lunes, 14 de septiembre de 2009

Mi hermanito

Quiero contarlos una aventurilla que tuve el verano pasado con mi hermano. Yo nunca imaginé que acabaría prendada de mi hermano pero las circunstancias fueron ocurriendo y ahora me veo en esa situación. Sé que hay muchos hombres en el mundo y que sería más fácil cualquier otro, pero quizá precisamente por eso se le añade un componente de morbo más fuerte y se dan situaciones de mayor intensidad. Pues eso me ocurre a mí, mi hermano me da un morbo tremendo, pienso en él y me pongo caliente. La primera vez que me fijé en él fue porque se dio una situación muy morbosa, estábamos en casa de mis padres y yo llegué a hacerles una visita. llegó mi hermano y se metió en su cuarto sin apenas saludarme. Fui detrás y me metí en su habitación a hablar con él y a ver cómo le iba, y nada más entrar me contó que había ido a comprarse bañadores y comenzó a probárselos. Yo entré, le di dos besos, me senté en la cama, y como él me seguía hablando se dio un momento que no supe si irme o quedarme, pero el tío se quitó la ropa y no me dio tiempo ni a pensármelo, y todo esto con la puerta entreabierta. Estaba mi madre en el salón hablando con más familiares y yo en la habitación de al lado con la cara colorada y enfrente el niño completamente desnudo delante mía, se me puso el corazón a mil. Además yo no había visto nunca desnudo a mi hermano y cuando vi el aparato que tenía me quedé con la boca abierta. Si no hubiese llegado de la calle habría pensado que momentos antes se estaba haciendo una paja porque lo parecía: la tenía igual de grande que un hombre normal empalmado, pero colgando hacia abajo, por lo menos quince o diecisiete centímetros de largo, y la tenía tan ancha que parecía que estaba hinchada. Imaginarme allí sentada viendo a ese chico quitándose el bañador, poniéndose otro, quitándose el bañador, poniéndose otro... acabé malita de los nervios. No sé si estaba más nerviosa porque pudieran entrar mis padres o porque se siguiera quitando el bañador, pero no recuerdo haberme puesto tan sexualmente nerviosa nunca. Tiene una mirada que envuelve, misteriosa e inocente a la vez, y un culo y un paquete muy provocativos. Desde aquél día empecé a masturbarme pensando en él y comencé a mirarlo de otra manera, empezó a gustarme como podía gustarme cualquier otro hombre, pero sabiendo que no podía enamorarme. Es curioso pero ya entonces tenía muy claro que si llegaba a tener algo con él, debían ser encuentros aislados, me mojaba sólo de pensar en seducirle, pero sobre todo en que él me sedujera. Si él me hubiera dicho algo insinuante al oído, o me hubiera dicho una frase coqueteando conmigo me hubiera derretido, pero no hubo esa suerte, tuve que seducirlo yo. Yo sabía que por atracción física hacia mí no habría problema. La primera vez que lo vi después de eso fue de casualidad en una discoteca. Estaba tan subida de copas que me puse a bailar con él y no sé cómo no acabamos enrollados, o cómo no nos dijeron algo los que nos vieron. Me abracé a él, le pegué el culo al paquete, le sonreí muchísimo, me quedé mirándole fijamente varias veces, cada vez que hablábamos le pegaba las tetas al cuerpo, le hablaba al oído y le agarraba como si no quisiera soltarme, hasta le di un beso en el cuello bailando con él... Hay mujeres que se beben dos copas y dejan salir todo lo que llevan dentro o lo que han acumulado, y yo soy consciente que soy una de ellas. Recuerdo que las primeras semanas de verano cada vez que estaba de resaca los domingos pensaba en él, pensaba en llevármelo a la playa o en llamarle y decirle que se viniera un día a la piscina, y yo tomo el sol allí en tanga, así que le podía devolver el espectáculo que me brindó y ponerle cachondo para que se animara, pero yo quería algo más directo. Que me viera desnuda no sólo no servía para nada sino que además se perdía el morbo de querer verme, así que pensé en otra cosa más provocativa. Yo no quería dar el último paso, me daba mucha vergüenza y además eso es algo que nunca he hecho con los hombres, quería dejarle claro que estaba dispuesta y además ponérselo fácil para que lo intentara, así que planeé algo. Nosotros vivíamos a más de media hora, y la zona de discotecas que frecuentábamos estaba también bastante apartada, así que una noche me perdí voluntariamente de mis amigas, fui a buscarle, le pedí que me llevara a mi casa, y por el camino le dije que para que no tuviera que conducir tanto se quedara a dormir en mi piso. Eran casi las ocho de la noche, él estaba borracho, y antes que cogiéramos el coche él me dijo que nos tomáramos una última copa con sus amigos, pero yo quería que nos tomáramos la última en el piso, así que le dije que no tenía ganas, y luego graciosamente al llegar a casa lo primero que hice fue poner dos copas. Al pensarlo era muy fácil, pero una vez ahí sentada en el sofá con mi hermano me puse nerviosísima. Él supondría que mi intención era que durmiera en el sofá-cama del salón, pero estaba equivocado. Podía haberle dicho simplemente que el sofá era incómodo y que durmiera conmigo, luego desnudarme, acercarme insinuantemente y esperar a que pasara algo, pero me lo monté mejor que eso. Esperé a que acabara la copa y le dije que tenía la espalda quemada del sol y que me iba a costar dormirme, así que si no le importaba que me pusiera un poco de crema hidratante por detrás. Me dijo que sí pero no tenía ni idea de qué es lo que quería, porque cuando fui al baño por el bote de crema él seguía en el salón y le tuve que decir con la mano que entrara conmigo en el dormitorio. Pasamos dentro y él se quedó un poco frio, porque puse una toalla sobre la cama, me quité el vestido, y me tumbé sobre la toalla medio desnuda, sólo llevaba el tanga. Le pasé el bote, me recogí el pelo y al poco tenía a mi hermano detrás untándome la crema en la espalda. Yo tenía la espalda quemada de verdad y al contacto de la crema fría por poco no pego un grito, pero me aguanté y dejé que me la pusiera. Sin decirle nada bajó primero a las piernas y luego se fue al culo. A mí me hubiera encantado tumbarme desnuda del todo para que me viera la marca del tanga, que eso a los hombres les gusta mucho, pero para ponerme un poco de crema tampoco era necesario despelotarse, y hubiera quedado muy de zorra. Que me pusiera crema en tanga era comprensible, pero desnuda era demasiado. También me hubiera encantado que él se hubiera quitado la camisa o que me hubiera rozado el interior del muslo con la mano, pero se portó muy tímidamente, el culo apenas estuvo dos o tres minutos tocándolo, eso sí, se le notaba que le gustaba mucho, lo amasaba a dos manos y con mucho deseo. Me aplicó la crema por el torso, y cuando llegó a los pechos entre lo fría que estaba la crema y lo caliente que estaba imaginad cómo se me pusieron los pezones, como dos timbres. Tampoco con los pechos se explayó más de lo necesario: me la puso y me dio un pequeño masaje luego para extenderla. Lo suficiente para dejarme mojada y con las ganas. Cuando acabó con las piernas se levantó sigilosamente, se fue a la puerta, y cerró como si tuviera miedo a despertarme, dejándome dentro vendida con mi calentón. Se fue y ni siquiera intentó tumbarse al lado mía en la cama, no hizo nada arriesgado por mí, ni siquiera quitarse la ropa. Yo se lo puse bastante fácil y él o se acobardó o tenía dudas o directamente tenía reparos en tener sexo conmigo. Yo pude haberme puesto por delante la crema yo sola, y se lo pedí a él, así que era claro que quería que me tocara. Lo de si quería algo más era algo que le tocaba a él descubrir, pero no quiso o no tuvo valor. Lo único que hizo fue llamarme. Al cabo de las dos semanas, me llamó y se vino una tarde conmigo a la piscina. Me vio bien sexy, eso sí, pero el cuerpo ya me lo había visto, no era nuevo. Ese segundo día subimos al piso, le puse un tinto de verano, hablamos mucho, y cogimos un par de grados más de confianza, pero nada de morbo. Y el tercer día tuvimos una charla en la que me puse insinuante, no obtuve nada y lo dejé zanjado. Ha pasado un año y mi deseo no ha bajado, no es un capricho irracional, es más bien como un instinto animal que se enciende cada vez que surge el tema. Me gusta, y a veces creo que merecería la pena intentarlo a pesar del fracaso. De aquello aprendí que en algo tan difícil hay que ponerlo más fácil, es decir, que no es necesario ponerle caliente, ni insinuarse ni la emoción de algo seductivo, es preferible favorecer una situación en donde estemos solos, sentados, y hablar muy cerca el uno del otro, hasta que se da ese momento donde hay atracción imántica y así llegar al beso, y luego a la cama. O un baile, el baile es lo mejor porque los cuerpos están pegados y las caras muy cerca, pero habría que buscar un sitio fuera de mi ciudad. He pensando en decirle que se venga un fin de semana conmigo, o a una concentración de motos o algo así, es perfecto porque dormiríamos juntos y estaríamos lejos. Qué morbo me daría besarle en una discoteca delante de cientos de personas que no supieran que somos hermanos. O salir del hotel con la cara de felicidad después de haber pasado horas follando, y que los empleados supieran que somos hermanos. Aunque si he estado con él en una cama en mi casa y no ha pasado nada, tampoco he de tener grandes esperanzas. Otra cosa muy rica sería irme de vacaciones con él, hacer coincidir las vacaciones y estar diez días en un destino turístico de playa solos, de fiesta, yo todo el día vestida provocativa rozándome con él, conociéndonos mejor, yo quitándole la timidez....

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