viernes, 15 de enero de 2010

Cambio

La lujuria había crecido entre nuestros vecinos y nosotros, cada vez que salíamos yo no podía apartar mis ojos de las piernas de Beatriz, y al parecer ella no le importaba ya que cada vez que salíamos, se colocaba prendas muy sensuales, además, ella disimuladamente dejaba ver sus bragas. Al parecer, mi mujer también hacía lo mismo, ya que cuando salíamos con nuestros vecinos, se ponía los vestidos más cortos de su closet, además de bikinis muy diminutos.

Una noche, nuestros vecinos nos invitaron a celebrar un ascenso en el trabajo de Carlos, iríamos a comer a un restaurante y luego seguiríamos en su casa, Teresa se vistió muy sensual pero a la vez muy elegante, llevaba un vestido largo con un gran escote que le permitían ver el nacimiento de su grandes tetas, nos reunimos con nuestros vecinos a la hora indicada, Beatriz estaba bellísima, llevaba un vestido largo con trasparencias, ceñido al cuerpo el cual dejaba ver muy bien sus atributos, los hombres vestíamos elegantemente pero nada extravagante. Nos fuimos los cuatro al restaurante, íbamos en el carro de nuestros vecinos, hablábamos de cosas triviales hasta que llegamos al sitio, luego de pedir una botella de vino como aperitivo, pedimos la cena, la cual paso sin mayores detalles, después de algunos tragos y risas nos marchamos a casa de nuestros vecinos donde seguiríamos celebrando.

Ya las caras de Carlos y Beatriz estaban sonrosadas y sus ojos les brillaban, Teresa y yo no estábamos tan prendidos, ya que habíamos tomado menos que ellos, de hecho, yo no acostumbro a beber tanto. La bebida les había empezado a hacer su efecto, cuando llegamos a casa de nuestros vecinos nos sentamos en el sofá los cuatro, Carlos, Beatriz, mi persona y Teresa, en ese orden, el muslo de Beatriz estaba pegado al mío, dejándome disfrutar de su calor, yo tenía los ojos clavados en su escote, disfrutando de sus tetas, no sé si consciente o inconscientemente, mientras la conversación se iba dirigiendo hacía el tema del sexo. Carlos y yo no paramos de echarles piropos a nuestras mujeres, fue Carlos el primero que inició la conversación, cuando ya el tema de sexo estaba bastante fuerte, y habló sobre el video que habían hecho el y su esposa, agregando además: ¡y por cierto el de ustedes quedó muy bien!, diciendo Beatriz: ¡si, es verdad, nos hicieron estallar de la calentura cuando lo vimos!, yo conteste: Bueno, la verdad es que lo preparamos para ustedes después de ver el suyo, el cual nos encantó, ellos se miraron a la cara y dieron una sonrisa.

Ya habiendo dejado atrás cualquier tipo de tabúes entre nosotros, hablando un rato sobre los videos, sobretodo lo que sentimos al verlos a ellos follando, salió el tema del intercambio de parejas, Carlos y yo éramos los que más opinábamos acerca del tema, diciendo que habían parejas que se citaban con otras parejas por Internet y que hacían el intercambio, ellas intervenían de vez en cuando con comentarios jocosos, hasta que Beatriz añadió que no le importaría cambiar por una noche a su marido, ya que se tenían suficiente confianza y eran de mentes abiertas, claro siempre y cuando conociera bien a la otra pareja, mi mujer contestó algo parecido y ni corta ni perezosa, rodeó con sus brazos el cuello de Carlos y le dio un sonoro beso en la mejilla.

Después de esto, pusimos música y saqué a bailar a Beatriz, ella se pegó a mi cuerpo como si yo tuviera imán, podía sentir sus grandes tetas, sentía sus tiesos pezones clavados en mi pecho, pero lo que más me sorprendió, fue cuando empezó a besarme suavemente las mejillas, acariciándome el pelo. No pude contenerme más, le acaricié el pelo, pasé mi mano por su cintura y bajé hasta sus nalgas, que eran firmes como roca, ella me pasó sus brazos sobre mis hombros, nos miramos a los ojos y nos besamos apasionadamente, mi lengua exploraba su boca con ansiedad, y mordisqueaba su lengua, ella me respondió con la misma pasión, nuestras lenguas se encontraron casi entrelazándose entre sí, abrí los ojos para ver que hacía mi mujer, y vi que ella y Carlos tampoco perdían el tiempo, bailaban y restregaban sus cuerpos el uno contra el otro, Carlos la tenía cogida por las nalgas, mientras la estaba besando. No me molestó lo que veía, ya que estaba haciendo lo mismo con su mujer, pero lo que me hizo perder el control, fue cuando Beatriz me empezó a besar el cuello, bajando por el pecho, luego se arrodilló frente a mí y pasó su mano por encima de mi paquete, y de pronto sacó mi verga del pantalón.

El contacto de su mano acariciándome el capullo, me hizo estremecer de gusto, enseguida se me paró toda, mientras ella me tocaba, le fui metiendo mano por su escote y tuve mi primer contacto con sus tetas, fue espectacular, se la empecé a masajear mientras ella desabrochaba su propio vestido para quedar en ropa interior, a los pocos segundos, la dirigí hacia el sofá y caímos los dos excitados al máximo, me sacó la camisa y los pantalones quedando solo en interiores, ella se tumbó sobre mí y con su lengua fue deslizando desde mi cuello a mi ombligo, mi verga cada vez estaba más dura, entonces vi que Carlos le había metido la mano por debajo del vestido a mi mujer y le tocaba sus nalgas y el coño, Teresa no lo pensó dos veces y le bajó el cierre del pantalón, se arrodilló y se tragó la polla de Carlos hasta la garganta, le estaba haciendo una mamada increíble, por lo menos eso supuse, porque Carlos solo miraba al cielo y colocaba sus manos sobre la cabeza de mi mujer, Beatriz estaba muy excitada y bajé la mano hasta su coño, sus piernas se abrieron y dejó su clítoris a mi disposición, le pase mi lengua por toda su raja y le hacía pequeños círculos en su clítoris, le metí un dedo en su ya mojado sexo sin dejar de pasarle la lengua por su clítoris, lo cual la hacía gemir y no paraba de moverse, su sexo además de mojado, estaba riquísimo, entonces me dijo que si no paraba iba a correrse.

Dejé de tocarla y le dije: ¡Vamos perra, arrodíllate, ¡quiero que te comas mi verga!, no se hizo rogar, la cogió con una mano y fue pasando la lengua lentamente por mi hinchado glande, mi miembro temblaba de gusto, mientras me la mamaba, con la otra mano se estaba haciendo una paja, la hice levantar, me senté en el sofá, le di un beso y lentamente la hice sentar encima de mi dura verga, la muy zorra debía estar muy caliente, ya que empezó a follarme como una loca, se levantaba al máximo y se dejaba caer clavándosela hasta el fondo, yo mientras tanto masajeaba sus grandes tetas, aceleró sus movimientos y se puso a gritar que se corría. ¡Me corro, Vaya si se corrió!, parecía que se hubiera orinado, de los fluidos que le salían, ya no podía más, y cuando terminó de correrse, le dije que quería correrme en su boca, mi querida vecina se arrodilló y me la meneó con rapidez y maestría, de pronto, le solté toda la carga de mis bolas, tenía tanta leche que no le daba tiempo a tragársela, nos sentamos en el sofá a descansar y lo que vimos nos puso calientes.

Carlos había colocado a mi mujer a cuatro patas como una perra, y se la estaba follando por el culo, la muy zorra ni gritaba, solo gemía y decía que le daba un gusto tremendo, Carlos aceleró la follada y por sus convulsiones supimos que se estaban corriendo los dos a la vez, mi mujer se levantó y se acercó a mí para darme un beso en la boca, pude ver como la leche de Carlos le resbalaba por los muslos, más tarde y una vez recuperados, por supuesto ya libres de tabúes y complejos, nos fuimos a la habitación y volvimos al ataque, lo que había pasado era solo el principio, de lo que vendría, todavía faltaba algo que me sorprendería aún más, nos besábamos apasionadamente hasta que poco a poco nos fuimos poniendo calientes, Beatriz sorpresivamente le dio un beso a mi mujer, y sin darle tiempo a decir nada bajo y empezó a comerle el coño. Teresa no paraba de gemir y dijo: Así Beatriz, que gusto, es la mejor comida de coño que me han hecho nunca, oh, que bueno, que bueno, Ah, Ah.....

Por lo visto era una experta, porque al poco rato mi mujer se corrió, pero la muy perra quería más, Carlos y yo estábamos empalmados y listos para participar. Tumbamos a mi mujer en la cama y Beatriz le comía el coño, Teresa parecía una fuente, nunca la había visto así, mientras tanto, Carlos le puso su verga en la boca y Teresa se la mamaba, ella la chupaba como si fuera una chupeta, yo luego de ver por unos segundos esa excitante escena, y viendo que el culo de Beatriz estaba libre le pasé la lengua para lubricarlo un poco y le fui introduciendo, primero un dedo y luego dos, cuando creí que estaba preparada, apunté la verga hacia su agujero y lentamente se la fui clavando, primero hasta la mitad, después hasta lo último, y comencé a bombearla con toda mis fuerzas, podía sentir mis bolas chocando en su coño, Beatriz solo gemía pero no paraba de comerle el coño a mi mujer, estábamos todos enloquecidos y muy calientes, pero Carlos y yo, retardamos nuestra corrida todo lo que pudimos, cuando acabamos él y yo estábamos agotados, pero las dos mujeres querían más, Beatriz dejó el coño de mi mujer y mirándola le dijo: Querida, quiero que ahora me comas el coño tu, y quiero que me limpies el culo que está rebosante de la leche de tu marido.

Pensé que Teresa se resistiría, era la primera vez que se comía un coño, pero me equivoqué, colocó a Beatriz en el lateral de la cama y con los pies tocando al suelo, se arrodilló, le abrió bien las piernas y restregó su cara por el coño húmedo de Beatriz, ella dio un brinco y le cogió la cabeza a mi mujer, la guiaba por donde ella quería y le iba diciendo que no tuviera prisa, que se la "comiera" lentamente. Por lo visto, Teresa lo hacía bien, porque Beatriz le soltó la cabeza y empezó a arquear la cintura y a gritar que se corría, entonces mi mujer, le levantó las piernas y cuando Beatriz ya se había corrido, recogió todos los jugos de mi vecina y la leche que salía por su culo y lo limpió bien. Bueno, así terminó esa noche, estábamos los cuatro tirados en la cama exhaustos de la follada que habíamos dado, espero que les haya gustado y será hasta la próxima.