lunes, 25 de enero de 2010

Alicia mmm¡¡¡

Hace tiempo que la conozco, en la actualidad tiene 19 años y está recién casada. La conocí desde que ella era estudiante de secundaria, vive en una colonia aledaña a donde yo vivo y su familia y la mía se conocen desde hace un buen de tiempo.

Alicia es delgada, de buenas nalgas, senos pequeños, blanca y de pelo rizado, tiene ojos claros y una boquita deliciosamente mamadora. Hace unos días la encontré en el super ya que, generalmente, yo me encargo de las compras y ella andaba en lo mismo, al verla de lejos y reconocerla, me acerqué saludarla, ella me correspondió al saludo con un beso en la mejilla y mientras hacíamos las compras platicamos de algunas boberías y de nuestras respectivas parejas. Me comentó que se sentía decepcionada de haberse casado tan joven porque su marido casi no la dejaba salir y que era muy celoso, al verla tan atractiva con minifalda, blusa escotada y medias muy transparentes, pensé que era imposible no celarla y cuidarla pues se veía muy hermosa y deseable, de hecho, tenía el pito bien tieso pensando en lo que podría hacer con ese cuerpo y esa boquita. Ya para despedirnos le dije de repente y, lo confieso, deseando que aceptara:

- Pequeña, ¿Te gustaría salir conmigo a comer o a tomar un trago uno de estos días?
- ¡Si, claro!... pero debo hacerlo un día que no esté mi esposo para poder salir a gusto.

Decidimos ponernos de acuerdo, le dejé el teléfono de mi oficina para que me llamara en cuanto pudiera y como a los tres días, recibí su llamada. Recuerdo que era viernes y me comentó entusiasmada que su esposo, por cuestiones de su familia que vive en Morelia, debía salir todo el fin de semana y regresaría el martes siguiente. Esta situación nos permitió acordar nuestra cita para ese mismo día por la noche, me comentó que me llamaría al móvil para avisarme cuando su marido ya se hubiese marchado y que en un lapso de tres horas después debería recogerla en determinado lugar, así lo hicimos y como a las nueve de la noche ya la estaba recogiendo.

La imagen que vi me dejó turuleco, vestía de manera muy provocativa, zapatillas de color azul claro, mini-vestido del mismo color, medias blancas, el pelo suelto y con un maquillaje muy tenue que resaltaba la belleza de su cara. La saludé con fuerte abrazo, un beso casi sobre la boca y unas caricias un tanto atrevidas sobre sus caderas. Notando que no oponía resistencia, la tomé por la cintura, nos subimos a mi auto nos dirigimos a un bar del centro de la ciudad. Al llegar, algunos clientes voltearon a ver a mi linda acompañante y no faltó un discreto silbido, nos sentamos en un apartado, uno al lado del otro y pude ver a la tenue luz del bar, cómo su mini-vestido se recogía sobre sus piernas y noté que sus medias estaban sostenidas por un liguero bastante sensual, de encaje.

Pedimos unas copas y mientras yo pensaba en la forma en que la abordaría para poder seducirla, aunque mis chaquetas mentales, después descubrí, no eran necesarias pues ella estaba decidida a darme todo lo que yo quisiera. Entre bromas y risas fuimos consumiendo algunos tragos más, ya un poco achispados nos acercábamos y nos abrazábamos sin mucho recato ya que estábamos en un lugar en donde ese tipo de cosas no escandaliza a nadie, al menos, eso creo. En determinado momento me dijo que iría al tocador, ese abandono momentáneo lo aproveché para acomodarme la pinga, pues estaba muy incomodo por la erección tan fuerte que estaba experimentando. Cuando ella regresó, sin más ni más, se sentó en mis piernas y me dijo, casi mordiéndome una oreja: ¡Estoy ardiendo, me encanta estar contigo, nunca había salido a un sitio como este, gracias por traerme!

Esta reacción de Alicia, me dio la pauta que esperaba y tomándola por las caderas, le acaricié discretamente sus piernas, ella entrecerró los ojos y permitió mi avance lento debajo de su vestido, sentir la suave calidez de esos muslos deliciosos me provocó dolor en los testículos y la verga, seguí mi avance debajo de su ropa y al momento de llegar a tocar su puchita, ella me entregó sus labios en un beso tan candente que sentí que me venía ahí mismo. Traté de tranquilizarme y retirándola de mis piernas, pedí la cuenta, pagué y salimos abrazados de ese lugar y nos dirigimos a mi departamento de solterito. Al llegar, solamente encendí una luz de pedestal para poder mantener la cachondería que nos llenaba a ambos, nos pegamos en un apretado abrazo y mientras nos comíamos a besos mis manos se regodeaban con sus nalguitas, le levanté el vestido y mi dedo medio servió de guía a mi mano derecha que se introducía entre sus nalgas toqueteándole el culito y todo lo demás.


Alicia gemía como una perra en celo y afanosamente trataba de abrir mi pantalón; cuando alcanzó a abrir mi bragueta, metió su manita caliente entre mis calzones y tomó el tronco que tenía oculto ahí. Por un momento la dejé hacer lo que estaba haciendo, después la retiré y la volteé de espalda, la llevé hacia un sillón y la acomodé de tal forma que su culito quedara levantado, me quité completamente el pantalón y demás ropa, ella movía de un lado a otro sus caderas, le subí el vestido y pude apreciar una tanga blanca de encaje y sus medias sujetas por el liguero, al acariciarla sentí la tersura y calidez de su cuerpo. Me incliné un poco atrás de ella y mi lengua se incrustó entre sus nalgas, aún sin quitarle la tanga, lamí y mordisquee todo lo que pude, Alicia abrió sus piernas y se agachó más, esto me permitió llegar a su puchita, me puse de rodillas completamente y sobre la tanga, le propiné una serie de mordidas mas o menos fuertes pero sin llegar a dañarla, ella gimoteaba más fuerte cada vez y con una mano, se empezó a liberar de su tanguita, le ayudé a quitársela y al fin pude ver completamente esa panocha tan rica que se me estaba ofreciendo.

Al tenerla sin calzones y agachada, pude acomodarme mejor detrás de ella y mi lengua y labios empezaron un trabajo de chupeteo riquísimo, se arqueaba, se retorcía, gritaba pero no cambiaba de postura, esta sesión de lengüeteo y mordiscos logró que mi deliciosa amante llegar a un orgasmo fenomenal, sus espasmos acompañados de agonizantes gritos me indicaron el momento en que se venia a raudales, pegué mi boca con mas fuerza a su panochita y sorbí su caliente humedad hasta la última gota recorriéndole con deleite hasta su rosado culito que se estremecía con cada lengüetada que recibía.


Para esos momentos, mi pene ya era un brasa ardiente y doloroso, sentía la enorme necesidad de metérselo todo para saciar mis ansias pero, con todo y mi deseo incontenible, la dejé reposar un momento acariciando suavemente sus nalgas y su rajadita húmeda. Me puse de pie, la coloque de frente a mí y nuevamente nuestras bocas se juntaron en un apasionado beso, mis manos buscaban, temblorosamente, la cremallera de su vestido y al ir quitándoselo, pude apreciar sus senos pequeños y rosados sin sostén, los pezones se erguían retadoramente y debido a su acompasada respiración subían y bajaban provocadoramente. Mi mano derecha se acomodó sobre una de sus chichitas y la otra se deslizó sobre su calientita rajada, esto ocasionó que mi pequeña putita iniciara un nuevo jadeo entrecortado y lujurioso. Tenerla desnuda, solamente con medias, liguero y zapatillas era algo más que un sueño hecho realidad, era divinamente celestial y sus gemidos eran música para mis oídos.

Al poco tiempo de estar jugueteando con su panochita, su culito y sus senos, la llevé a otro sillón mas largo, le pedí que se recostara utilizando de cabecera uno de los posa-brazos, al hacerlo, me coloqué frente a su cara y le ofrecí mi caliente verga mientras con una mano le seguí tocando su pucha y sus chichitas, ella se acomodó mejor y tomando con una de sus manitas mi tronco, lo empezó a lamer delicadamente, mis dedos seguían hurgando el interior de su rajadita y observaba como su lengua caliente recorría, desde los testículos hasta la cabeza, todo mi pito. Le dije que se lo metiera en la boquita y ella no lo dudo, abriendo lo más que podía sus labios, lo engulló casi todo, mis dedos continuaban introduciéndose en su cosita y empecé el movimiento de mete y saca dentro de su boca, la tensión que se había acumulado en todo mi cuerpo estaba por reventar y no dudaba en que me vendría dentro de su caliente boca. Intenté contenerme lo más que pude y contrayendo el ano lo logré en gran medida por unos dos o tres minutos, esta acción me permitió disfrutar al máximo la mamada que mi putita me estaba dando. Después de unos momentos, al sentir que no podría contenerme más, le introduje lo mas que pude dos dedos en su cosita caliente, le frote con intensidad interior y con un espasmo doloroso y un gemido ahogado, descargue una generosa ración de esperma en su boca. Ella se aferró a mis caderas y sin soltar media verga se tragó lo más que pudo de mi leche hirviente, le sujeté el pelo y con palabras un tanto duras la seguí follando hasta que terminé de arrojar toda mi carga de esperma. Un hilillo le escurría por la comisura de su boca y mirándome juguetona, me dijo que quería más.

La tomé de las manos y la llevé al baño, nos metimos bajo la ducha y delicadamente le di un delicioso baño. Lavé con suavidad sus senos, su puchita y su culito, le mordisqueaba las orejitas y el cuello, después, ella se sentó en un banquito de baño y amorosamente me lavó la verga y los testículos, me chupeteo nuevamente de tal manera que, en poco tiempo, estaba listo para seguir cogiéndomela. Como es una chavita mas bien chaparrita, no me costó trabajo levantarla en mis brazos y llevarla a la recámara, la coloqué en el suelo y sequé su hermoso cuerpo con una gran toalla, tomé un tarro de vaselina perfumada y la embadurné toda, desde los dedos de sus pies hasta su cuello y carita, ella se dejo hacer. Pasaba uno de mis dedos constantemente en su culito y se lo oprimía, al sentir esto, ella gemía y se reía preguntándome que qué es lo que me proponía, lo sabía bien, pero su juego lograba que la cachondería regresara a nuestros cuerpos con más fuerza.

Después de esto, fue Alicia quien me cubrió de vaselina el cuerpo y tentadoramente masajeaba mi verga llenándola desde la base hasta la punta, sospechaba que yo quería penetrarla por el culo pues se esmeraba en dejar muy lubricado mi pito. La llevé a la cama y sentándola en el borde la recosté haciendo que sus piernas se levantaran y quedaran sobre mis hombros, me acerqué a su cara y la besé mientras buscaba su raja con la punta roma de mi miembro, al notar mis esfuerzos, tomó el tronco ardiente y lo encamino con dulzura a su rajadita. Teniéndola de patitas al hombro fue relativamente fácil introducirle toda la verga. Empezamos con lentitud y suavidad, mis metida eran lentas y firmes, ella cerró los ojos y cruzó las piernas en mi espalda, sus gemidos ahogados llenaban la habitación, poco a poco mis movimientos se hicieron mas rápidos y rudos, ya no gemía, gritaba como desesperada pidiendo mas verga, retorciéndose experimentó otro orgasmo descomunal, sentí como sus jugos mojaban mi pene y se escurrían por su entrepierna, seguí empujándole el pito mientras terminaba de venirse, al concluir, relajó las piernas, las dejó resbalar hacia el suelo y mi dura y caliente verga quedo fuera de su cosita, me incliné sobre ella y lamí sus juguitos, metí mi lengua lo mas que pude en su raja, se retorcía y reía mientras yo me deleitaba con el sabor salado de su orgasmo.

Al terminar de limpiar su cosita, levanté nuevamente sus piernas pero sin ponerlas en mis hombros, sosteniéndolas con mis manos le lamí su culito rosado, respingó al sentir mi lengua sobre su hoyito, seguí en esta forma por un momento hasta que quedó bien lubricado, la levanté, la puse agachada contra la cama y abriéndola, le metí de un golpe el pito en su pucha, gimió y me dijo que fuera suave porque así le dolía, eso me encendió aún más y en vez de contenerme arremetí con mas fuerza mientras le decía que a las putas como ella se les trataba de esa manera, no se quejó más, solo gemía, se levantó y se sacó la verga, esto me desconcertó pero ella se encargó de tranquilizarme ya que lo que pretendía era montarme a mí, me empujó sobre la cama, se paró abierta sobre de mí y poco a poco se fue sentando en el tronco de mi pene, sentí como se ensartaba ella sola y haciendo círculos, intentó hacer que llegara yo al orgasmo, esta postura me permitió aguantar un tanto más que la primera vez, ella intentaba a toda costa conseguir su fin, me divertí y gocé sintiendo su caliente raja sobre mi verga.

Con un empujoncito la derribé sobre la cama, la puse boca abajo, le coloqué un cojín bajo su pubis y logré que su culo quedara levantadito, le abrí las piernas y recostándome sobre ella, le empuje nuevamente la verga, gimoteó pero no se quejó y el mete y saca que empecé me prendió más, la fui jalando hasta colocarla de a perrito, mis manos la tomaron de sus chichitas mientras le atravesaba su cosita, le saqué la verga y le lamí la panocha y el culo como si fuese un perro en celo, me coloqué otra vez en posición y agachándola contra la cama, deje su culo abierto, dos o tres lengüetazas más y le coloqué la punta de la verga, ella trató de incorporarse pero yo la obligué a que se mantuviera en pose, empujé con fuerza tratando de romper ese culo rico, ella gemía y pedía que no lo hiciera, la volví a insultar diciéndole que putas como ella debían sentir la verga por todos lados, seguí empujando pero me era muy difícil entrar, la paré, vi que lloraba un poco, la recargue contra la cama y le di la verga para que me la chupara un poco, ella sabía que no cedería en mis intentos y llenó lo más que pudo de saliva la cabeza morada de mi pito, se lo saqué de la boca y se lo coloqué en el culito nuevamente, un empujón bastó para que, con un grito feroz, ella recibiera en sus entrañas la mitad del pito.

Me detuve un momento para dejar que su cuerpo se acostumbrara al grosor de la verga, no se movía , le metí otro tanto el pene y volvió a gritar pero con menor intensidad, me sorprendió de momento porque ella, en un reculón dado a propósito se ensartó toda la verga, volteó a verme y de sus ojos escurrían lágrimas pero aun así sonreía satisfecha, quedamos empalados los dos por un momento más, le acaricie las nalgas, las tetas y la espalda mientras le sacaba un poco el pito, ella se movió y volví a enterrárselo todo, sólo pujó un poquito, se lo saqué nuevamente a la mitad y fue ella quien, nuevamente, , se volvió a ensartar. Empezamos el mete y saca lentamente, seguía llorando pero ya no se resistía, disfruté al máximo al enterarme que yo era el primero que le metía la verga en su rosado y apretado culo, me decía gimiendo que le dolía mucho pero que siguiera, que sí era una puta y que deseaba que la tratara como tal, que era una perra deseosa de verga, que le rompiera bien el culo.

Sus palabras me incitaron a seguir follándola por el ano con mas fuerza, sus gritos se convirtieron en gemidos agónicos, ya no lloraba sólo gemía y gemía. Sentí que el próximo orgasmo de ella estaba a punto de llegar pero yo quería también terminar, así que le saqué toda la verga y se la introduje dentro de su cosita ardiente, se contrajo con fuerza y llegó al final, al sentir su flujo orgásmico no me contuve y a riesgo de lo que pasara, eyaculé con potencia dentro de su panochita caliente, se retorció más y no intentó separarse de mí, se fue doblando sobre la cama y yo seguí detrás suyo, mi verga quedo guardada dentro de su puchita mientras los espasmos de placer y los últimos restos de semen quedaban adentro de mi hermosa y ardiente puta.