jueves, 24 de diciembre de 2009

Saludos

Que Dios reine en cada uno de Ustedes y cada dia derrame sus Bendiciones en sus hogares y les llene de Salud plena.

Aprovecho esta oportunidad para desearles una ¡¡¡¡FELIZ NAVIDAD, UN PROSPERO Y VENTUROSO AÑO 2010!!!!; QUE SUS OBJETIVOS Y PROPOSITOS DE REALICEN.

De corazon para todos.

martes, 22 de diciembre de 2009

¿Ya saliste a tres alguna vez?

Esto fue cuando mi prima y mi amigo ya se habían encontrado (en la cama). Y como ella ya me lo había contado, ya me podía dar por enterado, en consecuencia, le sugerí que otro día saliéramos con el amigo y otra prima. Estuvo de acuerdo sin reservas.
Pero después tuve dudas y le hablé por teléfono al amigo para ponernos de acuerdo.
Le dije:
-Mira, he pensado que no es una buena idea la de salir con la prima de mi amiga como habíamos hablado. Creo que ninguna de las dos ha hecho algo parecido, (De salir varias parejas) se pueden chivear y se nos agua la salida. Si quieres, otro día te la presento y quizás te las dé. A ella también ya me la cogí…
Por eso, para hoy he pensado, cambiar un poco los planes… salir solo los tres… si te parece...
¿Ya saliste a tres alguna vez? Yo tampoco. Ni ella, pero me parece que está en el punto de atreverse, está curiosa. Y si no le preguntamos, creo que aceptaría.
A pesar de lo que has visto, es reservada, algo la ha hecho ser diferente contigo, yo creo que es un poco como experimentar una aventura. Que yo sepa, los dos hemos sido los únicos que nos la hemos cogido, y a su modo de ver, eso nos hace diferentes. Muy diferentes.

Ya que estás de acuerdo, y como la conozco bien, te voy a comentar varias características muy bien marcadas, que ya medio conociste:
Una es que una vez que acepta hacer algo, ya no cambia fácilmente. Sobre todo si está tranquila, contenta y caliente.
Le cuesta mamar, lo hace (Y muy bien) pero no es algo que la deje feliz. La primera vez que me lo hizo, me puso como condición, bajarme primero, lo hice y después ya no hubo ninguna resistencia, inclusive tomó muchas veces la iniciativa. O sea que yo creo que si de inicio te le bajas, después ella corresponderá sin problemas.
Y otro es que se calienta muchísimo en dos situaciones: Verse desnuda (O casi) en condiciones de riesgo. Y ser cachondeada bailando. Por supuesto que las dos cosas al mismo tiempo la hacen ver estrellitas.
Mi idea es ir a bailar a un lugarcito que conocemos muy bien, (Simulando que es algo que solamente yo conozco) con unos reservaditos en que se siente segura y donde ya ha estado casi sin ropa, o con la ropa tan descubierta que se le ve todo. Bailando le he subido el vestido dejando que la vean clientes y meseros y hasta hemos cogido y me ha mamado.
Bailar muy cachondo, bien pegados, besándola mucho, metiéndole bien las manos, descaradamente y dejándola con poca ropa, que vea que no nos incomodamos ni la tratamos diferente.
Podríamos cogérnosla ahí, pero entonces después ya no va a querer ir a un motel… Yo preferiría el motel y experimentar un menage. ¿Te parece?
Como el otro día ella no quiso mamarte, te sugiero que simules salir al baño, y la hago chuparme. Sales casi en seguida y le acaricias las nalguitas, así ella confirmará (lo que ya debe sospechar) que la estás viendo mamar. Si te le bajas… y no reclama… va a ser difícil que se niegue a hacértelo. Y si te coloca junto a mí, de manera que le pongamos los dos palos en la boca, va a ser otra experiencia nueva. ¿De acuerdo?
Después platicamos de fútbol, o alguna otra pendejada, y esperamos impacientemente el encuentro. Por si las dudas, llevé algunas cositas de preparación, como un vino y algunas botanas.

En el bar.
Estaba muy cariñosa cuando primero me encontré con ella y nos fuimos a comer alguna cosa, camino al restorán, me dice de repente:- ¡Ya estuve con tu amigo!
-¿Cómo que ya estuviste? ¿La ida al cine?
- ¡No! Ya me llevó a un motel, y… me la metió…
-¡Ahhh! (Simulando sorpresa) Y ¿Cómo fue…?
Y me contó su versión de la aventura. No alteró casi nada, solo no me contó que no lo había dejado verla desnuda después de la cogida.
-¡Muy bueno! Y la besé con mucho ardor… Haciéndola sentirse bien…
Y hoy ¿Qué piensas? Qué te parece si llamas a la Gorda y le dices que no saldremos. He pensado que no es una buena idea.
-¡Tú lo propusiste!
-Si… ya sé, pero óyeme, ¿qué va a pasar si en el curso de la salida, mi amigo comienza a acariciarte y demuestra intimidad… o si comenta acerca de tus salidas con él? ¿Con la gorda junto?
-Nooo… no… tienes razón… no es una buena idea… Y la llamó cancelando la salida.
Nos fuimos a comer a un lugarcito agradable, donde no dejé de acariciarla y besarla. Y a la hora convenida llegamos con mi amigo, que ya había llegado.
Tomamos cualquier cosa y les dije:
-¿Qué les parece ir a un lugarcito agradable para relajarnos? Es un lugarcito poco visible, donde podemos oir música, bailar y tomar algunos tragos. Estuvieron de acuerdo, simulando ignorancia.
Llegamos y nos acomodamos en uno de “aquellos reservados” que ella y yo conocíamos tan bien, simulando que no sabíamos cómo era. Ordenamos unas bebidas, y nos quedamos en silencio, esperando el primer movimiento. Que implícitamente me correspondía. Así que la saqué a bailar. Y comencé el cachondeo… la sentía respirar fuerte, nerviosa, pero en silencio. Y fui cada vez un poco más atrevido, hasta que en un lugar un poco alejado de nuestro amigo, le solté el sostén. No dijo nada.
Regresando, obviamente para el cambio de parejas, le dije:
- Ya vámonos a sentar para dejarte con él. Pero antes de sentarnos, voy a hacer algo y no te inquietes, ni reacciones. Por favor… ¿Si? No respondió, ni hizo gesto.
Así que de pie, colocada de espaldas a nuestro amigo sentado, le subí la falda hasta descubrirle los calzoncitos y las piernas, acariciándola abiertamente. Se puso tensa, pero no dijo ni hizo nada. ¡Era la señal esperada por nosotros! Ya era pan comido…


Al sentarnos, observé que ella no nos miraba a los ojos. Y nosotros, sin verla tampoco, teníamos cada uno una mano en sus muslos, poco arriba de las rodillas. Y ella quieta.
Tanteando, subí la mía un poco, más, hasta la mitad del muslo, moviéndola hacia adentro. Nada de reacción.
Con eso, el amigo la invitó la sacó a bailar. Fingí quedarme quieto, pero apenas salieron, los fui a espiar. Y ví que sin ninguna duda, le acariciaba las nalgas y la besaba. Poco más tarde, ella lo abrazaba por el cuello y él le había abierto la blusa y le movía los pechos. Sin dejar de meterle mano a las nalgas. Ya tranquilo, esperé mi turno.
No dije nada cuando se sentaron y vi la blusa desabotonada, que ella instintivamente medio cerraba.
A seguir, me tocaba de nuevo, y simulando ignorancia le pregunté que había pasado. Riéndose me contó lo que había visto, agregando:
-¡Tu nos estabas viendo!
- Si, pero quería oírtelo decir… me excita…
- Bueno… primero me abrazó y besó fuerte y sentí que me acariciaba por atrás.
-¿Por atrás?
- Bueno… por atrás y abajo. Después comenzó a meterme la mano por el pecho. Y así seguimos hasta sentarnos.
-¿Te quitaste algo? No… lo pensé pero preferí que él decidiera.
-Bueno… ¿Y al menos el brassiere… así…?
-ja,ja,ja, nooo, eso es tu especialidad…
Terminé de quitarle la prenda, y le desabotoné la blusa. Seguimos bailando acariciándola abiertamente.
Al sentarnos, y como si fuera disimuladamente, enseñé el brassiere. Y la abracé y besé, descaradamente metiéndole la mano por las tetas bien a la vista. Y brindamos.
Él pacientemente, esperó decorosamente unos minutos y dijo:
-¡Ahora me toca a mí! Abrazándola y metiéndola las manos como yo lo había hecho poco antes. Ella no se resistió, ni aparentemente se inmutó. Lo aceptó tranquilamente, riéndose. Y salieron a bailar.
Ya no los seguí. Solo estaba curioso por saber si le quitaría los calzones… Y me reí cuando al regresar, me los enseñó a escondidas…
¡Estaba lista para darnos las nalguitas! Y propuse que nos fuéramos a un lugarcito “…más discreto…” Sin hablar, estuvieron de acuerdo y salimos directo a un motel.


En el motel.
Teníamos dudas de que nos dejaran entrar a los tres, por lo que, por si las dudas, me escondí en el coche y ellos entraron primero.
Con calma y cuidadosamente salí del coche, cerrándolo sin hacer ruido. La puerta del cuarto estaba solo encostada. Estaban abrazados, ella de espaldas a mí con el vestido levantado hasta la cintura. Las manos de él, le movían impacientemente las nalgas.
Muy suavemente, moviéndome despacio hacia un sofá, me senté para apreciar la escena y lo siguiente. Después de algunos minutos, él le quitó la blusa. Y haciéndola girar, la colocó de frente a mí. ¡Era mi turno!
¡Se veía linda! Siendo acariciada semidesnuda, con los ojos entrecerrados, obviamente muy, pero muy caliente.
Me levanté y aproximándome la tomé de las manos y la acerqué cariñosamente hasta quedar tocándonos de arriba abajo. El amigo se mantuvo en el mismo lugar, sin dejar de acariciarle suavemente, primero los pechos y después las caderas y piernas.
Me abrí la camisa y la bragueta, me saqué la pija y se la coloqué en una mano. Besándola, le terminé de soltar la falda, dejándola caer al piso.
El amigo también se quitó la camisa y dejó caer los pantalones, acercándose hasta colocarle el palo en contacto con las nalgas. Por adelante yo hacía lo mismo, empalándola entre las dos vergas y los tres comenzamos a movernos más o menos rítmicamente. Las respiraciones estaban agitadas… muy agitadas…
Sin decir nada, nos fuimos conduciendo hacia la cama… a donde se dejó llevar sin resistencia, acostándose suavemente, apoyada por los dos, con las piernas afuera…
Por breves gestos, decidimos que él sería el primero a metérsela; se posicionó de frente y le levantó las piernas, abriéndolas, a seguir se colocó en medio. Creí que se la iba a coger sin más, pero no… se acordó de lo que habíamos hablado y se bajó a mamarla…

Ella sorprendida, lo miró y después a mí. Yo hice lo mismo. Y con una sonrisita cómplice, le hice una seña de “¡Ni modo! Después te toca a ti…“con nuestra gran intimidad, estaba claro lo que le estaba diciendo sin palabras. Lo entendió perfectamente, frunció el ceño y me besó…”
Lo observamos un poco más, nos vimos de nuevo, y la besé en los labios y en los senos, acariciándole todo lo que alcazaba, inclusive metiendo unos dedos por los lados de la raja, acompañando al amigo.
Ella se calmó, o resignó. Creo que estaba pensando: Viendo su expresión, no pude evitar sonreírme. Y ella también.
Me quedé viéndola gozar, comenzó a retorcerse, a tener contracciones y aumentó los movimientos de las caderas…
Estando así, se me ocurrió otra maldad. Salí un momento de la cama y me coloqué en dos dedos un condón lubricado. Regresé a la misma posición y seguí besándola y acariciándole las tetas y las nalgas, pero me fui yendo hacia el centro, hacia El Chiquito. Que como ya se lo había explorado, no le incomodó.
Cuando se vino, con buenas contracciones, el amigo salió del tal y se sorprendió cuando vio mis dedos metidos por “ahí”. Me miró y no dijo nada, solamente se movió hacia arriba, y yo hice lo mismo, pues teníamos la misma idea. Sin esperar a que se le pasara la venida, posicionándonos a los lados de su cabeza, le moví la cabeza suavemente, acercándola a mi verga, sin prisa, la aceptó, y a seguir la del amigo, turnándonos en metérselas o movérselas entre los labios…
No reclamó ni se negó. Por lo que educadamente, me bajé a mamarle el mamey. En cuanto me sintió hacerlo, comenzó a moverse. Después me dijo que pensaba que se la iba a meter, y se sorprendió de que fuera una mamada.
Cuando se vino por segunda vez, decidimos parar. Abrimos la botella de vino y las botanas y descansamos, platicando de cualquier cosa y pensando en lo que había pasado… tranquilamente.
Ambos la acariciábamos suavemente, casualmente. Y ella correspondía. En su expresión, me decía que ya estaba pensando en salir. Ya quería terminar. Pero esa no era nuestra intención…
La abracé con cariño, con ardor, pasándole nuevamente las manos por todos lados. Se dejó llevar, acostada de lado, sentí que no quería, pero no vio como escaparse… Y tampoco le dí chance…
Nuevamente estaba siendo acariciada, más bien manoseada, pero ahora estábamos desnudos y ya los dos la habíamos chingado, abiertamente…
El amigo se colocó junto y la acariciaba con una mano. La otra parecía perdida entre las piernas, creo que dedeándola. No quise saber en ese momento. Además ya estaba caliente de nuevo.
Con palabras entrecortadas, le murmuré roncamente, jalándola levemente de las caderas:
- Ven… voltéate… así… arrodíllate… de a perrito...
Pensé un poco y le hice señas al amigo para ponernos nuevamente juntos adelante, para ponerle los palos en la boquita al mismo tiempo. Aceptó, e hicimos nuevamente el mismo juego, que ella aceptó.
Ya así, y después de algunos minutos, me fui al otro extremo y me la cogí… no supo reaccionar y se quedó mamando la verga del amigo. ¡Un palo por cada extremo! Era una novedad, y se derritió por completo…
La movimos con ritmo, y se podía ver que estaba gozando la primera Doble Penetración de su vida. Bueno… la mamada con mamada anterior, no la considero como una Doble, más bien como un ensayo. Además de ser la manera de aceptar mamar otra verga.
En fin… la bombeamos un rato y por señas, decidimos cambiar, el amigo se pasó para atrás y yo al frente.
Al mismo tiempo le dije:
-Voltéate corazón, acuéstate de espaldas, así… Colocados de cada lado, le abrí las piernas y le dije:
-No me hagas mucho caso cariño, pero creo que se está viendo el tamal…
-¿Crees que se me está viendo?
-¿Se le está viendo? Creo que sí, pero ahorita se lo tapo… -Dijo el amigo- Y montándola se lo tapó.
Me fui adelante para colocarle el palo en la boquita, y como teníamos mucha experiencia mamando, no hubo problema, en cuanto me vio junto, se lo comió todo golosamente.
Esa fue su segunda DP. Que duró unos minutos, hasta venirse con grandes contorsiones. El amigo se vino un poco antes y yo fui el último.
Por cierto, recibió toda mi leche cuando estaba viniéndose y para variar en nuestras costumbres, se la comió toda antes de darse cuenta.
Al reaccionar, tenía una mirada extraña, como de: ¿Qué pasó? ¿Qué hice?
Y en seguida otra de: ¡Bueno… ni modo…!
Nos quedamos quietos unos minutos, abrazados los tres… pensando en cómo habíamos cogido sabroso… Y en como lo repetiríamos…

domingo, 13 de diciembre de 2009

Inportante

La falta de erección en el clítoris puede surgir incluso cuando el deseo está presente. El proceso de erección del clítoris tiene que ver con un mayor flujo de sangre hacia la pelvis, lo que produce congestión en la vagina, el útero y el clítoris.

La vagina se expande y alarga, y el clítoris tiene una mini-erección, similar a la del hombre, aunque, por supuesto, en una escala mucho más pequeña. El creciente flujo de sangre hacia la vagina, causa una secreción mucosa clara, que hace del coito un acto más sencillo y sin dolor.

Si la pareja de la mujer apresura las cosas, podría intentar realizar la penetración antes de que los órganos de la mujer "estén preparados", lo que la podría conducir a más dolor, y, de esta forma, a mayores fallas en la erección.

Inportante

La falta de erección en el clítoris puede surgir incluso cuando el deseo está presente. El proceso de erección del clítoris tiene que ver con un mayor flujo de sangre hacia la pelvis, lo que produce congestión en la vagina, el útero y el clítoris.

La vagina se expande y alarga, y el clítoris tiene una mini-erección, similar a la del hombre, aunque, por supuesto, en una escala mucho más pequeña. El creciente flujo de sangre hacia la vagina, causa una secreción mucosa clara, que hace del coito un acto más sencillo y sin dolor.

Si la pareja de la mujer apresura las cosas, podría intentar realizar la penetración antes de que los órganos de la mujer "estén preparados", lo que la podría conducir a más dolor, y, de esta forma, a mayores fallas en la erección.

MI NOVIO, SU EX Y YO

Con mi novio llevo cerca de tres años, tenemos una relación muy sólida, y lo amo muchísimo. Su ex, Karen, después de cuatro años sin novio se volvió lesbiana, para mi sorpresa ella empezó a coquetearme a mi, aunque al principio me daba desconfianza pensando que quería volver a tener algo con mi novio.

Todo empezó en un bar que frecuentábamos todos mis amigos, mi novio y yo, y claro está, Karen, esa noche vaciamos dos botellas de tequila y tomamos muchas cervezas, Karen me dijo que le acompañara al baño, algo normal entre mujeres, así que la acompañé, para mi sorpresa me metió al baño con ella y empezó a decirme que se había rasurado su conchita, pero que lastima que no tuviera novio para mostrársela, quieres verla??, yo me quede atónita, ya que nunca había pensado en tener nada con una mujer, pero por los tragos le dije que si, entonces empezó a mostrármela y acariciarse, diciéndome que estaba muy caliente, le dije que afortunadamente las mujeres sabíamos darnos solitas muy buenos orgasmos, ella me respondió que ya estaba cansada de masturbarse, que quería hacerlo con alguien, no se porque, simplemente le mire sus labios, me acerque y la bese, fue una beso que comenzó muy suave, pero luego se hizo mas apasionado, las dos nos miramos algo asustadas, creo, aunque en ella vi una sonrisa picara y eso me gusto.

Salimos del baño, volvimos a la mesa, tomamos algunos tragos mas y nos fuimos, ese día mi novio y yo habíamos quedado en ir a algún hotel y pasar la noche allí, así que cuando fuimos a coger el taxi, Karen me dijo que si la podíamos llevar cerca de su casa, le dije que si, cuando subimos al auto, nos miramos las dos como con un deseo tan grande, que no me importo que hubiera un desconocido (el taxista) y mi novio, nos empezamos a besar, y decidimos ir al hotel con ella.


Cuando llegamos empezamos a besarnos nuevamente, la cara que tenia mi novio era para morirse de risa, estaba boquiabierto por lo que estaba pasando, todavía no creía que su novia y su ex novia se estaban devorando frente a el, le ordene que se sentara en el sofá, y empezamos a acariciarnos, nos besamos apasionadamente, luego nos quitamos las blusas y los sostenes, ambas tenemos senos grandes, así que mi novio estaba a mil, Karen, empezó a chuparme las tetas suavemente, me mordía muy despacio los pezones, y me acariciaba la concha mientras yo miraba a mi novio, y le animaba a mostrarme su verga, luego yo hice lo mismo con los pechos de Karen, al principio me sentí rara, pero luego me sabían delicioso, y empecé a subirle la falda y a meter dos dedos en su rajita, la cual ya estaba muy mojada, mi novio mientras, se iba masturbando.

Luego nos acostamos en la cama, frente a el, yo le empecé a chupar su rica concha, mojadita y húmeda, olía muy rico, ahí entendí por que mi novio se demoraba hasta media hora o mas chupándomela, Karen tuvo dos orgasmos mientras yo se la chupaba, ya mi novio se había ubicado detrás de mi y me introducía sus ricos dedos en mi almejita, yo estaba chorreando de lo excitada que estaba, luego cambiamos a una posición muy cachonda, Karen se acostó boca arriba, yo le puse mi concha en su cara, al tiempo que le mamaba la verga a mi novio, el con sus dedos masturbaba a Karen, en esa posición los tres tuvimos un delicioso y prolongado orgasmo, luego mi novio me puso en cuatro y mientras me embestía por detrás, yo me chupeteaba a su ex novia por todas partes, sus tetas, su concha, la voltee, y quedamos las dos en cuatro, yo le chupaba el culo y le introducía uno de mis dedos en su rico agujerito y mi novio me la metía a mi tan duro y tan rico que tuve otro orgasmo, aunque eso no es raro, con el en una noche consigo incluso 9 o 10 orgasmos.

Por ultimo ella y yo seguimos jugando, hicimos un sesenta y nueve, nos lamimos por todas partes, y nos disfrutamos como nunca pensé en disfrutar a una mujer, mi novio luego de vernos veinte minutos así, la tenia dura y grande otra vez, así que se nos ocurrió meternos a la ducha, allí fue la única oportunidad en que la deje acercarse demasiado a el, las dos nos arrodillamos y le mamamos la verga y entre tanto nos besábamos ella y yo, así mi novio nos echo un ultimo polvo que cayo en nuestras caras y nuestros pechos, luego de bañarnos bien, nos vestimos y salimos.

Afortunadamente, luego de esto, mi novio nunca quiso repetirlo, dijo que conmigo le bastaba, y no quería que lo cogiéramos como rutina, lo que el no sabe es que han habido otros encuentros entre ella y yo, que luego les contare. Pero en cuento a hombres con mi novio tengo y me sobra.

jueves, 10 de diciembre de 2009

Amiguito de mi hermano

Les cuento del día del cumpleaños de uno de mis hermanos menores. vinieron todos sus compañeritos, mi esposo estaba de viaje y me anime a entrar a la fiesta, así baje a la sala, estaba bien maquillada con el cabello suelto llevaba un vestido corto escotado verde unas pantys blancas y tacos del mismo... color y como era algo mayor todos me miraban con ansias.

comenzamos a bailar hasta que un chico se me acerco y me sacaba a bailar y no me dejaba, yo coquetamente le seguía el juego mientras mi amigo ocasional cada vez me tomaba de la mano se me acercaba mas mientras bailábamos y cuando nos sentaba, me ponía sus manos en mis muslos mientras bromeábamos


yo poco a poco me iba calentando, así fue continuando la fiesta y se fueron retirando todos, incluso mi hermano, quedando unos pocos, y ya solo bebíamos.

al final de la fiesta mi amigo estaba ebrio y el muy pícaro me dijo que se sentía mal que quería descansar un rato en casa para recuperarse e irse a su hogar. en ese momento fue que me hirvió la sangre y le dije si deseaba podía entrar un rato a mi dormitorio porque la casa era chica.

le indiqué el lugar y el se fue a mi habitación mientras yo seguía bebiendo con el resto de invitados. cuando al rato subí a mi habitación a descansar, lo vi allí tirado en mi cama, yo me comencé a quitar los tacos y las pantys, cuando de pronto el despertó y me vio allí parada semidesnuda yo no aguante mas la excitación y me abalancé sobre el.

ÿl me mordía los labios el cuello, era todo un experto, me introdujo sus manos heladas debajo del vestido y me lo saco hacia arriba mientras se abalanzaba sobre mis pezoncitos que estabas duritos, me besaba toditita yo gemía de placer y el trataba de taparme la boca para que no se dieran cuenta en la casa.

luego de hacerme delirar con sus caricias y cuando el estaba encima, yo comencé a desabotonarle la camisa. el se la saco y luego se paro en la cama y me hizo arrodillar y me pidió que le sacara el pantalón, yo le baje el cierre y luego el pantalón dejándolo en bóxer, luego el saco su enorme miembro dejándome perpleja nunca en mi vida había visto una polla tan grande.

se me hacía agua la boca de probarla pero el no me dejó y me tiro para atrás, se saco todo y desnuditos los dos nos comenzamos a revolcar y besarnos mutuamente, luego el me cogió de las caderas y me levanto en el aire quedando parada de cabeza apoyada en mis codos y cabeza con las piernas abiertas en el aire como si fuera una t y allí comenzó a comerme mi cosita y a introducirme su lengua.

uhm! me decía cosas dulces y sucias a la vez, me hacia gritar, y para callarme me dijo "vamos bebe no llore quiere su biberón" y me coloco su pene en mis labios y yo le correspondí comiéndosela todita, se la chupaba, la mordía mientras el me frotaba me golpeaba con su pene en la cara y yo me metía sus bolitas a la boca.

luego le comencé a arrancar los vellitos de su ano con los dientes y el se excitó al punto de cogerme de los cabellos y follarme en la boca hasta terminar con un enorme chorro de jugoso semen, yo me lo tomaba pero era tanto que me atoraba, se me derramaba por los costados de los labios, era deliciosa, espesita , al final me dijo que no me preocupara que tenia mucho mas al tiempo que me colocaba al revés boca abajo y me separaba las nalgas y introducía su lengua en mi trasero haciendo delirar.

luego sus dedos uno a uno mientras me lo escupía, me sujetaba las manos con su correa en la cabecera de mi cama, creía adivinar que era lo que haría y me dio miedo le pedí que no lo hiciera pero el me daba de nalgadas y con su mano derecha separo mis nalgas mientras con la otra se humedecía la polla y comenzó a introducírmela por el ano haciéndome sentir un dolor inmenso pero exquisito

así me la metió todita hasta el fondo y la dejo allí un rato para que la sienta al tiempo que se apoyaba en mi columna y comenzó a darme de adelante para atrás con una fuerza jalándome de los cabellos como si fuese una yegua haciéndome sentir varios orgasmos.. uno, dos, tres hasta que se vino dentro de mi. no demoró mucho porque yo era ajustadita por allí y cuando me la saco chorreo gran cantidad de semen en mi sabana.

al final se echó a dormir a mi lado, pero yo no me iba a quedar con las ganas de cabalgar y se la chupe una vez mas hasta que se le puso dura y me coloque sobre el introduciendo su pene en mi vagina y moviéndome como una licuadora lo hice terminar una vez mas hasta quedar totalmente satisfecha.

a unas horas nos despertamos y le pedí que saliera corriendo antes que se despierten mis hermanos y mis padres, así pase una de las noches más inolvidables de mi vida siéndole infiel a mi esposo con un chiquillo.

Tres cualidades de los relatos eroticos

Encienden el fuego en tu pareja.
Aunque en general la lectura se disfruta de a uno, muchas parejas han mejorado sus relaciones sexuales gracias a la lectura compartida de este tipo de literatura. Después de un día de trabajo o de ocuparse de los niños, suele ser difícil cerrar la puerta y convertirse en un ardiente amante. Muchas veces, lo que en realidad todos quieren es tirarse a ver la televisión o directamente a descansar. Por eso, tenderse en la cama juntos a leer poesía, cuentos o novelas eróticas, puede convertirse en la clave perfecta para romper el hielo y entrar en clima.

Recuperan el deseo perdido.
También, es especial para quienes sufren de falta de deseo o ya no tienen fantasías sexuales. Los relatos serán nada más y nada menos que una carga de baterías para la imaginación. Las historias y los personajes harán solitos el trabajo: ellos protagonizarán las aventuras prohibidas que tú jamás te has permitido. Seducirán al profesor, se acostarán con el marido de su amiga, se animarán a hacer el amor con desenfreno en medio del campo o simplemente describirán sus sensaciones cuando se les acerca un compañero de trabajo.

Te convierten en una persona más seductora. No hace falta estar en pareja para leer literatura erótica. Si estás solo o sola y tu mente está saturada de problemas, un buen libro erótico te ayudará a relajarte y a conectarte con un mundo de sensaciones que tienes abandonado.

Es casi una experiencia religiosa:
tú sentado cómodo en tu sillón preferido o en la cama, leyendo historias calientes, de esas que alguna vez pasaron por tu imaginación. Aunque te resulte difícil creerlo, involucrarte más en el sexo, hacerlo parte de tu vida, te ayudará a convertirte en una persona más sensual. Cuando estés en la oficina o camines por la calle, comprobarás que te mirarán más que antes. Es que las imágenes de lo que leíste te acompañarán adonde vayas y tú serás cómplice de esos recuerdos. Hasta te sucederá que en determinado momento creerás que fuiste tú el que protagonizó esos relatos.

domingo, 6 de diciembre de 2009

Cosa de familia

Mientras se desvestía en la soledad de su habitación no podía dejar de pensar en lo bien que se lo había pasado en la fiesta... y en lo mucho que se había divertido con su novio y con sus amigos.
Al quitarse la camiseta contemplo por primera vez el morado que le estaba floreciendo en su pecho, a escasos centímetros del pezón, y su preciosa boca se torció en una mueca al recordar la increíble osadía de aquel mocoso.
Aun no podía comprender como un crío de solo 13 años podía ser tan descarado y tan pícaro. No le entraba en la cabeza que el puñetero mocoso fuera tan audaz y se lamento, por enésima vez, de no haberle visto llegar en esta ocasión. Pues desde que se percato del excesivo interés que su cuerpo tenia para el chaval procuraba mantenerse lo mas alejada posible de este... y de sus largas manos. Y, aunque no siempre lo lograba, hasta ahora si había conseguido que sus roces fueran mas o menos permisibles... hasta ahora.
Se había creído a salvo rodeada de tantos familiares y amigos (joder, si hasta su novio estaba en la fiesta) y se había confiado demasiado. El avispado picaron había sabido esperar hasta que ella estuvo agachada en la cocina con una bandeja de aperitivos entre sus manos para acercarse por detrás y meter las dos manos por el escote, amasando su sensible piel de canela con rapidez y ansiedad hasta alcanzar el sensible y grueso pezón.

Solo se los toqueteo durante unos segundos... pero se le hicieron eternos.
La sorpresa hizo que tardara demasiado en reaccionar y cuando por fin consiguió soltar la bandeja y enderezarse para darle su merecido el mocoso ya huía hacia el comedor... no sin antes darle un ultimo y doloroso pellizco de recuerdo, que si bien erró su enorme diana sonrosada si atino a hacerlo justo al lado, dejándole una pequeña marca azulada en su inmaculada montañita de alabastro como recordatorio de la paliza que tenia que darle en cuanto le pusiera las manos encima.
Lo que no podía saber ella mientras se despojaba de sus braguitas y se ponía su liviano camisoncito de tirantes era que para el mocoso eso no había sido el final... sino el inicio de todo lo que podía hacer esa noche si la suerte le acompañaba.
A pesar de dormir en la otra punta de la casa no dejaba de pensar en las posibilidades que tenia a su alcance. El mas difícil de convencer seria el hermano pequeño, pues a los dos primos se les hacia la boca agua solo de pensarlo... y él ya se había preocupado de contarles las suficientes cosas como para estimular al máximo su interés.
Aunque no hacia falta demasiado para eso, ya que ambos estaban cansados de verla exhibir su cuerpo de diosa en las playas y pistas de baile... luciendo sus altivos pechos y su culito respingón como si disfrutara poniendo cardiaco al personal.
Y para el chaval fue un juego de niños convencerles de que seria “divertido” hacerle una pequeña visita en su dormitorio y “vengarse” así de la diosa de hielo.
El novio no era ningún problema, pues el tipo estaba roncando desde hacia ya un buen rato, en parte por el cansancio de bailar tanto rato con la reina de la fiesta, y en parte por las copas siempre llenas y cargadas al máximo que el espabilado mocoso y sus primos se habían encargado de servirle una detrás de otra.
Dado que eran tres contra uno al final el hermanito se dejo convencer... aunque maldita la gracia que le hacia arriesgarse a una bronca de ella o de sus padres si los pillaban solo por ver algo que estaba aburrido de contemplar en casa casi todos los días.
Pues como quiera que su hermana mayor nunca hubiera ocultado su cuerpo, y además le gustaba vestir con muy poquita ropa, el espectáculo de su cuerpo desnudo era algo que tenia tan visto como el jarrón de la salita o el cuadro del pasillo.
Aun así el también cogió una linterna y les acompaño... pues quizás fuera divertido después de todo.
El recorrido sigiloso hasta su habitación fue tan largo como excitante, pues todo eran murmullos, tropezones y risitas... pero dado que la habitación de los padres estaba tan alejada como la suya las posibilidades de que les vieran u oyeran eran muy escasas.
Al final tanto “sacrificio” obtuvo su recompensa y cuando alcanzaron por fin el cuarto de la bella durmiente la encontraron en una posición inmejorable.
Esa noche hacia bastante calor, por lo que dormía sin sabanas, y al girarse de costado su reducido camisón se había subido tan arriba que sus larguisimas piernas morenas se veían casi por completo.
Por la ventana abierta entraba la claridad suficiente de la luna como para ver su cuerpo, pero los chicos al escuchar su lenta respiración decidieron que querían ver mucho mas, por lo que encendieron con cuidado sus pequeñas linternas y se acercaron al máximo a la cama, para que los delgados haces de luz permitieran verlo todo con nitidez.
Aprovechando su postura lateral primero le subieron del todo el camisoncito, dejando sus nalgas al aire, iluminando luego desde detrás suya entre sus piernas para ver como destacaba su oscura mata de pelo... y la sonrosada rajita que trataba de ocultar.
Aunque desde su posición privilegiada eso no era posible... pues solo había que seguir el estrecho sendero que separaba sus pálidas colinas para encontrar la rajita de entrada al tesoro prohibido.
Mientras el hermanito y los primos se divertían con eso el pícaro cabecilla se dirigió a la parte de delante y, ni corto ni perezoso, le bajo el tirante del camisón... dejando al aire lo que apenas había podido tocar esa tarde y siempre había deseado ver.
En menos de lo que se tarda en decirlo ya deslizaba sus manos por el montículo divino, usando ambas manos para apretarlo con lujuria, absorto y maravillado de su dureza y de su generoso volumen.
Pero si algo le volvía loco ese algo era el oscuro fresón que coronaba la cima, tan duro y tan grueso que era una autentica delicia pellizcarlo y retorcerlo entre sus dedos.


No pudo contenerse y, arrodillándose frente a ella, se lo introdujo por completo en la boca... saboreando extasiado el manjar prohibido.
Los otros tres estaban tan absortos en la contemplación de su conchita que no repararon en los manejos de su compinche hasta que le vieron arrodillarse... alucinando ante su osadía y temeridad.
Pero como la bella durmiente tenia un sueño tan pesado decidieron que era de estúpidos no aprovechar una oportunidad como esa, por lo que sin decir ni una palabra el hermano y uno de los primos se dirigieron raudos a ocupar el lugar del amigo.
El otro primo decidió quedarse allí, pues ahora que había reunido el coraje suficiente se animo a hacer realidad su fantasía... y empezó a acariciar su culito respingón, sobándolo de un extremo al otro con tanta parsimonia como veneración.
Mientras los otros dos habían conseguido separar a su colega de su sabroso chupete, no sin cierta resistencia, y se apretujaban el uno junto al otro para repartirse el botín.
Aunque ya sabemos que sus pechos son grandes, no lo son tanto como para acoger a cuatro manos ansiosas, así que el hermano y el primo tuvieron que repartirse el pecho de arriba y el de abajo... intercambiándoselos cada dos por tres para acceder al mas fácil.
Cuando el pícaro chaval se volvió a situar atrás, junto al primo que seguí amasando sus nalgas extasiado, decidió no perder el tiempo disputándole el pandero.
Y, sin cortarse un pelo, se dirigió directamente hacia el triángulo oscuro que asomaba entre las piernas entreabiertas de la inocente víctima.
Al primo se le abrieron los ojos como platos al ver con cuanta desfachatez metía el otro sus dedos en un sitio tan intimo.
No se conformaba solo con manosear su conchita con una mano, sino que utilizaba la otra para iluminar la zona, y ver mejor lo que revisaba.
El otro primo, cansado ya de pelearse con el hermanito por la posesión del duro pezón que tanto parecía gustarle, le hizo señas al amigo para intercambiar los lugares... lo que este acepto de mil amores, pues su almejita estaba demasiado seca y era muy estrecha para poder meter los dedos como había pensado, y el tacto de su mata de vello pubico no era tan interesante como lo que tenia en mente.
El primo pronto comprobó lo que el mocoso había descubierto... pero él, mas experto y mas paciente, sabia muy bien lo que debía hacer. Así que usando solo las yemas de sus dedos empezó a deslizarlas arriba y abajo por la suavísima y sensible piel de la entrada, hurgando con paciencia a la espera de que sus toqueteos obraran el milagro.
Además, las caricias que su hermano no había dejado de prodigar a sus prietas nalgas de seguro que ayudarían en la labor. Este, en sus deliciosas exploraciones, había hallado la entrada al orificio mas estrecho de todos, y ya llevaba un ratito jugando a comprobar cuanto mas podía meter la puntita de su dedo índice en tan angosto lugar.
Mientras el instigador ya se había situado junto al hermanito arrodillado.
El cual, aferrado al pecho de su hermana mayor con ambas manos, chupeteaba su duro pezón con un ansia inusitada. Sus dedos temblorosos manoseaban de tal forma el divino pecho que casi parecía que estuviera tocando un instrumento musical.
Así que no perdió el tiempo tratando de quitarle su juguete y, poniendo en practica lo que se le había ocurrido mientras hurgaba en su almejita, le pinzo con mucho cuidado la nariz. Lo justo para que no pudiera respirar pero que no le doliera. Como ya suponía, la chica no se despertó por ello, sino que se limito a abrir su amplia boquita para respirar por ella, dejando así vía libre para que el tunante pudiera poner en marcha su plan.

Fue tan sumamente rápido en quitarle los dedos de la nariz y en bajarse las bermudas que para cuando el hermano se fue a dar cuenta ya le estaba metiendo su dura verga en la boca entreabierta.
La chica, que ya volvía a respirar con normalidad por la nariz, debió de volver a su mas tierna infancia, pues empezó a succionar el largo miembro que ocupaba buena parte de su boca como si fuera un chupete. Haciendo las delicias de su dueño, que se limitaba a balancear suavemente las caderas adelante y atrás para que la mamada fuera perfecta.
Los primos, que se habían arrodillado detrás de la chica para estar mas cómodos, no se percataron de nada y, a diferencia del hermanito, siguieron con su grata labor.
El que hurgaba en su culito estaba fascinado, pues con paciencia y perseverancia había conseguido introducir su dedo índice hasta la raíz en su culito, y ahora se divertía a base de moverlo a un lado y a otro para disfrutar de su deliciosa estrechez.
Pero mas feliz estaba el otro, que haciendo gala de la misma paciencia que su hermano había logrado que sus caricias convirtieran una estrecha hendidura seca en un húmedo pasillo que recorrían sus dedos a placer, deslizándose por el ahora encharcado túnel con tal facilidad que había logrado meter en su interior dos y hasta tres dedos cuando así lo había querido.
Mientras, por delante, el mocoso había tenido que sujetarse a los hombros del hermano mientras se corría, con una abundancia insospechada, en el interior de su boquita. Y, o bien la chica era muy glotona, o no era la primera vez que lo hacia, pues se trago todo el semen que mano de su inagotable fuente sin que se le escapara ni un solo hilillo fuera.
La experiencia había sido tan increíble que el chico aun la tenia tiesa, por lo que si no llega a ser porque el hermanito insistía una y otra vez en querer ocupar su lugar, habría podido quedarse dentro hasta lograr una segunda descarga.
Pero su depravada mente pronto decidió que había formas mejores de hacerlo.
Así que accedió a las demandas silenciosas del hermanito y le permitió ocupar su lugar, arrodillándose el donde había estado el otro para manosear de nuevo ese pecho increíble que tantos sueños húmedos le había provocado en el pasado.
El hermanito parecía haber perdido los papeles, pues en cuanto logro introducirla en la húmeda boca de la bella durmiente empezó a agitar sus caderas con una brusquedad que no podía sino traerles problemas... pero que para sus planes venia de maravilla.
Solo tuvo que esperar a ver los síntomas evidentes de que el afortunado chico estaba a punto de correrse para retorcerle el sensible pezón a la hermana, con tanta saña como mala idea, logrando así sacarla de su inocente sueño.
La jovencita, medio dormida, aun no se había hecho cargo de la situación, ni de las mil sensaciones que la embargaban, cuando su hermanito empezó a correrse en su boca.
Sin razonar la inocente debió asumir que debía ser un sueño húmedo o algo así, pues se lo trago todo con gula mientras el calor de lo que tenia dentro de su culito y lo que fuera que entraba y salía de su almejita le provocaban un dulce y fugaz orgasmo.
Posiblemente fue tan fugaz porque termino de desvelarse y se dio cuenta de lo anómalo y fuera de lugar de su situación.
Los chicos no habían perdido el tiempo, y mientras aun estaba atontolinada se habían apresurado a volverla boca arriba, tapándole la cara con su propio camisón para que no los reconociera, mirándose preocupados unos a otros mientras trataban de decidir que era lo que podían hacer.

El que tenia bien claro lo que tenia que hacer era el avispado mocoso, que ya se había situado entre sus muslos separados con sus bermudas bajadas hasta los tobillos.
Los primos habían hecho un trabajo previo maravilloso, por lo que la entrada fue como la seda, metiendo su larga verga hasta los testículos en el primer empujón.
Los otros tres podían sujetar a la fiera a duras penas, pero eso a él le traía sin cuidado, pues sus empujes eran cada vez mas fuertes y continuos, y sabia que mientras la tuviera sujeta por los muslos se encontraba a salvo de sus patadas... además que su agitación le venia de perlas, pues sus movimientos agitados hacían que la penetración fuera la leche.
No se sabe si lo que la calmo fue el agotamiento... o el fuertisimo e inusitado orgasmo que tuvo cuando el chico eyaculo en su interior.
Lo que si es seguro que eso les vino de perlas, pues les permitió ponerla de cuatro patas en la cama, con la cabeza clavada en la almohada y el camisón envuelto en su cara para que no pudiera verles.
Esta vez, cuando el primo ocupo el lugar del chico, y empezó a penetrarla desde atrás, casi no tuvieron ni que sujetarla en su lugar, limitándose a gemir calladamente (no se sabe si de queja o de placer) mientras el chico la poseía de un modo salvaje.
Si para todos fue una sorpresa ver como empezaba a mover las caderas al compás con cierta timidez, aun lo fue mas cuando la oyeron rugir de gozo en mitad de un tremendo orgasmo múltiple. Este fue tan violento que provoco el orgasmo incontrolado del chico, el cual aunque había pensado eyacular fuera no pudo evitar que su verga explotara como un autentico géiser en las profundidades de su conchita.
Lo cierto en que en ese momento nadie le dio la mas mínima importancia a eso, pues mientras el hermanito y el amigo amasaban los maravillosos pechos que bamboleaban alocados al compás de su respiración agitada, el otro primo se apresuraba a despojarse de sus pantalones para poder hacer realidad su mas oscura fantasía.
La chica, todavía bajo los efectos del inusitado orgasmo, solo pudo jadear mientras se le escapaba una pequeña queja al sentir como un durisimo chisme se introducía por su culito virginal. Hasta la fecha ella solo había aceptado algún que otro dedito de su novio y solo cuando estaba muy, pero que muy excitada. Por lo que fue la primera sorprendida al ver con cuanta facilidad se deslizaba por su angosto agujerito la verga invasora.

El primo, ebrio de gozo, en cuanto logro que sus testículos acariciaran la suave piel de sus nalgas empezó a menear las caderas con un ritmo fenetrico... sin poderse creer que POR FIN estuviera sodomizando a una chica... y que además esa chica fuera su prima.
La cual, cuando sintió que una mano (que ella no podía saber que pertenecía a su otro primo) se adueñaba de la supersensible pepita de su clítoris, masajeandola hábilmente, volvió a experimentar un fuertisimo orgasmo... al que posiblemente ayudo la crueldad con que su hermanito y su amigo estaban torturando sus sufridos pezones, pellizcando y retorciendo sus gruesos fresones con lujuria desbocada al oírla rugir de placer.
Este ultimo orgasmo fue tan largo que, para cuando acabo, también había acabado su primo, el cual había dejado el interior de su culito bien llenito de semen, dándole un par de buenas palmadas justo en el momento en que eyaculaba y aferrándose luego a sus generosas caderas para no caerse encima suya por la flojera que le entro después.
Pero muchisimo mas agotada estaba la pobrecilla, que para cuando consiguió recuperar el aliento ya llevaba un buen rato sola en la cama... dado que sus asaltantes había huido, con tanta prisa como sigilo, sin tenerlas todas consigo.
La chica, tras bajarse a duras penas el camisón, metió su manita entre las temblorosas piernas, notando como resbalaban entre sus dedos los últimos grumos de semen que no había conseguido retener su estrecho túnel... y la dejo allí, quedándose dormida casi en el acto... con una enigmática sonrisa de felicidad en su hermoso rostro.

sábado, 5 de diciembre de 2009

Mi profe

No recuerdo con exactitud qué fecha fue, pero era la mañana de un día de noviembre de 1988, año durante el cual todo me había salido muy bien. Pero ése día quizás me levanté con el pie izquierdo. La cólera y la indignación invadió mis pensamientos cuando mi maestra guía me dio la libreta. ¿Cómo era posible que hubiera dejado la asignatura de Letras I, si en los dos primeros trimestres la aprobé y con buenas notas? Aparte de que es una de las asignaturas menos dificultosas del año. ¡Tenía que hablar con la maestra y ponerla en su lugar! Ese era un asunto que debía arreglar ese mismo día, sin demora, antes que se enfriara el asunto.
Averigüé la dirección de la Sra. de Garay (mi maestra de Letras) con una compañera que creo es vecina suya todavía y me dirigí hacia allá. Eran las ocho y media de la mañana.
No fue difícil dar con la dirección. Al ver la casa me dio la impresión de tener un no sé qué que le daba un toque diferente. Toqué a la puerta con suavidad. Nadie respondió. Por un momento pensé que quizá nadie se encontraba en la casa. Así que intenté de nuevo, ahora con más fuerza y escuché la inconfundible voz de mi maestra, quien contestó desde dentro.
- ¡Ya voy, un momentito, por favor!
Tuve que esperar muy poco tiempo. Mi maestra abrió la puerta y, al verme frente a frente con ella, el corazón me golpeó los pulmones con violencia, no sé por qué.
Dinora salió a recibirme con una especie de "disfraz de ama de casa" y un trapeador en la mano. ¡Se veía tan distinta, en sandalias y sin los vestidos formales con los que asistía a dar clases! Llevaba puesta una delgada blusa blanca de botones, desmangada a filo de tijeras y amarrada justo por debajo donde termina su busto y un mínimo, viejo y desteñido pantaloncito de gruesa lona color azul. Era obvio que se encontraba haciendo limpieza en casa, pues casi toda la poquedad de su ropa estaba mojada. En esa forma llamaban mucho la atención sus senos que se adherían a la humedad de la tela que apenas los disimulaba bajo su desvergonzada delgadez, su vientre embellecido por la suave depresión de su ombligo y los troncos hermosos de sus muslos. Llevaba el cabello recogido en una cola, pero aún así, tan estrafalaria como andaba, se veía tan atractiva y sensual como siempre.
- Buenos días, señora- dije. - Buenos días, pasa adelante y siéntate -me dijo-. Sólo termino de hacer la limpieza y te atiendo.

Entré y me senté en el sofá que me ofreció. Ella cerró tras de mí la puerta que daba a la calle. No sé por qué un escalofrío recorrió toda mi espalda al escuchar el portazo, como una presentimiento de lo que estaba a punto de suceder. A medida que ella dirigía sus pasos hacia dentro de la casa a terminar sus quehaceres, me fue imposible evitar que mi mirada siguiera el balanceo de sus magníficas nalgas al caminar, oprimidas bajo la pequeña prenda de lona, como tampoco pude evitar el fijarme en la forma de sus muslos rollizos y bien formados. "¡Dios mío!, ¡Qué trasero que tiene esta vieja!", dije para mí. Pero una emoción muy íntima me hizo reaccionar. Fue como si de repente sintiera un hormigueo en las manos por deslizarlas sobre los contornos de aquellas carnes morenas, sólo por el gusto de comprobar su firmeza. "¡Idalia!, ¿Qué te pasa?" -me recriminé en voz baja.
Regresó casi a los cinco minutos.
- ¿Quieres algo de tomar?, ¿una gaseosa? -dijo al pasar por la cocina. - No, señora, muchas gracias -le respondí.
Ella se sirvió refresco y regresó a la sala. Se sentó a mi lado, muy cerca y fue directo al grano:
- Díme, ¿qué se te ofrece, Idalia? - Bueno, yo vengo a pedirle un favor... - Tú dirás -enfatizó. - Me aparece reprobada su materia y quisiera saber si se puede hacer algo... no sé, cualquier cosa... -estaba demasiado nerviosa. - Veamos, dame tu libreta -me dijo, tomándola de mis manos en forma despreocupada. - Ah, reprobaste el tercer trimestre, y la Ley de Educación Media dice que, quien lo deja tiene que someterse al examen de reposición.
Eso era precisamente lo que yo no quería: hacer un examen de reposición. Seguí insistiendo:
- Pero usted me puede ayudar, ¿verdad? Con sólo decirle a la secretaria que se equivocó al pasar las notas, ella podría corregirlo y pasarme la materia. - En algunos casos se puede, pero antes de que se entreguen las libretas... a estas alturas es imposible hacerlo. - ¿Por qué? - Porque las notas ya están promediadas y revisadas por el director. Ya no se pueden dar pasos hacia atrás.
El resto de la conversación se fue en este "tira y encoge".
- Por favor, señora. Yo sé que se puede. ¡Ayúdeme! - Lo siento, Idalia. Es un proceso que lleva mucho tiempo y estoy muy ocupada. - Entonces, ¿no puede ayudarme? - No.

La respuesta me sonó tan tajante que la impotencia arrasó la esperanza que hasta ese momento había conservado. Temblándome todo el cuerpo por la desesperación, me puse de pie en un acto involuntario por querer salir corriendo de aquella casa, pero mis piernas no me respondieron y sólo pude llevarme las manos al rostro porque me puse a llorar como... ¡una niña!
Por reflejo, casi maternal, se puso en pie también, me atrajo hacia sí y me abrazó contra su pecho con mucha ternura. Mi cuerpo se estremeció en lo más profundo al contacto íntimo, con aquel cuerpo tibio y vigoroso. Como ella era bastante más alta que yo, podía sentir el aroma tan rico que emanaba de sus senos y cómo sus pezones punzaban deliciosamente la parte superior de mi busto, y ello comenzó a despertar en mí una emoción por completo diferente a las que jamás había experimentado con mujer alguna.. Continuaba sollozando mientras ella acariciaba mis cabellos en un vano intento de consolarme.
No recuerdo cuánto tiempo me tuvo abrazada. Poco a poco mis sollozos se fueron apagando y, cuando por fin se separó un poco de mí, me miró fíjamente a los ojos, como queriendo decirme algo. De pronto me dí cuenta de que su rostro iba acercándose al mío... ¡Iba a besarme! Yo iba a rechazarla de una forma enérgica para hacerle entender que no estaba dispuesta a seguir con aquella situación. Pero sus brazos vigorosos aferraron con firmeza mi cintura y volví a sentir sobre mi pecho el piquete de sus pezones endurecidos y sus pechos que se aplastaron sobre los míos y, por no dejar de sentirlos, no me retiré. Sus labios se juntaron con los míos, su lengua se internó en mi boca sondeando todo su interior.
Luego sus labios deambularon por mi cuello, mis mejillas y mis orejas. Al fin se quedó quieta y me miró a los ojos de nuevo. No era necesario que hablara, yo comprendía que ella me ayudaría con mi asignatura aunque no me le entregara. Pero me sentía aturdida. Era verdad que también yo deseaba probar aquel cuerpo de mujer madura, de mujer casada, profesional de la docencia, ama de casa y madre de familia. Desde el principio del año, mi maestra me atrajo sexualmente, mas nunca quise reconocerlo.

Esta vez sus manos ansiosas habían alzado mi falda y acariciaban con frenesí mis nalgas por encima de mi ropa interior. Un escalofrío tensaba todos mis músculos. Trató de desabotonar mi blusa con mucha premura. Yo detuve sus manos para preguntarle:
- ¿No hay nadie más en la casa señora...? - No te preocupes, estamos solas. Mi esposo va a volver hasta las cuatro de la tarde -hizo una breve pausa y dijo-, y no me digas "señora", dime Dinora y no me trates de "usted"...
Miré el reloj de pared, eran las nueve y media. Sí, teníamos tiempo de sobra.
- Está bien, señora. - Dinora -repuso. - Perdón. Dinora -me corregí. - Vamos -dijo casi como un ruego- desnúdate. - ¿Toda? -pregunté con un asombro casi pueril. - ¡Toda! -exigió.
Lerda y con bastante torpeza fui liberando uno a uno los botones de mi blusa de uniforme y la coloqué con delicadeza en el sillón que estaba a mi derecha. Luego solté mi sostén. En esos instantes me sentía cautivada contemplando mis pechos que, a pesar de ser pequeños, los veía inflamados y tensos. Ella se impacientó y desabrochó mi falda, que fue a dar al suelo dejando descubiertas mis piernas coronadas por una preciosa tanga negra de seda y encaje que rápidamente tuvo el mismo destino.
Entonces se sentó en el sofá, me jaló hacia ella y, para no perder el equilibrio, tuve que posar mis rodillas sobre el sillón y los antebrazos sobre sus hombros. Comenzó a chupar mis pezones y a lamer mis pechos y mi vientre con desesperación. Yo me estremecía cada vez más mientras sus manos recorrían mi cuerpo desnudo, mi espalda, mis pechos, mis nalgas, mis muslos.
Introdujo el dedo más grande de su mano derecha en mi boca y me dijo que lo empapara en saliva. Lo hice, sin saber la intención de aquello hasta que sentí que algo romo y húmedo punzó mi ano tratando de introducirse en él. Debido a la lubricación, la falange entró completa con poca dificultad en mi recto, lo que me produjo un delicioso dolor, haciéndome arquear la espalda hacia atrás. Pasada la sensación dolorosa, lo que vino fue un placer que no puedo explicar con palabras. Y para rematarme, empezó a mover el dedo, hurgando profundamente. Aquello me produjo una excitación tremenda. Cuando al fin sacó su dedo sentí un gran alivio y, a la vez, unas inmensas ganas de sentirlo otra vez dentro de mí.
En este punto, se despojó de lo único que simbólicamente nos separaba ya: su ropa. Deshizo el nudo de su blusa y la lanzó tras el sofá. Al hacer esto, sus pechos morenos coronados por dos oscuros pezones rabiosamente erguidos, quedaron liberados de la tensión a la que estaban sometidos y se sacudieron con un excitante temblor. Luego, en un solo movimiento, se quitó el hot-jeas y la tanga roja.
Dinora era una mujer de 31 años, de estatura mediana, bonita y con un cuerpo muy bien formado. Sin ropas, se veía un poco más "rellena" de lo que era en realidad; sus hombros parecían más anchos, sus muslos más redondos y por lo tanto más apetecibles, pero sobre todo me llamaban la atención sus pechos, morenos, voluminosos, y tan cerca de mis manos que podía acariciarlos con sólo alzarlas. Ella era mucho más corpulenta que yo, la diferencia entre nosotras era muy evidente e imaginé que yo llevaba mucha desventaja en aquella carnicería sensual que estábamos a punto librar.


Me acostó con delicadeza en el sofá y su boca atrapó la mía con más lujuria, bajando por mi cuerpo besando mi cuello, mis pechos, mi vientre, la cara interna de mis muslos... hasta que llegó a mi sexo, bañado en las secreciones que ella misma me había provocado con sus caricias y sus manoseos. Su boca se apoderó de él con una sabrosa succión. Explorada por su lengua, mi vagina se contraía de una forma deliciosa, haciéndome gemir una y otra vez. Luego fue introduciendo un dedo en ella y volví a estremecerme con gran placer.
- ¡Uhm! -dijo- estás bien estrecha. Vas a gozar mucho de esto. - ¡Sí, sí! -alcancé a balbucear. - Ahora estoy metiéndote otro dedo, ¿lo sientes? - ¡Ajá!
De verdad, el dedo índice y medio de su mano derecha había invadido mi cavidad vaginal. Era delicioso.
- Bien, ahora voy a introducirte otros dos dedos...
Esta vez, mi vagina se ensanchó al máximo cuando las falanges se deslizaron dentro de mí. La sensación se hizo exagerada cuando mi umbral íntimo fue traspasado y sentí un intenso dolor entremezclado con un extraño y enorme placer.
- ¿Qué sientes? -preguntaba, al tiempo que revolvía los dedos una y otra vez dentro de mi sexo. - Rico, rico....-gemía yo.
Entonces empapó sus dedos con saliva y, con ellos, jugó con mi clítoris por largo rato. Otro dedo había irrumpido en mi ano de nuevo. El placer se me subía al cerebro en oleadas cada vez más frecuentes y contínuas. Ella se dio cuenta de esto y volvió a chuparme el sexo para que yo alcanzara el orgasmo por medio de su boca y su lengua. Hasta que un escalofrío sorprendente recorrió como un relámpago mi espalda. Me estiré al máximo con una sacudida violenta y lancé un gemido largo y encantador. Usando sólo las manos y la boca, me había provocado un orgasmo incomparable e infinito. Uno de los más maravillosos de mi vida.
Pasados unos minutos, cuando las fuerzas empezaron a regresar a mis músculos, sentí algo así como la necesidad de besar todo su cuerpo, de penetrarla como fuera y por donde pudiera, en fin, de hacerla mía. No sé cómo pude, pero logré voltear aquellas ciento cuarenta libras de hembra formidable y dejarla debajo de mí. Bajé hasta sus senos, de los cuales se posesionó mi boca hambrienta. Me excitaba mucho que gimiera en voz alta cuando lamía sus contornos o mordía sus pezones.
Fui bajando poco a poco hasta que llegué a su región inguinal. Ella abrió las piernas casi a ciento ochenta grados para mostrarme su vulva abierta, abultada y mojada. Quedé como extasiada por un momento al observar la gran cavidad que tenía en medio de las piernas. ¡Qué lujuria sentí al ver su enorme torta tan cerca de mi cara! No pude reprimir el impulso y literalmente sumergí mi rostro en la enorme rajadura. Quiso revolver su cuerpo pletórico, pero yo la sujeté con fuerza por los muslos. Yo quería con desesperación que mi lengua penetrara hasta lo más hondo de su vagina, lamiendo las paredes, húmedas y oscilantes. Busqué su clítoris, lamiéndolo y chupándolo cuanto quise. Esto la hacía erizarse como una loca. Es increíble que una chica tan pequeña y frágil como yo estuviera dominando sexualmente a aquel poderoso conjunto de curvas que me aventajaba por mucho en años, peso y experiencia.

- ¡Espera, mi amor, vamos a cambar de posición -me dijo, después de unos minutos. Y se volteó de espaldas a mi, las rodillas en el sofá y los antebrazos en el respaldo de éste, las piernas abiertas en un ángulo recto, mostrándome sus nalgas morenas-. Vamos, amor... ¡Bésame el culo! -me pidió.
Sin pensarlo mucho, metí mi boca en medio de sus nalgotas inmensas en busca del hoyito y lo empecé a lamer por todo su contorno. Pronto me dí cuenta de que sus dos orificios perineales estaban bajo control de mis manos. Mojé un dedo con saliva y lo fui introduciendo en su culo; se estremeció un poco pero no como yo esperaba. Gemía con encanto y sensualidad, eso sí, pero no era suficiente para mí. Empapé los dedos índice y medio de ambas manos y fui metiéndolos uno a uno. Pronto las cuatro falanges desaparecieron dentro de su conducto anal; ella se revolvía cada vez que su ano se ensanchaba más y más. Ya no era el diminuto agujerito de momentos antes, sino un inmenso agujero tensado por la fuerza que ejercían mis dedos sobre sus paredes.
Ahora sí se estremecía como yo quería.
- ¡Aaahhhyyy! -gritaba- ¡Qué rico!, ¡así, así! No pares, no pares...
Mientras mis dedos seguían atenazados por su ano, mi boca continuaba aprisionando su vulva. De pronto comenzó a revolverse como no lo había hecho hasta entonces y a gemir con tanto escándalo que debieron enterarse todos los vecinos de la cuadra. Su vagina empezó a contraerse con más rapidez y a manar con cierta abundancia un líquido que, por el éxtasis del momento, me supo a miel. Me dí cuenta que le había ocasionado uno de los orgasmos más fabulosos que aquella hembra formidable y experta había conseguido.
Cuando saqué los dedos de su trasero, se desplomó boca abajo sobre el sofá y yo me recosté amorosamente sobre su espalda ancha y desnuda. Yo podía sentir que aquel cuerpo sudoroso, aquella mujer de carnes espléndidas y curvas pletóricas que estaba debajo de mí, me pertenecía por completo.
Luego de un rato, recordó algo y preguntó de repente: - ¿Qué hora es? - Las diez y cinco -dije, viendo mi reloj de muñeca. - Tengo que bañarme para ir a traer la niña al colegio. - Está bien, yo ya me voy -dije.
Pasé Letras I con notas excelentes ese año.