jueves, 10 de diciembre de 2009

Tres cualidades de los relatos eroticos

Encienden el fuego en tu pareja.
Aunque en general la lectura se disfruta de a uno, muchas parejas han mejorado sus relaciones sexuales gracias a la lectura compartida de este tipo de literatura. Después de un día de trabajo o de ocuparse de los niños, suele ser difícil cerrar la puerta y convertirse en un ardiente amante. Muchas veces, lo que en realidad todos quieren es tirarse a ver la televisión o directamente a descansar. Por eso, tenderse en la cama juntos a leer poesía, cuentos o novelas eróticas, puede convertirse en la clave perfecta para romper el hielo y entrar en clima.

Recuperan el deseo perdido.
También, es especial para quienes sufren de falta de deseo o ya no tienen fantasías sexuales. Los relatos serán nada más y nada menos que una carga de baterías para la imaginación. Las historias y los personajes harán solitos el trabajo: ellos protagonizarán las aventuras prohibidas que tú jamás te has permitido. Seducirán al profesor, se acostarán con el marido de su amiga, se animarán a hacer el amor con desenfreno en medio del campo o simplemente describirán sus sensaciones cuando se les acerca un compañero de trabajo.

Te convierten en una persona más seductora. No hace falta estar en pareja para leer literatura erótica. Si estás solo o sola y tu mente está saturada de problemas, un buen libro erótico te ayudará a relajarte y a conectarte con un mundo de sensaciones que tienes abandonado.

Es casi una experiencia religiosa:
tú sentado cómodo en tu sillón preferido o en la cama, leyendo historias calientes, de esas que alguna vez pasaron por tu imaginación. Aunque te resulte difícil creerlo, involucrarte más en el sexo, hacerlo parte de tu vida, te ayudará a convertirte en una persona más sensual. Cuando estés en la oficina o camines por la calle, comprobarás que te mirarán más que antes. Es que las imágenes de lo que leíste te acompañarán adonde vayas y tú serás cómplice de esos recuerdos. Hasta te sucederá que en determinado momento creerás que fuiste tú el que protagonizó esos relatos.

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