domingo, 11 de octubre de 2009

Danzando

Después de un par de copas, te encuentras desinhibida, Me pregunto si serias capaz de bailar delante de mí, mientras estamos aparcados en un lugar perdido. Tu danzando delante de los focos del coche jugando a ser lo tu imaginacion te indeque.
Sinceramente, tú no nesecitas imaginar por que tú eres una preciosidad por la cual he perdido la cabeza. Una chica que ahora, sin que yo le diga nada, está siendo una autentica ninfa dentro de mis fantasías.
Me encanta verte jugueteando con tus cabellos, con tu melena, levantándola por encima de tus orejas y dejándola caer, girando sobre ti y mirándome a través del cristal del coche. Eres tan autentica, tan única, tan maravillosa. Te apoyas sobre el capó del coche y sonríes. Esa sonrisa es maliciosa, pervertida. Te apartas a saltitos un par de metros. Justo lo necesario para verte de pies a cabeza. Te has quedado de espalda y toda tu figura crea una sombra gigantesca contra la pared. Hermosa sin duda la escena que tengo delante. Ojala tuviera una cámara para plasmar este momento.
Empiezas a moverte, a danzar nuevamente, mientras te vas desnudando frente a mí. Vas lanzando la ropa, de un lado a otro, algunas encima del coche. Te gusta provocarme y sabes que lo consigues, aunque sea sin desnudarte, con tu sola presencia, con tu suave voz.
Te das la vuelta, no te queda nada arriba, salvo el sostén medio descordado. Me acerco hacia delante, tu hacia el coche. Sonríes y haces carita de niña inocente. Me gusta, eres tan camaleónica que me atraes todavía más.
Estiras los brazos, los sostenes desde ese ángulo de visión siguen protegiendo tus pechos de mi mirada. Los acercas, los alejas, me dejas entrever algo, pero nada más allá de lo que tú quieres que vea. Te acercas hasta mi ventanilla. Sinuante, sexy, erótica, diablesa que eres. Dejas caer la prenda de ropa y apoyas tus pequeños y preciosos pechos contra el cristal. Si te pudiera tocar, pero no lo puedo hacer, sabes bien el porque, no me lo digas, no me lo niegues, rompería la magia del momento. Debo esperar. Te vuelves a alejar, jugando, contorneándote, libre de cualquier atadura que te han dado los hombres desde los inicios. Eres libre, desnúdate para este que ahora es tu esclavo en esta noche de sombras.
Sigues danzando, y oigo en la lejanía un coche pasar. Las luces van llegando y salgo a prisa a abrazarte por este regalo que me has dado, por este momento íntimo. Te llevo hasta el coche que te ha inspirado. Recojo tus prendas. Recuerdo como te las has quitado y entro en un bucle de fantasía sexual, arrogante, dominante, y te las entrego sumiso, entregado a ti.

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