecho. Mi compañero aprovecho para situarse detrás de mí y tomándome por mi cintura, apoyó también su polla entre mis nalgas. Empezamos a bailar en esta posición de bocadillo hasta que les pedí que me dejaran sentar y que cada uno me besara y acariciara una de mis tetas. Rápidamente tenía dos manos en cada una de mis tetas que luego fueron cambiadas por una boca junto con una mano en cada pecho. Sentía como los pezones se me iban endureciendo con cada caricia, con cada chupada y con cada mordisquito.

Notaba como un par de manos también me iban subiendo por mis muslos, acariciándolos. Entonces yo separé bien las piernas llena de excitación, y una de las manos empezó con sus dedos a trazar círculos alrededor de mi clítoris mientras notaba otros dedos jugar con el pelo de mi coñito hasta que se fueron deslizando hacia mis labios que fueron acariciados y abiertos aún más. Noté como la presión de los dedos que tenía acariciándome el clítoris aumentaba y como los otros dedos se introducían en mi coño, a todo esto sin que mis tetas dejaran de recibir besos, succiones, caricias, pellizcos o mordisquitos. Yo ya no pudiendo más me vino un orgasmo como nunca había tenido y ellos al notarlo siguieron con más empeño hasta que les hice parar.
Le pedí a mi compañero que se estirara en el sofá y lleve mi boca hacia su erecta polla poniéndome yo sobre él pero dejando libre el camino de mi ano y mi coño. Cuando empecé a chupársela, noté como la lengua de nuestro amigo empezaba a acariciarme en ese espacio que hay entre mi agujero anal y mi coño, sentía su lengua dirigirse a mi culo mientras yo iba chupando la polla a mi compañero. Poco a poco fui aumentando el ritmo de la mamada a mi marido y entonces noté en mi ano la lengua de nuestro amigo como si quisiera entrar por ahí. Paré un momento de chupar la polla de mi compañero y me concentre en el placer que estaba sintiendo con esa lengua. Al momento volví a chupársela a mi compañero, primero el capullo, luego pasando toda mi lengua por su erecto y duro pene y terminando por chuparle los huevos. Luego me la puse toda en la boca y empecé a follarle así, y al mismo tiempo notaba que la lengua que tenia en mi ano se había introducido en él, y saliendo y entrando me estaba siendo follada por el culo con una lengua. Aquí tome otro orgasmo de campeonato y paré al mismo tiempo de chupar, ya que notaba que en caso contrario mi pareja se iba a correr en mi boca.

Les pedí que cambiaran de posición y entonces diciéndole a nuestro amigo que esta vez no se aguantara, le empecé a chupar su polla, mientras que a mi marido le ofrecí mi culo ó mi coño para que escogiera; él escogió mi coño y llevando su boca hacia ahí, empezó a pasarme la lengua a lo largo de toda mi raja varias veces para terminar dedicándose a lamerme y darme pequeños golpecitos con ella en el clítoris. Yo mientras fui chupando con más intensidad la polla de nuestro amigo mientras que con una de mis manos le iba masturbando al mismo tiempo. Mi compañero me estaba succionando el clítoris y eso para mi es mortal, pues tomo unos orgasmos fuertísimos y seguidos que casi hacen que me desmaye. Así que con la polla de nuestro amigo en la boca tuve que parar para concentrarme en el placer que estaba recibiendo. Al rato mi marido paró con su lengua y yo continué con la mamada a nuestro amigo hasta que de pronto noté como la polla de mi compañero se introducía en mi coño y una de sus manos acariciaba mí ya excitadísimo clítoris. Esto me hizo aumentar aún más el ritmo de mi chupada, el ritmo me lo iba marcando los embites que mi marido me daba, hasta cierto momento en que noté una especie de erupción en mi boca y sin tiempo de nada sentí dentro de ella una inundación de leche que casi me ahoga. Sin sacarme la polla de nuestro amigo de la boca, empecé a notar en mis entrañas el anuncio de un nuevo y bestial orgasmo, al tiempo que notaba también mi coño inundado por la descarga de semen de mi pareja. Los tres estábamos agotados por todo lo sucedido aquella noche tan intensa, así que decidimos concluir aquella sesión de sexo, exhibicionismo y morbo.