domingo, 9 de agosto de 2009

PASEO DE PROMOCION


Por aquél entonces, tendría yo unos 15 años y en el colegio se estaban haciendo los últimos preparativos para irnos de viaje de promoción. La mayoría de mis compañeros y de mis amigos iban a ir, y también nos iban a acompañar los tutores de cada clase y algunos de los profesores que estaban en la escuela haciendo prácticas para sus estudios.
Según algunas de mis amigas el único varón entre ellos, Jorge, de unos 22 años, me prestaba una atención algo fuera de lo normal. Era cierto que algún interés tenía en mí porque siempre que podía me elegía para preparar actividades extras para su asignatura, para las que casualmente debía quedarme a solas con él en clase. Nunca dejado de comportarse conmigo como el profesor que era así que yo no veía maldad alguna en que me repasara de arriba a abajo cuando me veía o en que para ayudarme a hacer alguna de las tareas se colocara detrás de mi o me pusiera sus grandes manos en la cintura.
El viaje consistía en una semana en París, "la ciudad del amor", o eso nos contaban los tutores a la vez que nos recordaban que nada de habitaciones mixtas en el hotel.
A mi no me importaba demasiado no poder dormir en una habitación con otros chicos, más que nada porque mi ignorancia en temas sexuales era casi completa.
Las actividades programadas se fueron desarrollando con normalidad.
La primera noche, después de la cena, me dirigí al baño (que era compartido) pero en el camino me encontré con que Jorge, apoyado en la pared, parecía estar esperando a alguien. Me dirigí hacia él y le pregunté qué le pasaba, qué hacía allí. Me contó que había empezado a escribir una especie de proyecto que debía presentar parecido a una novela, pero se había quedado un poco estancado y sin ideas. Le vi tan abatido que le ofrecí mi ayuda si es que en algo le podía servir... y él aceptó alegando que yo era una de sus mejores alumnas y que seguramente le podría ayudar mucho.
Fuimos a su habitación, sin cruzarnos con nadie (afortunadamente para él, porque no habría sido bien visto que un profesor se llevara a una alumna a su habitación a pasar la noche "trabajando") y al llegar me pidió que me acomodara.
Él se sentó en una silla enfrente de un improvisado escritorio, y yo en la punta de la cama. Durante unos minutos no pasó nada. Todo estaba en silencio y sólo estábamos él y yo: yo mirando alrededor esa habitación que estaba mucho mejor que las que nos habían sido asignadas a los alumnos, y él mirandome a mí mientras mordía un lápiz con la boca, de alguna forma presagiando lo que sucedería a continuación.
A continuación, notando que el ambiente estaba un poco cargado, le pregunté acerca del tema de su trabajo. "Se trata de un... llamémoslo relato... que trata de la pérdida de la inocencia, del paso de niña a mujer por el que toda chica pasa un día u otro. Podríamos calificarlo de relato erótico, si lo prefieres así, porque pretendo entrar en bastantes detalles"Ante mi silencio, él entendió que me sentía algo cohibida por la temática de su escrito, y no obstante...
"Oye Norma, tú y ese noviecito que tenías... ¿no han hecho nada? ya me entiendes... ¿sólo besos o hubo algo más? Espero que no te sientas incómoda si te lo pregunto, creo que si intimamos un poco, los dos nos sentiremos más a gusto, y me agradaría que te sintieras cómoda hablando conmigo de cualquier tema.
"Yo le contesté, algo sonrojada, que no había pasado nada."Así que... eres virgen. Pero mujer, eso no es nada malo, no te pongas así, anda. No tienes porqué tener verguenza... es algo natural hablar de estos temas...´
¿Tú confías en mí?
"Él se levantó y se dirigió lentamente hacia mí. Yo le conesté que Sí, con un temblor que iba creciendo rápidamente."
Mira, creo que sería bueno tanto para que te soltaras un poco como para que nos conociéramos mejor y pudiéramos llegar a entendernos verdaderamente bien, que nos quitáramos la ropa. Así nos mostraríamos tal y como somos, dejando el pudor a un lado"
No sé como, movida por una especie de inercia, me empecé a desabrochar la camisa...
Jorge se acercó a mí, me hizo levantar y me ayudó. Poco a poco la camisa cayó al suelo, el polito que había llevado todo el día atado a la cintura también, los tejanos ajustados... el sujetador, las braguitas...
Él, casi rozándome, simultáneamente se había ido quitando también su camiseta, sus pantalones, sus calzoncillos...
Me observaba sin reparo mientras yo, de reojo, veía por primera vez el pene de un hombre.

Cuando los dos habíamos terminado, él me puso una mano en cada brazo, notó mi ligero temblor y mirandome una y otra vez me aseguraba que mi cuerpo le parecía bellísimo, que parecía mentira que esos pechos abundantes, pálidos como el resto del cuerpo, con sus dos grandes aureolas... unos pechos tan tiernos, no hubieran estado al alcance de ningún hombre hasta la fecha. Fue otra vez hacia la silla de escritorio y me hizo una señal para que fuera con él.
No había otras sillas, así que me senté en su falda, con una de sus manos colocada en mi pubis fingiendo una casualidad o la simple voluntad de evitar que me cayera, y la otra mano con una pluma (nunca usaba bolígrafo) encima del papel.
Empezó a escribir sin parar, y lo increíble era que mientras escribía movía su otra mano dando masajes circulares, que me producían una sensación muy extraña que no había sentido antes: excitación.
A pesar del apuro que me daba interrumpirlo, me vi obligada a hacerlo para sugerirle que en caso de ser una molestia para su tarea podía ir a sentarme a la cama. Jorge se giró e ignorando completamente mi inquisición me preguntó qué sentía yo mientras él me acariaba. Simplemente le conté que era algo extraño, que no sabía qué era, que lo sentía porque le había humedecido las piernas sin poder evitarlo y que me sentía muy tensa aunque había algo en el fondo que no me desagradaba y era por ello que no me había negado a sus deseos.
Sonrió mientras me decía que el relato lo estaba escribiendo gracias a mí y que me agradecía mucho mi paciencia, pero que para continuarlo iba a necesitar nuevamente que confiara en él.
Me subió las manos desde los lados de la cintura hasta los hombros, luego las bajó hasta mis pechos, los cuáles se limitó a rozar provocandome un escalofrío por todo el cuerpo, erizándome los pezones.
Se levantó y fue al bañó (él tenía baño en la habitación) dejándome a mí en la silla, desnuda y algo desorientada y sin fuerzas de negarme a nada de lo que me propusiera hacer. Volvió rápidamente con algo entre las manos, se colocó detrás de mí y me puso seguidamente una venda en los ojos, explicándome que así iba a estar más relajada, y que después me la quitaría para que viera todo.
De la mano me llevó a la cama, donde me hizo tumbar con mucho cuidado, boca arriba. De repente noté algo húmedo entre las piernas al mismo tiempo que sus manos me las abrían al máximo. Le pregunté qué hacía y me dijo que me callara y disfrutara, que me iba a enseñar mucho a partir de esa noche.
Su lengua, pues, siguió donde estaba, recorriendo los labios exteriores, y adentrándose en mi interior, añadiendo al escenario uno de sus dedos que me masajeaba con fuerza la zona del clítoris. Yo notaba como me fluía líquido y antes de que le dijera nada, él me explicó que esto era normal cuando una mujer se excitaba y me empezó a lamer el que me había resbalado por la parte interior de los muslos. De repente noté algo que me penetraba. Eran sus dedos. Emití un pequeño gritó, que resultó casi imperceptible porque se apresuró a taparme la boca con su mano libre. Continuó empujando cada vez un dedo más hacia mi interior, mientras yo sentía como si me partieran en dos y me moría de dolor. Al sacar sus manos de mí, se produjo otra vez el silencio, y percibí como se levantaba de la cama y se dirigía al baño otra vez. Cuando volvió me cogió justo en el momento en que con mis manos quería levantarme un poco la venda para ver como me había dejado, y me agarró las manos tirandome hacia atrás y atándomelas a la cabecera de la cama. El hecho de no saber lo que me haría a continuación, ni como ni cuando acabaría todo, me producía un leve jadeo, que facilitó a Jorge poder meterme su pene en mi boca, dándome un susto de muerte al notar algo tan grande y resbaladizo por el semen de su anterior corrida. Empecé a lamerlo como pude, y él me pedía que lo hiciera con más ahínco con la voz quebrada. Cuando me estaba aocstumbrando ya a lamer y había llegado a la puntita, a la que le daba pequeños besos y mordiscos, volvió a metermela toda entera con mucha fuerza corriéndose posteriormente dentro de ella. Me dieron arcadas ante el desconocimiento de que tenía dentro de mí, pero él sacó su pene y me cerró la boca, haciendo que tuviera que tragar con todo.
Mientras aún estaba tragando, él ya me estaba amasando esos pechos que un rato antes me había asegurado que le provocaban tanto placer y se iba colocando estirado encima de mí, balanceándose un poco, como si estuviera buscando la posición que le permitiera mayor complementariedad con mi cuerpo.
Me puso las manos a ambos lados de la entrepierna, me apreto hacia afuera para que volviera a abrirme para él, colocó la punta de su pene y de una sola embestida me lo empujó todo dentro.
Mi grito sonó ahogado, eran ya sonidos de placer, de entrega, gritos que venían a decirle que hiciera lo que quisiera con mi cuerpo. Mis gemidos le pusieron como loco, nunca le había imaginado así. Él, siempre tan tranquilo y ajeno a todo.
Me mordía los pechos, y yo no podía más, hasta que llegué a una especie de clímax, volví a correrme y él hizo lo mismo otra vez dentro de mí.Una vez más se había apartado unos segundos de mí para sacar algo de un cajón, y oí un ruido. Me quitó la venda y vi que en sus manos tenía una cámara de fotos, y el ruido que había oído era el de esa cámara. Me había tomado fotos desnuda y atada en su cama, con restos aún de su semen por mi vientre y mi pubis.
Me aseguró que las fotos serían para él y después de desatarme me dejó ir al baño, para que me diera una ducha. En la ducha me toqué toda para comprobar que todo estaba bien, y noté que aún tenía una gran dilatación, como si mi cuerpo siguiera preparado para que él volviera.
Pensé en lo que había sucedido, y también en que si eso era el sexo estaba muy bien y me gustaría practicarlo más a menudo.
Unos pasos siguieron a mis pensamientos, la cortina se abrió y como una ráfaga de viento entro Jorge para dar su último asalto (de la noche). Otra vez cogida por sorpresa, aprovechó mi posición para ponerme contra la pared y avisarme de que esto me iba a doler. haciendo sitio con sus manos, me metió poco a poco su pene en el ano. En cada nueva embestida, me aplastaba contra la pared. Sentía como le gustaba dominarme de esa forma, y a mi me gustaba también que él me hubiera convertido en su musa y amante particular.
Espero volver a encontrar a alguien que sea tan buen maestro y amante como Jorge.

1 comentario:

  1. Hello, your site really interesting, especially the pictures I really love and see the movies,
    you have a good job.
    any way, could you share to allow me to put your in my blog list?
    Here is my blog http://prettyasiagirls.blogspot.com/
    and you please put my blog to your blog list too if you dont mind me , I do hope you will be kind to
    do what i reguest
    Thanks you so much for sharing

    Regards,

    http://prettyasiagirls.blogspot.com/

    ResponderEliminar

Inspirate!